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Cazando ecoterroristas

Por Julio Ortega   

Desde la P谩gina cineg茅tica AgresteCaza – todo un alegato en version fanzine a favor de la... muerte – ya nos tienen acostumbrados a las andanadas de un plomo que siguen vomitando a煤n despu茅s de colgar las escopetas con las que tan bien se lo pasan esos muchachotes. No voy a decir que son m谩s letales cuando aporrean el teclado que al apretar el gatillo - en el segundo caso el ajusticiamiento de un ser vivo no es un recurso literario - pero ambas actividades se complementan entre s铆 y en sus cerebros habituados a justificar lo injustificable, seguramente se asienta la peregrina creencia de que acabar con la vida de criaturas inocentes, puede venderse como una actividad decente y hasta imprescincible a base de adornarla con verbos, adjetivos, sustantivos o pronombres. L谩stima del tufillo a paneg铆rico de las ejecuciones que siempre emana de esos textos.

La cuesti贸n es que utilizando la arrogancia a modo de p贸lvora, empleando por arma la difamaci贸n y la mentira, y teniendo como blanco a todos los defensores de los derechos de los animales, estos personajes vierten acusaciones con la misma agilidad con la que coleccionan en sus salones trofeos decapitados. Una actitud nada sorprendente, es cierto, en quienes glosan sus gestas escribiendo con sangre ajena sobre los despojos de otros.

Llevan en esta l铆nea mucho tiempo, tanto como hace que alguien empez贸 a proclamar que matar no puede ser un deporte legal. Pero parece que ahora, con los 煤ltimos acontecimientos, se sienten especialmente envalentonados, por lo que no muestran el menor reparo en publicar un panfleto que a pesar de no ser reciente, deben de considerar id贸neo repetir para echar le帽a al fuego que tanto gustan de alimentar: el de la quema de cualquiera que ponga en tela de juicio la libertad que reclaman para matar animales.

En dicho art铆culo podemos leer los siguientes pasajes: “La de Equanimal no es la 煤nica conexi贸n que existe en Espa帽a entre una ONG animalista y el oscuro y oculto mundo que rodea al eco-terrorismo” , o que: “SOS Galgos es otra ONG que martiriza constantemente a los galgueros espa帽oles y declaraciones como 茅sta (se refieren a la denuncia de un can贸dromo por esta Asociaci贸n) ponen de manifiesto las comprometidas y ocultas relaciones que, seg煤n Lee, al menos algunos de sus miembros mantiene con uno de los eco-terroristas m谩s famosos de la historia .

No es mi intenci贸n entrar ahora en el debate de la caza. Que cada cual se forme su opini贸n sobre quienes en ocasiones se jactan en foros de cazar especies prohibidas (hasta gorriones), organizan algunos campeonatos cineg茅ticos - con difusi贸n p煤blica inclu铆da - donde se ofrece vino y aguardiente en el desayuno (alcohol y armas), est谩n molestos por las trabas de la administraci贸n para que los menores puedan cazar (adolescentes con armas) o abandonan, apalean y matan a perros que ya no les son 煤tiles por viejos, enfermos, heridos o poco aptos para la caza (los galgueros con especial incidencia y crueldad). Bien es cierto que no todos los cazadores act煤an as铆 y que entre ellos bastantes condenan el furtivismo o no maltratan a sus perros, pero de lo que ninguno se libra es de matar animales por entretenimiento.

Resulta ilustrador y muy inquietante que, colgando ese escrito en su p谩ginas en un momento como 茅ste y con nombres concretos tanto de organizaciones como de personas (leyendo el texto completo se puede comprobar. Su t铆tulo es: Ecoterrorismo, la sombra animalista) practiquen tan ladino ejercicio de maledicencia y hagan gala de semejante desprecio a una figura del derecho como es la presunci贸n de inocencia. Y que, ya en el colmo de la perversidad, pretendan establecer v铆nculos entre el terrorismo y una organizaci贸n como SOS Galgos, cuya labor de denuncia, rescate, cuidado y adopci贸n de galgos maltratados y abandonados es encomiable. Y todo porque esta Asociaci贸n pone en evidencia la masacre de perros llevada a cabo a帽o tras a帽o por algunos galgueros. Creo que es suficiente con ver las t茅tricas im谩genes de numerosos cuerpos de galgos colgando de 谩rboles tomadas en diferentes puntos de nuestro Pa铆s - “tocando el piano” dir铆an socarrones los que los ahorcan – para saber que esas pr谩cticas son tan infames como reales.

Supongo que el progresivo endurecimiento de las leyes relativas a la actividad cineg茅tica, la constante disminuci贸n de licencias – y de afici贸n, claro est谩 - los incontables accidentes de caza – por negligencia casi siempre - habidos cada a帽o con muertos y heridos y, por supuesto, el que cada d铆a menos ciudadanos se crean las cacareadas pretensiones conservacionistas y ecologistas de los adictos a descerrajar tiros sobre criaturas vivas, es algo que les tiene muy nerviositos. Por eso disparan como lo hacen, convirtiendo en munici贸n incluso el alfabeto. La verdad es que lo extra帽o ser铆a encontrar cordura y sensibilidad en quien se lo pasa pipa matando y espera poder seguir haci茅ndolo con impunidad, sin que ning煤n metomentodo venga a privarles de lo que ellos llaman “su libertad”. Valientes lecciones de 茅tica pueden ser las que vienen de aquellos que coleccionan cad谩veres, y que en vez de sentir placer contemplando c贸mo se desarrolla en otros seres la vida, experimentan un malsano regocijo ante la agon铆a y muerte que ellos les provocan.



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