Por Jos茅 Eul铆cer Mosquera Renter铆a
Desde mi apreciaci贸n, la afroderecha es heredera de aquellos/as “negros/as ameros/as” que durante la colonia, a cambio de m铆seras recompensas, jugaron el papel de sapos, y que adem谩s de mantenerse arrodillados rindiendo pleites铆a a su esclavizador, eran utilizados por estos como verdugos de sus propias comunidades y como informantes en relaci贸n con los prop贸sitos redentores de los/as africanos/as y sus descendientes que con dignidad luchaban contra la abominable instituci贸n de la esclavitud y contra el colonialismo.
Sin embargo, nunca perdieron su condici贸n de esclavos y esclavas. Recordemos que en lo que hoy es Brasil, el cimarr贸n Zumbi, de la Rep煤blica de Palmares y sus comunidades despu茅s de casi un siglo de existencia fueron derrotados por la traici贸n de uno de sus hermanos, y que en lo que hoy es Colombia tambi茅n al gran Benkos Bioh贸 le toc贸 enfrentar la traici贸n de algunos de los propios, amen de las que tuvieron que enfrentar los l铆deres haitianos Toussaint Leouverture y Jean Jacques Dessalines.
Lo anterior indica la necesidad de deslindar los campos, entre quienes estamos por los cambios estructurales que rediman de una vez por todas a nuestros pueblos, y quienes sean coequiperos o agentes de los opresores, de lo contrario, los necesarios cambios se van a aplazar indefinidamente, y nuestros pueblos, hoy bajo el neoliberalismo, continuaran sometidos a la m谩s extrema marginalidad social, al racismo, las discriminaciones y a las peores humillaciones, porque adem谩s, otro indecoroso papel que le han asignado las oligarqu铆as y los imperialismos a la afroderecha es inducir a nuestros pueblos y comunidades a la resignaci贸n, al conformismo y a aceptar la opresi贸n como algo normal y natural. De all铆 la pertinencia del debate que han propuesto nuestros hermanos afrovenezolanos.
En general la afroderecha la lideran personas de capas medias, profesionales y negociantes, de mentalidad peque帽oburguesa y arribista, que por ende pueden estar con los de arriba o con los de abajo de acuerdo a las circunstancias, aunque su aspiraci贸n hist贸rica es convertirse en clase dominante. Por ello el Movimiento Social Afrocolombiano de Perspectiva Revolucionaria debe mejorar su trabajo de fortalecimiento de conciencia y organizaci贸n con las bases populares, especialmente con las masas trabajadoras y campesinas afros, convirti茅ndolas en protagonistas de su destino, que ser谩n las que garantizaran el rumbo correcto de la lucha y la depuraci贸n permanente de sus filas.
Precisamente, hace unos a帽os publiqu茅 mi texto “Los Grandes Retos Que Debe Resolver el Pueblo Afrocolombiano”, con el prop贸sito de provocar este debate y que a trav茅s de 茅l nuestro movimiento social avanzara hacia la construcci贸n de una propuesta ideote贸rica que lo oriente hacia su redenci贸n hist贸rica. Sin embargo, mi prop贸sito no tuvo el impacto esperado entre quienes se han considerado dirigentes o l铆deres del Movimiento Social Afrocolombiano, y mucho menos entre quienes han ocupado las posiciones burocr谩ticas logradas a trav茅s de la Ley 70 de 1.993, o Ley de Comunidades Negras, quiz谩s por el autodesprecio y la subestimaci贸n que han cimentado entre nosotros el colonialismo y el neocolonialismo euroc茅ntricos, o porque estas personalidades en su mayor铆a han estado distra铆das en el consumismo inducido por el capitalismo desarrollista y neoliberal, para lo cual han tomado el tema de la reivindicaci贸n de la afrocolombianidad como comod铆n o como cabalgadura para acceder a contrataciones y a posiciones burocr谩ticas bien remuneradas.
