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Acuerdo UE - Marruecos: Tres mitos y un destino

Por Vicent Boix

Mito 1: Comercio agr铆cola es sin贸nimo de desarrollo.- En septiembre de 2010, la Comisi贸n Europea ratificaba el Acuerdo Bilateral entre la UE y Marruecos para liberalizar el comercio de productos agr铆colas y pesqueros. El primero de diciembre, fue el Comit茅 de Representantes Permanentes de los Estados miembros de la UE (贸rgano que prepara los trabajos del Consejo) qui茅n daba el visto bueno al texto, que era aprobado el 13 de diciembre por el Consejo de Ministros de la UE, haciendo caso omiso a las demandas de muchas organizaciones agrarias del continente. Ahora la 煤ltima palabra la tiene el Parlamento Europeo, que puede ratificarlo o no.

A grandes rasgos y sin entrar en detalles, el acuerdo consiste fundamentalmente en la liberalizaci贸n del comercio mediante el desmantelamiento arancelario, para que los productos agroalimentarios puedan fluir con m谩s facilidad entre las dos regiones. L贸gicamente esta apertura aumentar谩 el comercio mutuo, lo cual, una vez maquillado, condimentado y trufado, se vende como un avance y una oportunidad de negocio inigualable. Las cifras burbujean y los miles de millones de euros que se generar谩n soslayan la cuesti贸n principal ¿Se benefician los millones de agricultores marroqu铆es y europeos de esta apertura?

Para despejar m铆nimamente la x retrocederemos un poco en el tiempo, concretamente hacia las 茅pocas m谩s doradas del “republicanismo bananero”. A finales del siglo XIX, el c贸nsul estadounidense desplazado en Honduras escrib铆a: “Debido a la inseguridad de los transportes y a los bajos precios, por estar aqu茅llos en manos de un monopolio, durante el a帽o 1888 se exportaron menos de 100.000 racimos de pl谩tanos”.

Hac铆a dos d茅cadas que Estados Unidos hab铆a descubierto los pl谩tanos y un floreciente comercio hab铆a germinado entre el centro y el norte de Am茅rica. En las postrimer铆as del siglo XIX la producci贸n de pl谩tanos estaba en manos de agricultores hondure帽os y la comercializaci贸n era dirigida por empresas navieras estadounidenses. El modelo agroexportador, en principio generaba riqueza para los campesinos hondure帽os, pero con el paso del tiempo, ciertas empresas navieras controlaron el transporte y por lo tanto el comercio y los precios.

Ya iniciado el siglo XX, la situaci贸n se agrav贸 por cuanto dos empresas (la Standard Fruit y sobre todo la United Fruit) acapararon parte de la producci贸n y toda la comercializaci贸n entre Estados Unidos y seis pa铆ses centroamericanos. R铆os de tinta se han escrito acerca de los desmanes de las compa帽铆as agroexportadoras en estos pa铆ses. Mientras ellas generaron suculentos dividendos los peones de las bananeras y los agricultores locales soportaron atropellos y vejaciones. Es cierto que el comercio de pl谩tanos gener贸 mucha riqueza y muchas oportunidades de negocio… pero para las dos multinacionales que intermediaban entre las fincas y el consumidor usamericano.

Mito 2: El agricultor europeo se beneficiar谩 de la apertura comercial.

Primero (de Espa帽a a Marruecos). 123 a帽os han pasado y el modelo no s贸lo se repite sino que se perpet煤a. Si en Centroam茅rica fueron primero las navieras y luego dos transnacionales fruteras las que controlaron el comercio, en la Espa帽a del siglo XXI son los intermediarios y concretamente la distribuci贸n moderna qui茅n monopoliza la oferta y establece los precios: entre 1.790.162 explotaciones agrarias y 46 millones de consumidores, en 2005 exist铆an 7 supermercados que controlaban el 75% de la venta de alimentos. Esta posici贸n de dominio en la cadena alimentaria tambi茅n se repite cuando se trata de exportar a mercados for谩neos.

La mentada situaci贸n de oligopolio se traduce en un control de los precios: la distribuci贸n marca el de compra a los agricultores y establece el de venta a los consumidores. Y no hay datos que mejor vislumbren el saqueo al agricultor que el 脥ndice de Precios en Origen y Destino de los Alimentos (IPOD), creado por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y las organizaciones de consumidores UCE y CEACCU. En el estudio del a帽o 2010, los alimentos, de media, multiplicaban un 450% su valor desde el agricultor al consumidor.

