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Comandante Chávez, te extrañamos y apoyamos a tu Venezuela bolivariana

OPINIÓN de Sergio Ortiz, Argentina.-  Comandante Hugo Chávez:

No tuve el gusto de conocerlo personalmente, pero aprecié su dura lucha desde Argentina, que usted recorrió como si fuera la suya, y de verdad lo era, como parte de la Patria Grande Latinoamericana.

Creo que la vez que lo tuve más cerca fue a por lo menos un centenar o más de metros, bajo la lluvia, en el estadio de Mar del Plata, el 5 de noviembre de 2005, cuando usted proclamó, al lado de Evo y dirigentes latinoamericanos, el famoso “ALCA carajo”. ¡Cómo llovía ese día y cuánta emoción! Teníamos la sensación de que era un día histórico. A usted le debe haber pasado lo mismo, por lo inspirado y feliz que se lo veía, con Diego Maradona al lado levantando el puño. Muchos puños y muchas manos con el índice y el anular haciendo la “V” de la victoria, que no es la de Churchill sino de nuestros pueblos indolatinoamericanos.

Su muerte nos impactó a los patriotas y revolucionarios, aún cuando lo intuíamos, porque usted lo había advertido en su último viaje por razones de salud a la querida Cuba, cuando dijo que si no volvía dejaba como su continuador a Nicolás Maduro. Sabíamos que la enfermedad lo estaba matando físicamente, aunque no de espíritu, porque hasta el final se mantuvo con el ánimo en alto.

Usted, enfermo y todo, propinó terrible derrota a la derecha escuálida y proyanqui, que se relamía pensando en la victoria del señorito empresario ese domingo 7 de octubre de 2012. Y le ganó con amplitud, con el apoyo masivo del pueblo venezolano, a pesar de los millones de dólares aportados por la NED, IRI, Departamento de Estado y otros nombres de fantasía de la CIA y la Bolsa de Wall Street.

Por si anda mal la conexión de Internet entre el Cielo y la Tierra, le comento lo que ya le habrán dicho sus mejores amigos. Que las cosas en Venezuela están ásperas, por las guarimbas que arman la derecha, la reacción y jóvenes que de idealistas no tienen nada, sólo el american way of life de Miami y su violencia golpista.

Me imagino que usted, donde esté, estará preocupado y con ganas de bajar a seguir la pelea en su querido país. Le digo que no hace falta. Que Maduro está luchando muy bien, con Diosdado y demás dirigentes, con fuerte apoyo de la clase trabajadora y las masas humildes que supieron lo que es un médico gracias a usted y a Cuba, que los mandó de a miles con Barrio Adentro.

Como decimos los argentinos, “no se caliente” comandante. Los bolivarianos están peleando por los logros del socialismo del Siglo XXI y por las cosas en que se plasma ese proyecto: más trabajo, menos inflación, más organización popular, gobierno de calle, combate a la corrupción, etc.

Además, querido Chávez, entre las muchas cosas excelentes que usted piloteó en Venezuela, está la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que ha sido pilar de los cambios y conquistas populares. Allí está la gran diferencia con los golpes o destituciones que la derecha y el imperio han intentado en varios de nuestros países, donde las Fuerzas Armadas están permeadas por esos intereses oligárquicos, incluso en Argentina, aún con algunos avances. En Venezuela no es así. Allí hay consistencia y patriotismo en los militares que defienden la democracia. Y eso, no es adulación, es en gran medida gracias a usted, que desde febrero de 1992 o aún antes trabajó duro para esa unidad de pueblo y militares bolivarianos (agregaría, sanmartinianos). Ojalá el resto de la UNASUR tuviera militares graduados en esa escuela de la vida. Muchos de los uniformados, en cambio, hicieron cursos del Comando Sur, como antes en la Escuela de las Américas y West Point. Lo suyo en esta materia ha sido estratégico, comandante.

A un año de su muerte los pueblos de la región y el mundo lo extrañan. No sólo en América Latina: en Siria, Belarús, Ucrania, como en Teherán y La Habana, pasando por Sudáfrica y Beijing, Crimea y Puerto Príncipe, en los indignados europeos, la gente sencilla se conduele de su partida. El dolor no cesa.

No se preocupe tanto, comandante. Los suyos, que son los nuestros, siguen peleando como leones en defensa de la revolución bolivariana. Usted los educó y organizó y están respondiendo muy bien. Son suficientes y van a ganar no sólo elecciones -que en eso usted les dejó casi todo el récord de 18 sobre 19 comicios ganados- sino también en la lucha política, ideológica y cultural, en la calle. Los suyos son más que suficientes, maestro, pero si en algún momento necesitan alguna mano de los militantes argentinos no tienen más que hacer una seña y con lo que podamos ayudar, ayudaremos.

Lo haremos con todo gusto, comandante, por tantas cosas que usted hizo por la amistad de argentinos y venezolanos. ¿O cree que olvidamos que cuando nuestro país se caía a pedazos por el desempleo, Venezuela dio trabajo encargando barcos en el Astillero Río Santiago? ¿Cree que no sabemos que usted salvó a Sancor de caer en la bolsa de George Soros, ayudando con un préstamo a pagar en productos lácteos? No. No nos olvidamos de eso, como tampoco de su compra de bonos por varios miles de millones de dólares, cuando nadie le prestaba a Argentina.

Todo eso está guardado en la memoria, como canta León Gieco. Y no me refiero principalmente a esas cuestiones de la economía y el comercio, de por sí importantes. Tengo en cuenta también ese amor suyo por la hermandad latinoamericana, por su ayuda a Cuba socialista y a Haití, por la fundación del ALBA junto con Fidel Castro y el impulso a la CELAC, por su saludo al Bicentario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, su rescate de los postulados de Bolívar y San Martín, de José Martí, Salvador Allende y el Che Guevara.

No quiero dorarle la píldora, comandante. No es que ande todo bien ni que la casa esté en orden; no podría estarlo con tanta pelea contra tantos elementos reaccionarios que quieren volver a los '90 en la región. Pero estamos dando pelea, como usted enseñó, y dentro de esa lucha los suyos, los bolivarianos, están en las primeras filas. Debe ser por eso que el imperio los tiene entre ceja y ceja y no los deja en paz.

Ese es un gran mérito colectivo, popular, pero también suyo, comandante. Usted sigue ganando batallas como el Cid Campeador, incluso después de muerto.

En este primer aniversario de su partida, donde usted esté, lo extrañamos mucho. Muchos venezolanos piensan dar un paso al frente para cubrir entre todos ese gran lugar que se abrió el doloroso y tristísimo 5 de marzo de 2013. Usted ha sido muy católico. Lo respeto totalmente en eso pero como soy ateo me pregunto dónde estaba Dios, cuando la muerte se lo llevó a usted tan joven habiendo tantos “hijos de puta”, como decimos en Argentina, que siguen haciendo tanto daño a la humanidad.

Disculpe tanto atrevimiento. El dolor lo pone atrevido a uno, a veces. Y el sentimiento se escapa a raudales sin respetar grados ni lutos. Descanse en paz.




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