Como lo digo en mi texto referenciado, estoy convencido que no se puede llegar a una explicaci贸n clara de la problem谩tica hist贸rica de los pueblos africanos y de la di谩spora, si los an谩lisis no se enfocan desde la lucha de clases y de la naturaleza de los sistemas socioecon贸micos imperantes. Y como afirma nuestro brillant铆simo historiador e investigador social cubano, Manuel Moreno Fraginals, en su libro “La Historia Como Arma”: “Todo an谩lisis de la africanidad en Am茅rica Latina, fuera del contexto de la lucha de clases, es una divagaci贸n en el vac铆o. Nada puede hacerse si se olvida que el negro africano vino como productor de plusval铆a, y sus descendientes han continuado en la misma funci贸n”
As铆 mismo comparto lo afirmado por nuestro gran maestro Manuel Zapata Olivella en su libro “Las Claves M谩gicas de Am茅rica”, de que para entender la historia de Am茅rica hay que analizarla desde las confrontaciones clasistas, las simbiosis 茅tnico-culturales y las racializaciones colonialistas.
Pero tambi茅n comparto lo afirmado por algunos l铆deres afroestadounidenses, como Henry Wiston y Earl Ofari, de que pretender la redenci贸n de los pueblos africanos y de la di谩spora africana bajo el capitalismo, es un mito o una vana ilusi贸n, por la naturaleza de ese sistema y porque desde la Conferencia de Berl铆n de 1.885 las potencias capitalistas occidentales concertaron mantener a estos pueblos indefinidamente bajo el colonialismo, hoy neocolonialismo, y la marginalidad extrema, a objeto de abaratar el costo de la mano de obra a nivel mundial y de tenerlos en estado de m谩xima vulnerabilidad para disponer de sus territorios ancestrales cuando los proyectos de expansi贸n de sus industrias y negocios lo requieran.
Adem谩s, no vale la pena luchar por la conquista del poder para entreg谩rselo nuevamente a los capitalistas para que contin煤en devorando a nuestros pueblos. Como dijo Carlos Marx, despu茅s de lo ocurrido en la Comuna de Par铆s, los trabajadores no continuaran siendo los mismos ingenuos, de conquistar el poder para luego devolv茅rselo a sus opresores, as铆 se presenten con nuevos ropajes. De all铆 que, si es el sistema capitalista quien ha tenido sumidos en la marginalidad, la pobreza absoluta, el racismo y las discriminaciones a nuestros pueblos, sistema que adem谩s con su prolongada crisis que viene desde los a帽os de 1.970 ha demostrado su agotamiento definitivo, a estos no les queda otro camino que asumir la v铆a del socialismo, como el sistema socioecon贸mico que por ser de naturaleza ajena a la explotaci贸n del hombre por el hombre, a la opresi贸n y al colonialismo, y que tiene por objetivo m谩ximo satisfacer las necesidades sociales fundamentales, dentro de un ambiente social caracterizado por la solidaridad y el m谩s elevado humanismo, no da cabida a racismos ni discriminaciones.
De all铆 que los movimientos sociales y pol铆ticos de los pueblos africanos y de la di谩spora lo m谩s razonable es que se articulen entre si, y que a la vez se unan, se articulen y/o compartan con las dem谩s fuerzas democr谩ticas y progresistas que luchan por la justicia social y por cambios estructurales progresistas, y encaminados hacia el socialismo, pero con identidad propia y sin abandonar sus procesos identitarios, porque adem谩s de la cuesti贸n de clase, somos cultura e historia, componentes identitarios que dan cuenta de nuestra esencia humana. En este sentido los procesos que se desarrollan en Cuba, Bolivia y Venezuela se convierten en las experiencias m谩s pertinentes, ejemplos a seguir y en soportes para las luchas de los dem谩s pueblos, y por ende merecen nuestro respaldo total.
Cuando hablo de la reconstrucci贸n de nuestras historia e identidad, de ninguna manera acepto la pretensi贸n olig谩rquico-colonialista de que estas se inician en la colonia, ni mucho menos los rid铆culos cortometrajes cargados de estereotipos negativos sobre la african铆a, que tradicionalmente han difundido las versiones oficiales de la historia, ya que en realidad procedemos de los pueblos m谩s milenarios del mundo, y que ha quedado suficientemente demostrado en los serios trabajos investigativos hist贸rico-antropol贸gicos de insignes personalidades estudiosas de la african铆a y de las ciencias sociales, como Arturo Ramos, Armando Fortune, Clovis Moura, Melville Herkovits, Isabel Aretz, Manuel Zapata Olivella, Nina S谩nchez de Friedman, Jaime Arocha y Manuel Moreno Fraginals, entre otros, que nuestros abuelos y abuelas secuestrados y esclavizados por los colonialistas occidentales, trajeron sus culturas milenarias a estos nuevos contextos socioambientales e hist贸ricos, donde las recrearon en medio de dificultades que ning煤n otro grupo humano ha vivido. En este sentido y dentro de este proceso de reconstrucci贸n, el primer paso a dar es asumir con orgullo nuestra herencia ancestral africana, condici贸n insoslayable para ser pueblos y personas con alta autoestima y conscientes de unos derechos hist贸ricos, constitucionales y legales por reclamar y defender a como de lugar.
