Por Livia Diaz - Xalapa
En aquéllos entonces cuando todo o casi todo se comunicaba en forma escrita e impresa en papel, en el periódico La Opinión de Poza Rica publicó, con alguna frecuencia, un vate que dedicaba planas y escritos a varias causas. La mayoría de sus poemas lograban salir publicados pero para ellos tenía una estrategia, que un día, muy agradecido porque en una entrevista que le hice para el suplemento "Vértice" hablé de su dedicación a su esposa Eva en cuerpo y alma, me heredó. Y esto escribo porque al mismo debo agradecerle sus secretos que después me ayudaron a emprender formas de publicación de nuestra literatura, casi imperceptible y a la vez generosa, porque se cobraba.
Una de ellas como he dicho en la introducción de este texto, ahora vía electrónica, fue en publicidad en el periódico. De tal manera que el Poeta Petrolero Abdías Valderrábano acudía a una ferretera o distribuidora de alimentos o partes automotrices y ofrecía una publicidad, acompañada de sus poemas. Este poema después era diseñado y plasmado en cuartas, a veces en octavos, Pero llegó a sacar planas o varias planas, dependiendo del propósito de las empresas, sindicatos, escuelas y hasta personajes que simplemente deseaban hacer públicas sus intenciones de desearle a los demás un Feliz Día de Las Madres, Día del Padre, Navidad, Día del niño, Carnaval Petrolero, etcétera.
Así que si Usted tiene por hábito acudir a La Hemeroteca, podría poner un poco de atención en que, aquél poema o pensamientos dedicatoria, carta de homenaje en vida o póstumo a un Héroe como Los Bomberos, Los de piso, Los del departamento de perforación, Agentes de Tránsito, y hasta un simple anuncio de reparación de refrigeradores, o puestos de El Mercado Poza Rica, puede tener en sus manos líneas escritas por uno de los escritores más prolíficos, exitosos y prósperos de la capital petrolera de México. Y no podía ser menos. La esposa del amigo al que llegué a conocer siguiendo la huella de su libro y a quien encontré atendiendo a Eva quien no podía por si misma hacer nada, tenia dobles y triples jornadas de trabajo para pagar todo lo necesario en su beneficio. Lo que yo ví en los minutos que estuve sentada en un sillón cerca de ellos en su casa, cerca del hotel Juárez, lo intenté retratar en una serie que se llama "Poetas ignorados y Olvidados". Cada tanto algún amigo lector me hablaba de alguien de la ciudad que hacía poemas y así llegué a dar con algunos productores, promotores, editores y difusores de su propia poesía. ¿Por necesidad o por gusto? A saber. Pero hubo varios que como Abdías no sólo consiguieron consagrarse, aunque no tengan un lugar en la historia ni siquiera en la memoria colectiva, Pero que sus contemporáneos contrataban porque les gustó su trabajo y mediante sus letras comunicaban algo más que palabras bonitas y oportunas, sino buenos deseos y otras intenciones. Después me pasó otra chamba de las suyas. En la que iba y leía esos poemas que hacen romper en llanto en voz alta, en los panteones, por 50 pesos. A veces quedaba la gente tan satisfecha y agradecida que daban buenas propinas. Y nunca se perdió ni la buena fé ni el espíritu, que a sazón de esta labor la volvía una parte del corazón de la ciudad en una época en que el trabajo por la comunidad no se esperanzaba en sacarle provecho al otro.