LA COLUMNA de Amy Gioodman El asesinato del activista conservador Charlie Kirk, perpetrado el miércoles en el estado de Utah, conmocionó a Estados Unidos y al mundo entero, no solo por la violencia descarnada del acto —en el que un francotirador efectuó un único y mortal disparo—, sino también como un símbolo del agravamiento de las divisiones políticas que están fracturando al país. El presidente Donald Trump podría y debería usar su gran plataforma de comunicación para apaciguar los ánimos. En cambio, inmediatamente culpó, sin pruebas, a la “izquierda radical” por el asesinato de Kirk. Esto sucedió pocos días después de que Trump amenazara a la ciudad de Chicago con un escenario de guerra y mientras está montando una fuerza paramilitar para desplegarla en diversas ciudades del país contra ciudadanos, inmigrantes y cualquier otro objetivo a perseguir. Trump ha estado amenazando durante semanas con enviar efectivos de la Guardia Nacional a Chicago. Asimismo, el 5 de septiembre, el mand...