Por eso, en su balance agrario de 2010, la COAG indicaba que “Los bajos precios en origen, impuestos por una gran distribuci贸n que abusa de su posici贸n de dominio sobre los productores, en un mercado que se caracteriza por el desequilibrio y la falta de regulaci贸n, han continuado en 2010, especialmente en leche de vaca y cabra, olivar, uva de vinificaci贸n, porcino y gran parte de las frutas y hortalizas” y sentenciaba claramente que “Los agricultores y ganaderos han sido utilizados como mano de obra barata por industria y distribuci贸n”. En diciembre pasado por ejemplo, m谩s de mil ganaderos se manifestaron en las puertas de Garc铆a Baquero exigiendo precios justos por su leche de cabra. La Uni贸n de Peque帽os Agricultores y Ganaderos (UPA) manifest贸 que “Las irrisorias cotizaciones que Garc铆a Baquero paga a los ganaderos, aprovechando su posici贸n de dominio en el mercado, hace que estos est茅n produciendo por debajo de los costes de producci贸n y que estas empresas sean responsables ante la situaci贸n de ruina de los ganaderos y del continuo goteo de explotaciones de caprino que est谩n abandonando.”

Las consecuencias son dram谩ticas. Miles de campesinos y ganaderos no cubren gastos. En muchas zonas de Espa帽a campos y huertos son abandonados. Por eso desde hace a帽os las organizaciones agrarias est谩n exigiendo mecanismos reguladores para establecer precios dignos. Sin embargo, las diferentes administraciones, cobijadas en la ortodoxia liberal, hacen o铆dos sordos a las demandas de los peque帽os agricultores y ganaderos mientras liberalizan y desregulan el mercado.

La desaparici贸n de aranceles con el Acuerdo UE - Marruecos permitir谩 la entrada de productos europeos en el pa铆s africano, pero los beneficios se los embolsar谩n los distribuidores, exportadores, intermediarios, etc. que mantienen un margen de ganancia elevado. Por lo tanto, por muchos mercados que se abran en Marruecos, la Luna, Plut贸n y en la Constelaci贸n Alfa Centauro, mientras no se regule el comercio para evitar fluctuaciones y para garantizar precios justos, los agricultores y ganaderos seguir谩n siendo “mano de obra barata para la industria y la distribuci贸n”.

Segundo (de Marruecos a Espa帽a). El gran temor de la agricultura europea es que, con el Acuerdo, se liberalizaran muchos productos que entraban con arancel, con precio m铆nimo o en una cantidad limitada por contingentes y temporadas. Con este acuerdo y sin salvaguardas, los productos provenientes de Marruecos, mucho m谩s baratos, competir谩n y desplazar谩n la producci贸n local. “Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya” ya ha hecho sus primeras estimaciones: los aranceles se reducir谩n un 30% y el c铆trico marroqu铆 tendr谩 un precio de 0,264 €/kg, cuando el coste de producci贸n del catal谩n es de 0,514 €/kg. Las clementinas importadas ascender谩n a 0,484 €/kg por los 0,747 €/Kg de las locales. Por tanto, si ya son insultantes los precios impuestos por intermediarios, con la entrada de productos m谩s baratos las cotizaciones bajar谩n m谩s.

Algo similar est谩 ocurriendo ya con los pl谩tanos. Desde hace a帽os la UE viene reduciendo los aranceles de la fruta que proviene de Am茅rica. Los opositores alegan que con ello se favorece “…la posici贸n de las grandes multinacionales americanas, que son las que controlan el mercado del pl谩tano en Am茅rica Latina”, mientras los productores europeos no pueden vender la fruta y los americanos deben acatar las condiciones de las agroexportadoras. Tres son las multinacionales que se reparten el pastel bananero mundial. Curiosamente una de ellas es Chiquita Brands, que absorbi贸 hace a帽os los negocios de la United Fruit. La otra es Dole, a la que pertenece la Standard Fruit. Y como se ve, las cosas tampoco han cambiado tanto en un siglo.

En otro orden de cosas, se puede arg眉ir que el menor precio beneficiar谩 al consumidor que podr谩 adquirir alimentos baratos. Pero esto no es el todo cierto, porque la posici贸n monop贸lica de la distribuci贸n le permite establecer el precio de venta. El IPOD ilustra este hecho en productos que se encarecen hasta un 1000% del campo a la mesa. Y en algunos centros comerciales de Europa las mandarinas se est谩n vendiendo a 3 y 4 euros el kilo, cuando al citricultor espa帽ol se lo pagan a 30 c茅ntimos. No existe por tanto, ni correspondencia ni solidaridad entre los precios de compra y venta.

