Por Antonio Hermosa Primero fue Túnez; luego vinieron Argelia, Egipto, Jordania, Yemen y otra vez Túnez que, en realidad, suma y sigue: como ocurrirá en los demás países y, faltaría más, en los nuevos que se vayan añadiendo a la causa , pues esto no ha hecho más que empezar. En fin, la calle árabe de nuevo está que arde, mas esta vez el incendio carece del aire festivo que tuvo cuando fueron derribadas las torres gemelas, o de la rabia divina que desató en la conciencia musulmana, sea la publicación de las caricaturas del Profeta en el diario danés Jyllands-Posten , sea el puntual dardo malévolo que suele lanzarle periódicamente el jefe de la competencia católica; ni proviene de cualquier otro hecho puntual suscitado por el maligno occidental, que nunca descansa.