De esta manera entonces, es inaceptable que se promueva la verg眉enza por nuestros or铆genes y el odio hacia los pueblos africanos, bajo la falsa afirmaci贸n de que fueron ellos quienes nos vendieron, con lo cual de paso se limpia de culpas a los colonialistas y neocolonialistas, convirtiendo a las victimas en victimarias. Pues si bien los colonialistas lograron corromper a algunas familias africanas llev谩ndolas a la comercializaci贸n de sus hijos e hijas, quienes idearon e impusieron la trata negrera fueron ellos, por su puesto, contando con la alianza estrat茅gica con algunos gobernantes africanos, sin la cual seguramente no hab铆a sido posible este abominable negocio. Como dice la sentencia popular: “No hay nada que corrompa m谩s que el oro y la plata”. Y a qui aflora nuevamente la cuesti贸n de clase, ya que no podemos confundir la conducta depravada de algunos miembros de las clases dominante africanas, con los pueblos africanos, como tampoco podemos confundir a la clase burguesa, imperialista y colonialista europea, con los pueblos europeos, o a la clase imperialista estadounidense, con el pueblo estadounidense, que tambi茅n son victimas de la explotaci贸n y de la opresi贸n de esas mismas clases dominante, as铆 en el seno de estos pueblos hayan personas de mentalidades racistas, discriminadoras y procolonialistas, como producto de la influencia ideol贸gica imperialista, generada b谩sicamente desde el aparato educativo y de los grandes medios de desinformaci贸n imperialistas. En estos pueblos lo que podemos encontrar es toda una cantera de solidaridad y de humanismo, como ha quedado demostrado en las marchas que realizaron Luther King y Malcom X, donde siempre marchaba un alto n煤mero de personas de otras etnias, culturas y nacionalidades. Igual ha ocurrido en Francia en las protestas de los emigrantes africanos y asi谩ticos, y en Espa帽a con africanos y asi谩ticos que migran clandestinamente e indocumentados, que llegan extenuados a sus costas, y que en medio de la persecuci贸n policial no dejan de aparecer nacionales espa帽oles que los protegen y les facilitan alguna ayuda. As铆 mismo no podemos olvidar las ayudas proporcionadas por el extinto campo socialista a los procesos de transformaciones revolucionarias de 脕frica, Asia y Am茅rica.
Hoy cuando hemos entrado en el A帽o de los Pueblos Afrodescendientes, decretado por la Organizaci贸n de Naciones Unidas, y que la afroderecha internacional est谩 envalentonada, pretendiendo monopolizar los eventos y recursos destinados a la atenci贸n de las problem谩ticas de nuestros pueblos, para continuar engrosando sus cuentas bancarias personales, al tiempo que contin煤an con su indecoros papel de mercenarios, de diversionistas ideol贸gicos, fomentadores del conformismo y la abyecci贸n, para que todo siga igual. Los y las afrodescendientes que realmente hemos dedicado nuestras vidas a la lucha por una vida decorosa para nuestros pueblos y comunidades, donde se superen la marginalidad social, el racismo y las discriminaciones, estamos en el deber de integrarnos y de articular nuestro trabajo en aras del 茅xito. Y en estos prop贸sitos no dudo que podemos contar con el apoyo de los gobiernos de Hugo Ch谩vez y de Evo Morales, en la medida que hagamos las cosas bien y con la mayor seriedad posible.
De all铆 la necesidad de inicialmente integrar un equipo de trabajo con los hermanos afrovenezolanos, en aras de organizar un primer encuentro, de donde debe salir una agenda de trabajo por la reivindicaci贸n social, econ贸mica y pol铆tica de los pueblos afroamericanos y africanos. Considero que en lo inmediato en Colombia deber铆a integrarse una comisi贸n bajo el liderazgo del PCN y del grupo Cimarr贸n para iniciar los contactos en aras de este magno objetivo.