En todo este embrollo, la posici贸n del gobierno espa帽ol respecto al Acuerdo ha sido de condescendencia a pesar de la rotunda oposici贸n de las organizaciones agrarias. En comunicado de prensa del 18 de enero, a lo m谩ximo que se compromet铆a la ministra Rosa Aguilar era a “…mantener un riguroso control del Acuerdo en contacto con las organizaciones agrarias y las comunidades aut贸nomas.” Parad贸jicamente, dos d铆as despu茅s de estas declaraciones, Andr茅s G贸ngora, de COAG Almer铆a, denunciaba que el calabac铆n marroqu铆 hab铆a penetrado en Espa帽a incumpliendo el precio establecido. La ministra, de esta forma, se tragaba su “riguroso control” mientras COAG denunciaba la pasividad del gobierno “…que hace o铆dos sordos a esta situaci贸n y mira hacia otro lado en lugar de intervenir…”.

Y es que el menosprecio del PSOE a las demandas de los agricultores ha sido m谩s que palpable. El 11 de enero, el vicepresidente de la Comisi贸n de Agricultura, el franc茅s Jos茅 Bov茅 (del partido verde y opositor al Acuerdo), convoc贸 una reuni贸n con los eurodiputados para debatir sobre 茅ste. En ella participaron organizaciones europeas, pero no acudi贸 ning煤n europarlamentario socialista espa帽ol. Donde s铆 participaron delegados de la Embajada espa帽ola en Marruecos, fue en otra reuni贸n organizada el 13 de enero por la CEOE, en la que se animaba a las empresas agr铆colas espa帽olas a invertir en el pa铆s magreb铆. El PP, t铆mida y demag贸gicamente se opone al Acuerdo, pero cuando estuvo en el poder favoreci贸 la liberalizaci贸n de ambos mercados.

Mito 3: El agricultor marroqu铆 se beneficiar谩 de la apertura comercial.

La premisa es la misma que en mito 2: Con este acuerdo, al agricultor marroqu铆 se le presenta una oportunidad 煤nica para exportar y crecer. Ahora bien, en el pa铆s africano el 90% de la poblaci贸n rural (una tercera parte de la poblaci贸n marroqu铆) cultiva para subsistir y para vender en mercados locales. Sus tierras ocupan el 80% de la superficie cultivable y como dice la propia Embajada espa帽ola en Rabat: “…garantizan la seguridad alimentaria de cerca de 35 millones de consumidores”.

Por tanto, estamos ante un modelo dominado por peque帽os productores, basado en la soberan铆a alimentaria, en la autosuficiencia y opuesto a la exportaci贸n. Para estos millones de agricultores -que representan el 80% del total- el Acuerdo comercial poco bueno puede aportarles y sus cultivos no son una amenaza para los europeos. Ahora bien, aquel que decida meterse en el pastel de la exportaci贸n a la UE, tendr谩 que pasar por el aro del intermediario o exportador (de Marruecos a Europa). Con la apertura comercial en los mercados de Marruecos aparecer谩n productos europeos, que competir谩n con la producci贸n local y pueden desplazar a esos millones de campesinos poniendo en riesgo la seguridad alimentaria (de Europa a Marruecos).

Consecuentemente, los problemas estructurales de un mercado agr铆cola liberalizado son los mismos para los peque帽os agricultores sean de Marruecos o de Europa, mientras no se regulen los mercados, no se protejan las producciones locales y no se creen mecanismos para favorecer las plusval铆as de los campesinos, en detrimento de los exportadores o intermediarios, que son los verdaderos privilegiados por el Acuerdo por cuanto acceder谩n a nuevos mercados controlando los precios de compra y venta.

Entrando en otra dimensi贸n, desde Marruecos ya se exporta a Europa pero no lo hacen los peque帽os campesinos sino hacendados, inversores y exportadores, tanto magreb铆es como for谩neos. Y profundizar en este modelo, es el gran fil贸n del Acuerdo y su primordial raz贸n de ser. Es decir, muchos sectores industriales deslocalizaron e invirtieron en pa铆ses del sur para producir m谩s barato, y este Acuerdo lo que pretende es alentar la inversi贸n agr铆cola garantizando el mercado y las ganancias.

Ya el 20% de la superficie f茅rtil marroqu铆 est谩 orientada al cultivo industrial, en muchos casos para la exportaci贸n. Estas tierras pertenec铆an a colonos y en algunos casos fueron privatizadas a miembros de la familia real y a empresarios locales de confianza. Tambi茅n son compa帽铆as espa帽olas y de otros estados las que han deslocalizado e invertido poseyendo decenas de miles de hect谩reas en el pa铆s: Por ejemplo, el 80% de la exportaci贸n fresera marroqu铆 estaba en manos de empresarios espa帽oles.

