Jos茅 Saramago 26-03-2009 Dialogo de un anuncio de autom贸viles en televisi贸n. Al lado del padre, que conduce, la hija, de unos seis o siete a帽os, pregunta: “Pap谩, sab铆as que Irene, mi compa帽era de clase, es negra?” Responde el padre: “S铆, claro…” Y la hija: “Pues yo no…” Si estas tres palabras no son propiamente un pu帽etazo en la boca del estomago, son sin duda otra cosa: un mazazo en la mente. Se dir铆a que el breve di谩logo no es m谩s que el fruto del talento creador de un publicitario con genio, pero, aqu铆 al lado, mi sobrina Julia, que no tiene m谩s que cinco a帽os, preguntada sobre si en T铆as, lugar donde vivimos, hab铆a negras, respondi贸 que no sab铆a. Y Julia es china… Se dice que la verdad sale espont谩neamente de la boca de los ni帽os, sin embargo, ante los ejemplos dados, no parece que ese sea el caso, puesto que Irene es realmente negra y negras no faltan tampoco en T铆as. La cuesti贸n es que, al contrario de lo que generalmente se cree, por mucho que se intente convencernos de...