“Por qu茅 afros y no negros”
Aun que este tema no se considere prioritario, desde mi apreciaci贸n tiene que ver con la dignidad de un pueblo y de las personas que lo componen. Ya en eventos internacionales de representantes de los pueblos africanos y de la di谩spora, realizados desde los a帽os de 1.940 hasta la Conferencia de Durban, Sud谩frica, 2001, y en estudios realizados por los m谩s connotados investigadores de la african铆a, se han argumentado las razones por las cuales no debemos llamarnos, ni permitir que nos llamen “negros”, ya que este fue un adjetivo convertido en sustantivo por el colonialista para minimizar o disminuir a los/as africanos/as, que perteneciendo a diferentes etnias fueron racializados/as, con lo cual pudieron catalogarlos como cuasi humanos y con ello justificar su empresa esclavista. De igual manera que utilizaron la expresi贸n “indio” para estigmatizar y minimizar a los abor铆genes de las Am茅ricas, as铆 inicialmente la hayan utilizado por error al creer que hab铆an llegado a la India.
En todos los pa铆ses de las Am茅ricas que he visitado he encontrado que permanentemente se utilizan las expresiones “negro” e “indio” para menospreciar, disminuir e insultar. Pero a la vez en mis visitas y permanencias en diferentes pa铆ses del mundo he podido constatar que a ninguna comunidad o persona le gusta que la racialicen. Es decir que la llamen: “Hola blanco/a” “hola blanquito”, “hola indio” “hola indiecito”, “ese indio”, “ese negro”, ese blanquito”, “hola mestizo”, “hola mesticito”, “ese mesticito”. Por la sencilla raz贸n que los seres humanos ante todo somos c茅lulas culturales e hist贸ricas. A cambio, las expresiones afrocolombiano, afrobrasile帽o, afrovenezolano, etc., est谩n dando cuenta que se es portador de una cultura ancestral y milenaria, de una historia y de una nacionalidad, muy diferente a “negro” o “negros”, que son cosificantes, y que a lo sumo solo se refieren a un rasgo biol贸gico o animal del individuo o pueblo.
Desgraciadamente los pobres modelos educativos que han imperado en nuestros pa铆ses no nos han ayudado a superar muchas pr谩cticas y expresiones degradantes heredadas de la colonia, las cuales perviven en el inconsciente colectivo, ya que han sido modelos euroc茅ntricos, individualista, de corte capitalista y procolonialistas. De tal manera que si nos proponemos dejar atr谩s al colonialismo y vivir en sociedades libertarias y con el m谩s alto grado de humanismo, tenemos que desterrar el lenguaje y las pr谩cticas colonialistas envilecedoras del ser humano.
Pues todo pueblo tiene el derecho a escoger su etn贸nimo o como llamarse, ya que todo nombre lleva intr铆nsicamente una condici贸n dignificante, por ende, es un abuso que se le denomine como a otro se le antoje, y sobre todo si es con prop贸sito envilecedor. Como ocurri贸 con el entonces presidente 脕lvaro Uribe V茅lez, en uno de sus famosos consejos comunales hecho supuestamente para tratar las problem谩ticas m谩s urgentes de la afrocolombianidad, donde les dijo despectivamente a nuestros voceros, y frente a la TV, que de donde es que sac谩bamos ese cuento de denominarnos afrocolombianos, y que para 茅l no 茅ramos sino negros y que nos seguir铆a llamando negros, porque esa era una forma cari帽osa de llamarnos. Pero lo m谩s seguro que a 茅l no le gustar铆a que lo llamaran “mestizo” o “mesticito”, en vez de “paisa”.
