Jorge Riechmann “Es terrorífico: no hemos aprendido nada en ochenta años”, resume amargamente Masako Kido ( hibakusha , es decir, superviviente del bombardeo nuclear contra Japón en agosto de 1945), refiriéndose tanto a las armas atómicas como a la geopolítica militarista actual. [1] Pero tampoco hemos aprendido nada sobre la destrucción de ecosistemas y seres vivos, sobre la toxificación generalizada de la biosfera, sobre la tragedia climática… Recuerdo cómo hace un año, en el Sendero del Acebrón (Doñana), Juan Miguel Romero explicaba que en agosto de 1945 estallaron dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, matando a 166.000 personas. Numerosos árboles se hallaban a apenas ochocientos metros del lugar de las detonaciones: a los pocos días ya estaban brotando de nuevo, como supervivientes de la catástrofe. Los japoneses veneran a esos árboles, a los que llaman hibaku-jumoku (“árboles bombardeados”). Juan Miguel prosiguió: “Si continúa el ritmo de deforestación y devastación de...