OPINIÓN de Amy Goodman y Denis Moynihan A principios de la década de 1960, en el estado de Misisipi, el Ku Klux Klan colgó un cartel de ”Buscado” en el que ofrecía una recompensa para la persona que capturara, vivo o muerto, a Bob Moses, un luchador afroestadounidense por los derechos civiles. Moses desafió a sus posibles asesinos y se dedicó a transformar el sur de Estados Unidos y el país entero con su brillante trabajo como activista comunitario. Ayudó a cientos de votantes a registrarse en los padrones electorales y capacitó a personas de diversas comunidades locales para que pudieran hacerlo por sí mismas. Su enfoque práctico y su profunda convicción en la acción no violenta han cambiado la vida de millones de personas. Tenemos que llorar la pérdida de Moses, pero su muerte también debe servir como un llamado a la acción en un momento en el que los derechos electorales por los cuales él y otras tantas personas arriesgaron sus vidas, y por los cuales muchas murieron, están nuevamen