Por 脕lvaro Cuadra
En pol铆tica, y especialmente en la pol铆tica chilena, es muy dif铆cil entregar certificados de defunci贸n de conglomerados, partidos y figuras. La historia nos ense帽a que la resurrecci贸n pol铆tica existe y, aunque escasa no alcanza para ser calificada de milagro. No obstante, las recientes actuaciones de la llamada Concertaci贸n de Partidos por la Democracia demuestra que tal coalici贸n se encuentra en un estado lamentable, acaso terminal.
Habr铆a que repetir lo que ya se sabe. Una concertaci贸n de partidos nacida y dise帽ada como oposici贸n democr谩tica a la dictadura militar encabezada por el extinto Augusto Pinochet en las postrimer铆as de los ochenta ha envejecido. La vejez que la afecta no solo dice relaci贸n con sus l铆deres emblem谩ticos sino que afecta a su concepci贸n misma. La n铆tida dicotom铆a entre un gobierno autoritario e ilegal y la promesa de restituir la democracia en el pa铆s se ha desdibujado ante una derecha que enarbola hoy, precisamente, las banderas de la democracia y el cambio.
Los s铆ntomas de un acelerado desgaste de la Concertaci贸n ya se hicieron notar en el 煤ltimo mandato presidencial de la se帽ora Bachelet, los que culminaron con una fatal escisi贸n electoral que determin贸 su derrota. No es necesario insistir en las miserias que explican la actual situaci贸n. Lo cierto es que el triste espect谩culo que ofrece hoy la oposici贸n al gobierno de derecha solo augura un alejamiento del poder mucho m谩s prolongado del que se crey贸 al principio de la actual administraci贸n.
Un diagn贸stico m铆nimo debiera dar cuenta, por lo menos, de tres grandes 谩mbitos de acci贸n opositora: La movilizaci贸n social, la presencia medi谩tica y, desde luego, el trabajo legislativo. Es claro que en los dos primeros dominios estrat茅gicos del juego pol铆tico no hay mucho que decir, salvo que lo obrado hasta aqu铆 ha sido insuficiente para tensionar m铆nimamente la hegemon铆a de la derecha en el poder. Respecto del tercer dominio, esto es, la actuaci贸n opositora en el poder legislativo, lo 煤nico que se puede afirmar es que hemos asistido a un triste espect谩culo, un sainete tragic贸mico cuyo resultado est谩 a la vista: El actual gobierno del se帽or Sebasti谩n Pi帽era pareciera gobernar sin oposici贸n.
Hasta el presente, el gobierno se las ha arreglado para aprobar en ambas c谩maras sus proyectos m谩s emblem谩ticos con los votos de muchos parlamentarios opositores. Estos hechos, ciertamente, no hacen sino profundizar las diferencias entre los distintos sectores que conforman la otrora poderosa Concertaci贸n.
Al observar la situaci贸n actual, surge inevitable la pregunta por las ausencias. El gran ausente de la pol铆tica chilena, una pol铆tica manejada por c煤pulas, es aquello que antiguamente se llamaba “el pueblo” y que la misma Concertaci贸n llam贸 “la gente”. Mientras esa silla siga vac铆a, sin profesores, sin ind铆genas, sin trabajadores, sin empleados p煤blicos, sin estudiantes…la fiesta de la democracia en Chile seguir谩 siendo un exclusivo “cocktail” privado al que s贸lo est谩n invitados mercaderes, curas, militares y pol铆ticos de oficio.
· Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS
En pol铆tica, y especialmente en la pol铆tica chilena, es muy dif铆cil entregar certificados de defunci贸n de conglomerados, partidos y figuras. La historia nos ense帽a que la resurrecci贸n pol铆tica existe y, aunque escasa no alcanza para ser calificada de milagro. No obstante, las recientes actuaciones de la llamada Concertaci贸n de Partidos por la Democracia demuestra que tal coalici贸n se encuentra en un estado lamentable, acaso terminal.
Habr铆a que repetir lo que ya se sabe. Una concertaci贸n de partidos nacida y dise帽ada como oposici贸n democr谩tica a la dictadura militar encabezada por el extinto Augusto Pinochet en las postrimer铆as de los ochenta ha envejecido. La vejez que la afecta no solo dice relaci贸n con sus l铆deres emblem谩ticos sino que afecta a su concepci贸n misma. La n铆tida dicotom铆a entre un gobierno autoritario e ilegal y la promesa de restituir la democracia en el pa铆s se ha desdibujado ante una derecha que enarbola hoy, precisamente, las banderas de la democracia y el cambio.
Los s铆ntomas de un acelerado desgaste de la Concertaci贸n ya se hicieron notar en el 煤ltimo mandato presidencial de la se帽ora Bachelet, los que culminaron con una fatal escisi贸n electoral que determin贸 su derrota. No es necesario insistir en las miserias que explican la actual situaci贸n. Lo cierto es que el triste espect谩culo que ofrece hoy la oposici贸n al gobierno de derecha solo augura un alejamiento del poder mucho m谩s prolongado del que se crey贸 al principio de la actual administraci贸n.
Un diagn贸stico m铆nimo debiera dar cuenta, por lo menos, de tres grandes 谩mbitos de acci贸n opositora: La movilizaci贸n social, la presencia medi谩tica y, desde luego, el trabajo legislativo. Es claro que en los dos primeros dominios estrat茅gicos del juego pol铆tico no hay mucho que decir, salvo que lo obrado hasta aqu铆 ha sido insuficiente para tensionar m铆nimamente la hegemon铆a de la derecha en el poder. Respecto del tercer dominio, esto es, la actuaci贸n opositora en el poder legislativo, lo 煤nico que se puede afirmar es que hemos asistido a un triste espect谩culo, un sainete tragic贸mico cuyo resultado est谩 a la vista: El actual gobierno del se帽or Sebasti谩n Pi帽era pareciera gobernar sin oposici贸n.
Hasta el presente, el gobierno se las ha arreglado para aprobar en ambas c谩maras sus proyectos m谩s emblem谩ticos con los votos de muchos parlamentarios opositores. Estos hechos, ciertamente, no hacen sino profundizar las diferencias entre los distintos sectores que conforman la otrora poderosa Concertaci贸n.
Al observar la situaci贸n actual, surge inevitable la pregunta por las ausencias. El gran ausente de la pol铆tica chilena, una pol铆tica manejada por c煤pulas, es aquello que antiguamente se llamaba “el pueblo” y que la misma Concertaci贸n llam贸 “la gente”. Mientras esa silla siga vac铆a, sin profesores, sin ind铆genas, sin trabajadores, sin empleados p煤blicos, sin estudiantes…la fiesta de la democracia en Chile seguir谩 siendo un exclusivo “cocktail” privado al que s贸lo est谩n invitados mercaderes, curas, militares y pol铆ticos de oficio.
· Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS