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La Imagen y el Ser


Por Mauricio Casta帽o H
Historiador
Colombiakr铆tica

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Mirarse en el espejo no sin interferencias, no s贸lo se reproduce nuestra imagen, sino que en el mismo momento en que centramos la mirada en nuestro yo reflejado, constatamos una disonancia, un desajuste que incomoda, nos pone inconformes o por lo menos dudosos de nosotros mismos, constatamos que algo no se ajusta, no encuadra en nuestro ser. No basta cuantas veces retornemos la mirada a nuestro yo duplicado, la duda y la inconformidad saltan sobre un reparo a nuestra propia imagen proyectada y reflejada en el espejo. 

En ocasiones preguntamos a quien tenemos cerca, si esta parte de nuestro rostro se ve bien o no, desconfiamos de la imagen proyectada, guardamos reparos. Es el s铆 mismo reflejado, doblado, falseado, es el simulacro que hacemos de nosotros mismos, y que tenemos al instante ante nuestros ojos. El espejo devela el inter茅s del yo por reconocerse. Es una especie de fotogramas que dan cuenta de un momento dado del ser. 


La imagen es el doble, reproduce un real en la sombra o en el espejo no sin disminuci贸n, acentuando detalles que a simple vista pasan desapercibidos. La imagen salta obst谩culos en ese irreal en el que nos sumergimos, es todo un espect谩culo, toda una teatralidad a la que asistimos. Pero uno no se divide impunemente. Habitamos el cuerpo y nos inscribimos en 茅l. Estamos ante nuestra interioridad pulsional. 


Una imagen vale m谩s que mil palabras, acostumbra a decirse en la sabidur铆a popular, y nada mejor para expresar nuestro yo interior que sale, que se exterioriza en el afuera para expresarse, para develarse, para realizarse en la materialidad existencial. Todo es movimiento, sentenci贸 Her谩clito. La vida por una experiencia. La ciudad es ajetreo, movimiento y concentraci贸n. Por el contrario, la campi帽a, el campo «que verdea, y sin contenido, descansa, pero bastante r谩pido ella crea la aburrici贸n; el reposo asegurado desmoviliza». Seguimos a Francois Dagonet un sabio franc茅s actual y desconocido en su libro Filosof铆a de la Imagen.


Vivir, existir, el pasar, la vida transcurre con las experiencias que construimos, cada quien ve el mundo seg煤n los lentes que lleve puestos. As铆, nosotros, b铆pedos sin plumas, capturamos lo real mediante el reflejo que nos llega, es decir, elaboramos la realidad mediante im谩genes de un real, un virtual, la misma habitar谩 nuestro cuerpo de pies a cabeza para dar una triada de imagen, imaginaci贸n, imaginarios. La imaginaci贸n retiene una idea de la cosa, de un real apropiado por cada individuo, el mundo no es m谩s que nuestra representaci贸n. La imagen entrar谩 en una circulaci贸n casi que inagotable. En los sue帽os las im谩genes son imperceptibles, intocables pero no as铆 hacen referencia a realidades de un mundo vivido.


La imagen es s铆ntesis que contiene lo mucho en lo poco. Cada ser es reflejo hacia s铆 mismo y hacia la ciudad que alberga lo mejor de la vida en todo aquello que almacena, concentra y distribuye, es todo un circuito de intercambios que vivifican la vida. La vida es movimiento, la quietud mata. En la soledad, en la campi帽a, el solaz dura poco para luego caer en el aburrimiento de nunca acabar, por eso la vida se define como movimiento perpetuo todo el tiempo. Cada individuo es un flujo de vida que persiste una y otra vez con cada reproducci贸n que nos prolonga. El ser se compone de un adentro y un afuera, somos el todo y la parte, el ser que se proyecta en la imagen reflejada.

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