Es innegable que algunas personas en ocasiones utilizan las expresiones “negro” o “negrito” cari帽osamente, pero eso no deja de ser una manifestaci贸n de racismo. De ese racismo generado por el colonialismo europeo y que como concluyera Frank Fanon, va dormido en el inconsciente colectivo, que sorpresivamente despierta y se manifiesta como si fuera algo normal y natural, y que solo se podr谩 superar con cambios estructurales y desencadenando procesos educativos renovadores, libertarios y dignificantes de la condici贸n humana.
jlicher001@yahoo.es
Desde mi apreciaci贸n, la afroderecha es heredera de aquellos/as “negros/as ameros/as” que durante la colonia, a cambio de m铆seras recompensas, jugaron el papel de sapos, y que adem谩s de mantenerse arrodillados rindiendo pleites铆a a su esclavizador, eran utilizados por estos como verdugos de sus propias comunidades y como informantes en relaci贸n con los prop贸sitos redentores de los/as africanos/as y sus descendientes que con dignidad luchaban contra la abominable instituci贸n de la esclavitud y contra el colonialismo.
Sin embargo, nunca perdieron su condici贸n de esclavos y esclavas. Recordemos que en lo que hoy es Brasil, el cimarr贸n Zumbi, de la Rep煤blica de Palmares y sus comunidades despu茅s de casi un siglo de existencia fueron derrotados por la traici贸n de uno de sus hermanos, y que en lo que hoy es Colombia tambi茅n al gran Benkos Bioh贸 le toc贸 enfrentar la traici贸n de algunos de los propios, amen de las que tuvieron que enfrentar los l铆deres haitianos Toussaint Leouverture y Jean Jacques Dessalines.
Lo anterior indica la necesidad de deslindar los campos, entre quienes estamos por los cambios estructurales que rediman de una vez por todas a nuestros pueblos, y quienes sean coequiperos o agentes de los opresores, de lo contrario, los necesarios cambios se van a aplazar indefinidamente, y nuestros pueblos, hoy bajo el neoliberalismo, continuaran sometidos a la m谩s extrema marginalidad social, al racismo, las discriminaciones y a las peores humillaciones, porque adem谩s, otro indecoroso papel que le han asignado las oligarqu铆as y los imperialismos a la afroderecha es inducir a nuestros pueblos y comunidades a la resignaci贸n, al conformismo y a aceptar la opresi贸n como algo normal y natural. De all铆 la pertinencia del debate que han propuesto nuestros hermanos afrovenezolanos.
En general la afroderecha la lideran personas de capas medias, profesionales y negociantes, de mentalidad peque帽oburguesa y arribista, que por ende pueden estar con los de arriba o con los de abajo de acuerdo a las circunstancias, aunque su aspiraci贸n hist贸rica es convertirse en clase dominante. Por ello el Movimiento Social Afrocolombiano de Perspectiva Revolucionaria debe mejorar su trabajo de fortalecimiento de conciencia y organizaci贸n con las bases populares, especialmente con las masas trabajadoras y campesinas afros, convirti茅ndolas en protagonistas de su destino, que ser谩n las que garantizaran el rumbo correcto de la lucha y la depuraci贸n permanente de sus filas.
Precisamente, hace unos a帽os publiqu茅 mi texto “Los Grandes Retos Que Debe Resolver el Pueblo Afrocolombiano”, con el prop贸sito de provocar este debate y que a trav茅s de 茅l nuestro movimiento social avanzara hacia la construcci贸n de una propuesta ideote贸rica que lo oriente hacia su redenci贸n hist贸rica. Sin embargo, mi prop贸sito no tuvo el impacto esperado entre quienes se han considerado dirigentes o l铆deres del Movimiento Social Afrocolombiano, y mucho menos entre quienes han ocupado las posiciones burocr谩ticas logradas a trav茅s de la Ley 70 de 1.993, o Ley de Comunidades Negras, quiz谩s por el autodesprecio y la subestimaci贸n que han cimentado entre nosotros el colonialismo y el neocolonialismo euroc茅ntricos, o porque estas personalidades en su mayor铆a han estado distra铆das en el consumismo inducido por el capitalismo desarrollista y neoliberal, para lo cual han tomado el tema de la reivindicaci贸n de la afrocolombianidad como comod铆n o como cabalgadura para acceder a contrataciones y a posiciones burocr谩ticas bien remuneradas.
