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Guatemala. Democracia sin nosotras

Por Ileana Alamilla

Cuando hablamos de nosotras se levantan escozores y se empieza a especular qué es lo que queremos ahora. Son diversas las reacciones, algunas descaradamente machistas, otras encubiertas, y los retardatarios de siempre sacan a relucir sus trillados argumentos para descalificar lo que decimos. Si reivindicamos participación en espacios donde se toman decisiones, resulta que nosotras “debemos ganarnos ese lugar”. Si exigimos equidad en los salarios, se nos exige súper excelencia; y si queremos aspirar a puestos de elección popular, hay que lanzarse casi a un coliseo romano a ver quién sobrevive a la osadía de tener semejante aspiración. Leones y gladiadores nos escogen como presas.

Simplemente en el lenguaje se evidencia el rechazo a cualquier demanda elemental de reconocimiento a nuestra existencia como mujeres, la que es sostenida usualmente por hombres y respaldada por algunas de nuestras congéneres. Ni modo, así nos tocó conquistar nuestros derechos y nuestros espacios y lo seguiremos demandando.

Es oportuno, en esta “pre campaña” electoral, tácitamente aceptada por todos, aunque el Tribunal Supremo Electoral haga la pantomima de amenazar o imponer sanciones, empezar con nuestra cantaleta en cuanto a la composición de los listados de participación para los puestos de elección popular, tanto para diputaciones como para las corporaciones municipales.

Y no estamos inventando nada. El año que se fue dejó una lamentable inequidad de género en el Congreso, empezando por su junta directiva, integrada exclusivamente por hombres, situación similar a la del 2009. Pocos escaños fueron ocupados por mujeres; sin embargo, las escasas diputadas, con excepciones, tuvieron un excelente desempeño.

El Ejecutivo también hace gala de machismo. No hay ninguna ministra, con la salvedad de la titular de la Secretaría Presidencial de la Mujer, que tiene ese rango, aunque habrá de reconocerle al presidente que por lo menos tuvo la acertada decisión de colocar en puestos claves a profesionales que han tenido un excelente desempeño, entre ellas a Karin Slowing, en Segeplan, y Lilly Caravantes, en la Sesan. En la Corte Suprema de Justicia también hay una sola magistrada y una en la Corte de Constitucionalidad.

Estrenan puestos Claudia Paz y Paz, en el Ministerio Público; Nora Segura, en la Contraloría de Cuentas, cuyo servicio será puesto a prueba este año; y después de turbulencias repite Blanca Stalling en el IDPP. En las gobernaciones departamentales hay cinco mujeres; no hay alcaldesas.

Seguramente los detractores de la búsqueda de la equidad y de las acciones afirmativas temporales a favor de las mujeres responderán que no hay a quién poner, que no tienen el nivel, que carecen de compromiso partidario, que son muy conflictivas, que son autoritarias, que lo quieren todo regalado, que se niegan a participar en política y mucha basura más para justificar este necio sistema que se resiste a los cambios.
Sin embargo les doy la razón en algo. Nosotras tenemos una alta participación en organizaciones de mujeres y en otras de carácter cívico, y muy poca en política partidaria. Este es el verdadero reto: romper los mitos y prejuicios, atrevernos a asumir una opción política con la que tengamos afinidades ideológicas para iniciar una nueva lucha y derrotar los estereotipos.

Entonces la democracia empezará a ser realmente representativa.


- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA. http://cerigua.info/portal/




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