OPINIÓN de Jorge Riechmann
El superpoder humano es nuestra intensa socialidad, que posibilita formas complejas de cooperación fuerte. E implica, además, que el factor principal de nuestra felicidad y bienestar sean los buenos vínculos sociales (comprender esto, y ser capaz de ponerlo en juego, resulta esencial para cualquier clase de transición ecosocial que merezca su nombre). Pero –ambivalencia de casi todo lo humano– ese superpoder, acoplado con el tribalismo, conduce también a crear verdaderos infiernos en la Tierra. Alianza y condena, se titula uno de los libros del gran Claudio Rodríguez. Una de las claves principales (y desafíos mayúsculos) en nuestro Siglo de la Gran Prueba sería precisamente ése: desacoplar socialidad y tribalismo. Ser capaces de crear comunidades integradoras, no cohesionadas por ningún enemigo, no excluyentes.
