Por Mauricio Castaño H
Historiador
Colombiakrítica
La ciudad es un Leviatán Moderno
El Leviatán moderno es la ciudad, su caos acosa y amenaza con desestabilizar el «yo», con destruir el «nosotros», con deshacer el tejido social, el espíritu comunitario, esa cosa rara y extraña llamada simpatía plural que es la humanidad. Pero hasta dónde todo esto sólo está respondiendo a un automatismo de la mega máquina que es la ciudad, que toma prestados los cuerpos de los hombres y los consume en sus ritmos y sus lógicas industriales. Se dice que la sociedad industrial produce ante todo a los hombres, a la sociedad. Pero nada quita una intervención inteligente para hacer más habitable estos sumideros humanos.
La Sociedad Industrial Produce Hombres
Los automatismos fabriles del capitalismo moderno no sólo transforman el mundo, sino que toman prestadas a las personas de pies a cabezas. La sociedad de producción produce ante todo la sociedad. «La sociedad de producción produce ante todo la sociedad. El pensamiento se piensa en mí. El yo pierde su importancia rectora, sólo sirve de receptáculo a la operación reflexiva. Y tanto no es «el yo» que piensa, que el pensamiento no le pertenece y que él deberá - sino quiere ser invalidado- apoderarse de otros, de todos aquellos que se dedican a reactivarlo». (Mi pensamiento, por ejemplo, se apodera y se valida de este aparato crítico: F. Dagognet, La Invencion de Nuestro Mundo, 2008) ¿De qué es capaz un cuerpo? Un cuerpo es capaz según de lo que se le entrene.
Nos exteriorizamos en la herramta
Así como el puño se exterioriza en el martillo cada vez mejorado y automatizado, así la industria toma prestado a su fuerza de trabajo produciendo sus artefactos. Con todo esto queremos plantear ese ideal esquivo de una libertad imaginaria porque cada vez nos sentimos acorralados y amenazados por todo este mundo que se nos sale de las manos. Hace poco el magnate Bill Gates dijo, en referencia a la inteligencia artificial, que los humanos ya no son necesarios, entiendo, quiero entender por ello, la fuerza laboral.
La ciudad Administrativa, Fabril y Dormitorio
Por lo general la ciudad tiene dos polos, uno central administrativo y otro fabril donde se trabaja, incluso se puede considerar uno tercero residencial para el descanso reparador, de recargar nuevas energías para continuar la marcha productiva, existencial. Aunque lo industrial es lo que configura la ciudad, de allí los diseños de sus paisajes urbanos que sigue su automatismo como la rectitud de las carreteras que atraviesan montañas con sus túneles, allí también el paisaje se adapta a lo vial y no aquel a éste. En décadas anteriores, incluso siglos, sin el avance tecnológico, era al contrario, las carreteras se adaptaban, contorneaban el paisaje, se integraban a él.
Energía Industrial y El Espíritu Comunitario
La ciudad actual es fabril que da dinamismo, incluso un estilo. Es su capacidad instauradora de máquina industrial. Lo fabril moviliza la invención, nada está quieto, la transformación es ley, energía que se transforma. La ciudad es una mega máquina. Todo esto es tan sólo el esqueleto de un organismo en lo cual subsiste con lo administrativo y financiero. Pero esto no da cuenta de lo vital y de la energía propia por cuenta de la gente, de la comunidad, del espíritu comunitario y sus espacios comunes como la calle y los parques, donde todos tenemos la posibilidad de cruzarnos.
Pero la ciudad sufre transformaciones constantes, lo que ayer fue, hoy no lo es, hace parte del recuerdo, de lo monumental y de lo museal. Pero si bien todo este movimiento de ciudad se debe a lo industrial productivo, es el espíritu comunitario que anima la vida. En los espacios comunes, las calles, los parques está todo eso que nos une y nos enlaza: simpatía plural. Humidad plural. Resta entonces una inteligente gestión del territorio, de los espacios comunes que en última instancia son para la vida, para la mejor calidad de vida posible.
Ciudad Mega Espectáculo
La ciudad y la nación no pueden convertirse en una especie de mega centro comercial o una enorme concha acústica donde sólo importa la ganancia sin importar el bien común. Es una amenaza real por cuenta de toda la industria del espectáculo que viene con sus flujos monetarios y de ruidos a los cuatro vientos, haciendo sonar las cajas registradoras del mundo legal, ilegal e informal, todo a costa de romper el tejido social, esa simpatía plural de humanidad, en fin, algo edificante, algo constructivo. Si no se gestiona el espacio de manera inteligente y para la vida, la vida como rumba y espectáculo termina tragándose todo lo diverso y edificante que aún persiste.