Jos茅 Saramago 29-01-2009 Los ojos que tengo no me han servido de mucho. Veo las letras que voy lanzando, una tras otra, sobre la p谩gina blanca del ordenador, formo palabras que, mejor o peor, le van contando a quienes me leen ciertas opiniones, ciertas ideas que llamo m铆as, visiones del mundo les llamar铆a ret贸ricamente si el mundo se dejase conocer por tan poco. Mucho de lo que veo, s贸lo lo veo porque otros lo han visto antes. Me duele hasta el remordimiento haber sido tan pocas veces en mi vida el que vio. En rigor, no vivo en una burbuja protectora, pero me doy cuenta de que estoy rodeado de personas dispuestas a evitarme choques que, dicen, e tal vez alguna raz贸n tengan, podr铆an afectar negativamente mi trabajo. No s茅. Lo que s铆 s茅 es que el muro de que me siento a veces rodeado, al final es m谩s fr谩gil de lo que parece, lo acometen frecuentemente, con particular violencia, las investidas brutales de la realidad. El libro reciente al que el fot贸grafo Gervasio S谩nchez le ha dad...