Por Mauricio Castaño H Historiador Colombiakrítica Las lejanías silenciosas atraen. La periferia citadina, el monte arriba, la montaña empinada desestimulan la concentración del barullo… bueno, el que se produce allí mismo en la planicie pero que sube, que se expande a lo largo y ancho, que sube, que se propaga leve hacia arriba, es la física, es la lógica de las ondas del ruido. El ruido se volvió cosa del común existir. Basta cualquier pretexto de celebración para motivar ruidos de bafles pequeños o grandes, no importa el tamaño, todos tienen la potencia suficiente para llevar sus ondas sonoras a un radio de unos cuantos metros, incluso kilómetros. No hablaremos, sólo mencionar el gran formato de conciertos en estadios, placas deportivas , parques , la ciudad como concha acústica , la cultura del bullicio que se propaga como próspera plaga, la industria del ruido que no para de sonar. Pero acá no para lo ruidoso, algarabías, risotadas, gritos, carcajadas. Y a falta de todo eso, no ...