Como lo digo en mi texto referenciado, estoy convencido que no se puede llegar a una explicaci贸n clara de la problem谩tica hist贸rica de los pueblos africanos y de la di谩spora, si los an谩lisis no se enfocan desde la lucha de clases y de la naturaleza de los sistemas socioecon贸micos imperantes. Y como afirma nuestro brillant铆simo historiador e investigador social cubano, Manuel Moreno Fraginals, en su libro “La Historia Como Arma”: “Todo an谩lisis de la africanidad en Am茅rica Latina, fuera del contexto de la lucha de clases, es una divagaci贸n en el vac铆o. Nada puede hacerse si se olvida que el negro africano vino como productor de plusval铆a, y sus descendientes han continuado en la misma funci贸n”
As铆 mismo comparto lo afirmado por nuestro gran maestro Manuel Zapata Olivella en su libro “Las Claves M谩gicas de Am茅rica”, de que para entender la historia de Am茅rica hay que analizarla desde las confrontaciones clasistas, las simbiosis 茅tnico-culturales y las racializaciones colonialistas.
Pero tambi茅n comparto lo afirmado por algunos l铆deres afroestadounidenses, como Henry Wiston y Earl Ofari, de que pretender la redenci贸n de los pueblos africanos y de la di谩spora africana bajo el capitalismo, es un mito o una vana ilusi贸n, por la naturaleza de ese sistema y porque desde la Conferencia de Berl铆n de 1.885 las potencias capitalistas occidentales concertaron mantener a estos pueblos indefinidamente bajo el colonialismo, hoy neocolonialismo, y la marginalidad extrema, a objeto de abaratar el costo de la mano de obra a nivel mundial y de tenerlos en estado de m谩xima vulnerabilidad para disponer de sus territorios ancestrales cuando los proyectos de expansi贸n de sus industrias y negocios lo requieran.
Adem谩s, no vale la pena luchar por la conquista del poder para entreg谩rselo nuevamente a los capitalistas para que contin煤en devorando a nuestros pueblos. Como dijo Carlos Marx, despu茅s de lo ocurrido en la Comuna de Par铆s, los trabajadores no continuaran siendo los mismos ingenuos, de conquistar el poder para luego devolv茅rselo a sus opresores, as铆 se presenten con nuevos ropajes. De all铆 que, si es el sistema capitalista quien ha tenido sumidos en la marginalidad, la pobreza absoluta, el racismo y las discriminaciones a nuestros pueblos, sistema que adem谩s con su prolongada crisis que viene desde los a帽os de 1.970 ha demostrado su agotamiento definitivo, a estos no les queda otro camino que asumir la v铆a del socialismo, como el sistema socioecon贸mico que por ser de naturaleza ajena a la explotaci贸n del hombre por el hombre, a la opresi贸n y al colonialismo, y que tiene por objetivo m谩ximo satisfacer las necesidades sociales fundamentales, dentro de un ambiente social caracterizado por la solidaridad y el m谩s elevado humanismo, no da cabida a racismos ni discriminaciones.
De all铆 que los movimientos sociales y pol铆ticos de los pueblos africanos y de la di谩spora lo m谩s razonable es que se articulen entre si, y que a la vez se unan, se articulen y/o compartan con las dem谩s fuerzas democr谩ticas y progresistas que luchan por la justicia social y por cambios estructurales progresistas, y encaminados hacia el socialismo, pero con identidad propia y sin abandonar sus procesos identitarios, porque adem谩s de la cuesti贸n de clase, somos cultura e historia, componentes identitarios que dan cuenta de nuestra esencia humana. En este sentido los procesos que se desarrollan en Cuba, Bolivia y Venezuela se convierten en las experiencias m谩s pertinentes, ejemplos a seguir y en soportes para las luchas de los dem谩s pueblos, y por ende merecen nuestro respaldo total.
Cuando hablo de la reconstrucci贸n de nuestras historia e identidad, de ninguna manera acepto la pretensi贸n olig谩rquico-colonialista de que estas se inician en la colonia, ni mucho menos los rid铆culos cortometrajes cargados de estereotipos negativos sobre la african铆a, que tradicionalmente han difundido las versiones oficiales de la historia, ya que en realidad procedemos de los pueblos m谩s milenarios del mundo, y que ha quedado suficientemente demostrado en los serios trabajos investigativos hist贸rico-antropol贸gicos de insignes personalidades estudiosas de la african铆a y de las ciencias sociales, como Arturo Ramos, Armando Fortune, Clovis Moura, Melville Herkovits, Isabel Aretz, Manuel Zapata Olivella, Nina S谩nchez de Friedman, Jaime Arocha y Manuel Moreno Fraginals, entre otros, que nuestros abuelos y abuelas secuestrados y esclavizados por los colonialistas occidentales, trajeron sus culturas milenarias a estos nuevos contextos socioambientales e hist贸ricos, donde las recrearon en medio de dificultades que ning煤n otro grupo humano ha vivido. En este sentido y dentro de este proceso de reconstrucci贸n, el primer paso a dar es asumir con orgullo nuestra herencia ancestral africana, condici贸n insoslayable para ser pueblos y personas con alta autoestima y conscientes de unos derechos hist贸ricos, constitucionales y legales por reclamar y defender a como de lugar.