Desde hace a帽os, el propio gobierno del pa铆s est谩 promoviendo por diferentes v铆as el arrendamiento de tierras al percibir suculentos ingresos y con la excusa de modernizar el sector y atraer la inversi贸n for谩nea. Por tanto, en los pr贸ximos a帽os cientos de miles de hect谩reas ser谩n explotadas por intereses econ贸micos extranjeros. La CEOE anima a invertir a los empresarios espa帽oles y el eurodiputado Jos茅 Bov茅 afirm贸 que “Un fondo de inversi贸n de Abu Dhabi ha obtenido una concesi贸n del gobierno de Marruecos para cultivar en este pa铆s 700.000 hect谩reas de c铆tricos y olivar”.

Como es l贸gico, el costo de producci贸n es menor y eso atrae a los inversionistas. Los recursos naturales y los campos f茅rtiles son abundantes y baratos. El salario del pe贸n magreb铆 es de 5 euros al d铆a, labora 44 horas a la semana, existe el trabajo infantil y los requisitos fitosanitarios y ecol贸gicos son m谩s laxos. Sobre estos aspectos el Acuerdo, seg煤n COAG, no incluye condicionantes en estos 谩mbitos y por lo tanto la competencia ejercida por los inversionistas y hacendados locales ser谩, socialmente desleal respecto a una agricultura europea mucho m谩s estricta, controlada y legislada.

En definitiva, se busca fomentar un modelo industrial, inversor y exportador manejado por intermediarios, extranjeros y arist贸cratas locales. Profundizar en el mismo sin proteger la soberan铆a alimentaria traer铆a graves consecuencias y m谩s si se inician expulsiones de campesinos para ocupar sus tierras. El relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentaci贸n, Olivier de Schutter, indic贸 en referencia al acaparamiento de tierra por intereses extranjeros que “Los pa铆ses (…) podr铆an depender cada vez m谩s de los mercados internacionales para alcanzar su seguridad alimentaria. As铆 producir谩n m谩s alimentos, pero estos alimentos se exportar谩n. 脡ste es uno de los fen贸menos que observamos durante la crisis alimentaria mundial de 2007-2008. Los pa铆ses que son menos autosuficientes y dependen m谩s de los mercados internacionales son los que se han visto m谩s gravemente afectados por la creciente volatilidad de los precios”.

Los problemas para el pa铆s africano a煤n podr铆an ser mayores, seg煤n un estudio de la Universidad de Manchester para la Comisi贸n Europea, en el que se indicaba que la liberalizaci贸n comercial tiene impactos negativos en los pa铆ses del Norte de 脕frica, por sobre-explotaci贸n de los recursos h铆dricos, mayor contaminaci贸n ambiental o p茅rdida de la fertilidad de los suelos y de la biodiversidad.

Pr贸ximo destino: Soberan铆a Alimentaria.

El estado espa帽ol promociona las energ铆as renovables para fomentar la soberan铆a energ茅tica y as铆 depender menos de los vaivenes en los precios del gas, petr贸leo, etc. Pero por el contrario, en 茅pocas de crisis energ茅tica, destruye el tejido agr铆cola local y espolea la importaci贸n de alimentos que recorren largas distancias y cuyos precios se ven influidos por la cotizaci贸n del oro negro. Tambi茅n en 茅pocas de crisis econ贸mica en donde inversores burs谩tiles juegan al “monopoly” especulando con alimentos, sacrifican la producci贸n nacional en detrimento de un mercado mezquino y corrupto, al que le trae sin cuidado que la gente llegue o no a fin de mes. En 茅pocas de crisis ecol贸gica, cambios clim谩ticos, etc. se importa comida de la otra parte del globo y se redunda en una agricultura “petrodependiente” e industrial que est谩 “enganchada” a los agroqu铆micos contaminantes. Y en 茅pocas de crisis laboral y altos 铆ndices de paro, se machaca la agricultura aut贸ctona que da vida al campo, sustento a las zonas rurales y empleo a millones de personas.

En contraposici贸n a las incoherencias del poder, cada vez son m谩s los agricultores y campesinos que creen en la soberan铆a alimentaria para garantizar una producci贸n local, ecol贸gica, digna y en manos de los agricultores. A煤n as铆 la clase pol铆tica, en su tradicional papel de amparar intereses particulares, se muestra anuente y favorece acuerdos que hunden a un sector que est谩 en crisis desde hace lustros. El panorama pinta oscuro, pero las calles y los campos siempre ser谩n del pueblo.

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