OPINIÓN de Amy Goodman “La primera víctima de la guerra es la verdad”, afirmó el senador estadounidense del estado de California Hiram W. Johnson en 1929, durante el debate para la ratificación del pacto Kellogg-Briand, un intento noble pero finalmente fallido de prohibir la guerra. Al reflexionar sobre la Primera Guerra Mundial, que había terminado una década antes, Johnson continuó: “comienza, como nos habíamos acostumbrado hasta hace poco, con esa forma de propaganda en la que […] se exalta el patriotismo y se miente para que la gente tenga hambre de guerra y sienta el deseo de combatir. Lo hemos visto en el pasado; volverá a suceder en el futuro”. Una y otra vez, ha quedado demostrado que Hiram Johnson tenía razón. El impulso del Gobierno estadounidense de controlar la información y manipular a la ciudadanía para que apoye la guerra está profundamente arraigado. Los últimos veinte años, dominados por la llamada “guerra contra el terrorismo”, no son una excepción. Sofisticadas camp