De esta manera entonces, es inaceptable que se promueva la verg眉enza por nuestros or铆genes y el odio hacia los pueblos africanos, bajo la falsa afirmaci贸n de que fueron ellos quienes nos vendieron, con lo cual de paso se limpia de culpas a los colonialistas y neocolonialistas, convirtiendo a las victimas en victimarias. Pues si bien los colonialistas lograron corromper a algunas familias africanas llev谩ndolas a la comercializaci贸n de sus hijos e hijas, quienes idearon e impusieron la trata negrera fueron ellos, por su puesto, contando con la alianza estrat茅gica con algunos gobernantes africanos, sin la cual seguramente no hab铆a sido posible este abominable negocio. Como dice la sentencia popular: “No hay nada que corrompa m谩s que el oro y la plata”. Y a qui aflora nuevamente la cuesti贸n de clase, ya que no podemos confundir la conducta depravada de algunos miembros de las clases dominante africanas, con los pueblos africanos, como tampoco podemos confundir a la clase burguesa, imperialista y colonialista europea, con los pueblos europeos, o a la clase imperialista estadounidense, con el pueblo estadounidense, que tambi茅n son victimas de la explotaci贸n y de la opresi贸n de esas mismas clases dominante, as铆 en el seno de estos pueblos hayan personas de mentalidades racistas, discriminadoras y procolonialistas, como producto de la influencia ideol贸gica imperialista, generada b谩sicamente desde el aparato educativo y de los grandes medios de desinformaci贸n imperialistas. En estos pueblos lo que podemos encontrar es toda una cantera de solidaridad y de humanismo, como ha quedado demostrado en las marchas que realizaron Luther King y Malcom X, donde siempre marchaba un alto n煤mero de personas de otras etnias, culturas y nacionalidades. Igual ha ocurrido en Francia en las protestas de los emigrantes africanos y asi谩ticos, y en Espa帽a con africanos y asi谩ticos que migran clandestinamente e indocumentados, que llegan extenuados a sus costas, y que en medio de la persecuci贸n policial no dejan de aparecer nacionales espa帽oles que los protegen y les facilitan alguna ayuda. As铆 mismo no podemos olvidar las ayudas proporcionadas por el extinto campo socialista a los procesos de transformaciones revolucionarias de 脕frica, Asia y Am茅rica.
Hoy cuando hemos entrado en el A帽o de los Pueblos Afrodescendientes, decretado por la Organizaci贸n de Naciones Unidas, y que la afroderecha internacional est谩 envalentonada, pretendiendo monopolizar los eventos y recursos destinados a la atenci贸n de las problem谩ticas de nuestros pueblos, para continuar engrosando sus cuentas bancarias personales, al tiempo que contin煤an con su indecoros papel de mercenarios, de diversionistas ideol贸gicos, fomentadores del conformismo y la abyecci贸n, para que todo siga igual. Los y las afrodescendientes que realmente hemos dedicado nuestras vidas a la lucha por una vida decorosa para nuestros pueblos y comunidades, donde se superen la marginalidad social, el racismo y las discriminaciones, estamos en el deber de integrarnos y de articular nuestro trabajo en aras del 茅xito. Y en estos prop贸sitos no dudo que podemos contar con el apoyo de los gobiernos de Hugo Ch谩vez y de Evo Morales, en la medida que hagamos las cosas bien y con la mayor seriedad posible.
De all铆 la necesidad de inicialmente integrar un equipo de trabajo con los hermanos afrovenezolanos, en aras de organizar un primer encuentro, de donde debe salir una agenda de trabajo por la reivindicaci贸n social, econ贸mica y pol铆tica de los pueblos afroamericanos y africanos. Considero que en lo inmediato en Colombia deber铆a integrarse una comisi贸n bajo el liderazgo del PCN y del grupo Cimarr贸n para iniciar los contactos en aras de este magno objetivo.
