Javier Ortiz 19.08.03 Cándido Méndez voló para llegar cuanto antes a Puertollano y anunciar a los cuatro vientos que Repsol YPF cumple todas las normas de seguridad. («Los estándares de seguridad del sector», dicen él y los suyos. Son así de finos los sindicalistas de ahora.) Fijada la línea correcta, los demás jefes de los sindicatos mayoritarios –que es como se hacen llamar los que cuentan con una burocracia más añeja y nutrida, por insignificante que sea su afiliación– insistieron en la idea: puesto que Repsol ya se había puesto de acuerdo con ellos para formar una comisión conjunta de investigación, todo estaba en las mejores manos posibles. Pero llegaron los trabajadores de las subcontratas y los pusieron de vuelta y media. Les dijeron de todo, de «vendidos» para arriba. Hasta hubo quien los llamó «traidores» (cosa que la verdad es que no entendí muy bien a cuento de qué venía, porque ellos siempre han sido así). Incluso los zarandearon. Vi imágenes de la refriega. Me llam