“Por qu茅 afros y no negros”
Aun que este tema no se considere prioritario, desde mi apreciaci贸n tiene que ver con la dignidad de un pueblo y de las personas que lo componen. Ya en eventos internacionales de representantes de los pueblos africanos y de la di谩spora, realizados desde los a帽os de 1.940 hasta la Conferencia de Durban, Sud谩frica, 2001, y en estudios realizados por los m谩s connotados investigadores de la african铆a, se han argumentado las razones por las cuales no debemos llamarnos, ni permitir que nos llamen “negros”, ya que este fue un adjetivo convertido en sustantivo por el colonialista para minimizar o disminuir a los/as africanos/as, que perteneciendo a diferentes etnias fueron racializados/as, con lo cual pudieron catalogarlos como cuasi humanos y con ello justificar su empresa esclavista. De igual manera que utilizaron la expresi贸n “indio” para estigmatizar y minimizar a los abor铆genes de las Am茅ricas, as铆 inicialmente la hayan utilizado por error al creer que hab铆an llegado a la India.
En todos los pa铆ses de las Am茅ricas que he visitado he encontrado que permanentemente se utilizan las expresiones “negro” e “indio” para menospreciar, disminuir e insultar. Pero a la vez en mis visitas y permanencias en diferentes pa铆ses del mundo he podido constatar que a ninguna comunidad o persona le gusta que la racialicen. Es decir que la llamen: “Hola blanco/a” “hola blanquito”, “hola indio” “hola indiecito”, “ese indio”, “ese negro”, ese blanquito”, “hola mestizo”, “hola mesticito”, “ese mesticito”. Por la sencilla raz贸n que los seres humanos ante todo somos c茅lulas culturales e hist贸ricas. A cambio, las expresiones afrocolombiano, afrobrasile帽o, afrovenezolano, etc., est谩n dando cuenta que se es portador de una cultura ancestral y milenaria, de una historia y de una nacionalidad, muy diferente a “negro” o “negros”, que son cosificantes, y que a lo sumo solo se refieren a un rasgo biol贸gico o animal del individuo o pueblo.
Desgraciadamente los pobres modelos educativos que han imperado en nuestros pa铆ses no nos han ayudado a superar muchas pr谩cticas y expresiones degradantes heredadas de la colonia, las cuales perviven en el inconsciente colectivo, ya que han sido modelos euroc茅ntricos, individualista, de corte capitalista y procolonialistas. De tal manera que si nos proponemos dejar atr谩s al colonialismo y vivir en sociedades libertarias y con el m谩s alto grado de humanismo, tenemos que desterrar el lenguaje y las pr谩cticas colonialistas envilecedoras del ser humano.
Pues todo pueblo tiene el derecho a escoger su etn贸nimo o como llamarse, ya que todo nombre lleva intr铆nsicamente una condici贸n dignificante, por ende, es un abuso que se le denomine como a otro se le antoje, y sobre todo si es con prop贸sito envilecedor. Como ocurri贸 con el entonces presidente 脕lvaro Uribe V茅lez, en uno de sus famosos consejos comunales hecho supuestamente para tratar las problem谩ticas m谩s urgentes de la afrocolombianidad, donde les dijo despectivamente a nuestros voceros, y frente a la TV, que de donde es que sac谩bamos ese cuento de denominarnos afrocolombianos, y que para 茅l no 茅ramos sino negros y que nos seguir铆a llamando negros, porque esa era una forma cari帽osa de llamarnos. Pero lo m谩s seguro que a 茅l no le gustar铆a que lo llamaran “mestizo” o “mesticito”, en vez de “paisa”.
Es innegable que algunas personas en ocasiones utilizan las expresiones “negro” o “negrito” cari帽osamente, pero eso no deja de ser una manifestaci贸n de racismo. De ese racismo generado por el colonialismo europeo y que como concluyera Frank Fanon, va dormido en el inconsciente colectivo, que sorpresivamente despierta y se manifiesta como si fuera algo normal y natural, y que solo se podr谩 superar con cambios estructurales y desencadenando procesos educativos renovadores, libertarios y dignificantes de la condici贸n humana.
jlicher001@yahoo.es