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En medio de ruido y mentiras, saber escuchar el mensaje

OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.-   El paro nacional se llenó de ruidos y mentiras políticas de sus organizadores. De todos modos el gobierno debería ser capaz de escuchar un mensaje válido de una parte de los trabajadores, aún a pesar de los pésimos mensajeros.

Había un antecedente, cuando el 20 de noviembre de 2012 se llamó a un primer paro general contra el gobierno por parte de un espectro gremial y político muy parecido al de este segundo intento de paralización, el 10 de abril.

Hay una diferencia cuantitativa y cualitativa entre ambas jugadas opositoras. De cantidad, porque esta segunda fue más abarcadora y se hizo sentir con más fuerza en actividades económicas y comerciales, descontando el corte a la yugular de todos los servicios de transporte.

Por las dudas, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, las primeras espadas del paro, dejaron hacer piquetes a la izquierda trotskista y otros aliados (CCC y Barrios de Pie). De labios para afuera aquel terceto se deslindó de los piquetes, por si había algunos incidentes de los que no querían hacerse cargo. Sabían que esos grupos supuestamente "de izquierda", con los cortes de calles y puentes, eran funcionales a la paralización de actividades. Y los dejaron hacer, con mucho oportunismo político.

En eso siguieron el ejemplo de sus maestros políticos Sergio Massa y Mauricio Macri, quienes compartieron la necesidad del paro contra el gobierno, pero dijeron estar preocupados por los piquetes. Así aprovechaban del costado positivo de la huelga para sus respectivos proyectos político-electorales, pero al mismo tiempo ponían cierta distancia para no regalarle a CFK la bandera de la "convivencia ciudadana" a la que ésta había convocado en su mensaje a la Asamblea Legislativa del 1 de marzo.

Con todo, la principal diferencia cualitativa respecto al 20-N es que, incluso en su denominación, esa jornada sindical tuvo una fuerte impronta cacerolera, de clases medias urbanas disconformes con la presidenta. Las consignas de esos caceroleros tenían más que ver con el macrismo, los radicales y personajes como Elisa Carrió y Patricia Bullrich, e impactaron en aquella medida de la CGT. Más, esos sectores adhirieron a ese primer paro anti-K.

Ahora, con toda la mugre dirigencial acumulada en Azopardo 802, hay que admitir que la convocatoria tuvo una clara hegemonía sindical. Se dirá, con razón, que de sindicalistas-empresarios y con un contenido político muy sesgado, favorable al mencionado Massa. Sin embargo hay que partir de la realidad: fue un paro con bastante impacto en segmentos importantes de los asalariados. Acá los caceroleros no tuvieron rol alguno sino los caciques sindicales, lamentablemente traccionando a una parte de sus bases, equivocadas o no.

Dos medios amigos

Para que pudiera ampliarse ese rasgo de participación de trabajadores en un paro contra el gobierno kirchnerista hay que tomar nota de la importancia de dos medios clave: los medios de transporte que brillaron por su ausencia el jueves y los medios de comunicación que trabajaron a full ese día y los anteriores, fogoneando el paro.

La escuadra moyanista-barrionuevista del transporte, con Roberto Fernández (UTA), Omar Maturano (Fraternidad) y Ricardo Cirielli (APTA), literalmente dejó a pie al país. Fernández también mandó sus patotas a interrumpir el Subte, cuyo sindicato pluralista no adhería a la medida, a excepción de la línea B conducida por el trotskista Claudio Dellacarbonara (PTS), quien con tal de confluir con la CGT contra Cristina Fernández de Kirchner embistió contra la resolución mayoritaria de su gremio. De hecho se unió con el archienemigo Fernández.

¿Y qué decir de la labor propagandística de Clarín y otros medios? Fueron un factor de primer orden para la difusión y propaganda del paro, amplificando su alcance y perspectivas. La gente de Magnetto, que tanto se queja contra las "cadenas nacionales" de la presidenta no tuvo prurito en poner en cadena nacional una hora a la cúpula cegetista en su balance de la medida. Y no se sonrojó cuando en esa conferencia de prensa se maltrató a periodistas de CN23, C5N y Radio Nacional. Moyano y Barrionuevo estuvieron bastante patoteros, sobre todo el segundo, con esos cronistas, incluso con una mujer que había tenido "el atrevimiento" de preguntarle por su posible participación en una Mesa Sindical Massa Presidente.

Barrionuevo, personaje de cero credibilidad, la ninguneó y maltrató, pese a que días antes había declarado lo mismo que le preguntaba esa periodista. Y al día siguiente volvió a ese discurso massista, asegurando que el líder del Frente Renovador los iba a matar electoralmente a los K.

Adepa y Fopea emitieron unas líneas para criticar levemente a los dos burócratas, pero no autocriticaron que sus medios y periodistas asociados pusieran a esos personajes como leyendas del movimiento obrero.

Rara mezcla

Tratándose de una protesta de una porción de la clase trabajadora, hubo un apoyo y una participación que desentonaron.

El apoyo que llamó la atención fue el de la Sociedad Rural "Argentina" que por boca de su presidente Luis Miguel Etchevehere declaró que apoyaba "los reclamos planteados".

La participación de Eduardo Buzzi, fue una continuidad de lo conocido. El titular de la FAA es un habitué de estas demostraciones cegetistas y del sector de la CTA de Pablo Micheli. Estuvo en todas las reuniones previas al paro y en la conferencia de prensa con aires triunfalistas del jueves a la tarde, cuando le dieron la palabra y cerró su intervención con una consigna setentista con significado para la izquierda. "El pueblo unido jamás será vencido", expresó el integrante de la Mesa de Enlace Rural, cuyas entidades muchas veces han estado en el campo militar-civil que venció transitoriamente al pueblo, como en 1976.

La rara mezcla del 10-A incluyó a dirigentes supuestamente de izquierda, como el platinado "Pollo Sobrero" (de la trotskista IS) y el diputado Néstor Pitrola (PO), combinados con Moyano y Barrionuevo, dupla que procede -como lo puntualizó "Momo" Venegas- de la "gloriosa Juventud Sindical Peronista".

Micheli viene de la centroizquierda y tuvo la desmesura de afirmar que, si vivieran, Agustín Tosco y Rodolfo Walsh también habrían parado. En medio de repudios por esa afirmación, la indignada hija de Tosco, Malvina, envió una carta a Radio Nacional Córdoba. Siempre es difícil saber qué habrían hecho los muertos, aunque en este caso de líderes sindicales combativos hay una presunción opuesta a la temeraria del socio menor de Moyano.

La "columna vertebral"

El programa de la CGT y la minoritaria CTA para el paro mezcló peras con manzanas y en política tomó de blanco exclusivo a la presidenta, sin sentar en el banquillo a algunos "asesinos seriales" del salario.

Eran justas las demandas de paritarias libres y aumentos para los jubilados, así como elevar el monto del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. En cambio, no estaba bien poner en términos tan genéricos y massistas la lucha contra "la inseguridad y el narcotráfico". ¿Los burócratas quieren las camaritas de Massa y sus acuerdos con el Manhattan Institute, o la inclusión social y un Acuerdo de Seguridad Democrática? Es claro que están por la primera opción, policíaca, pero en vez de debatirla, la pusieron como quinto punto de un programa que no debatió una asamblea de trabajadores en ninguna provincia antes de llamarse al 10-A.

Uno de los mayores contrabandos ideológicos fue que omitieran toda referencia a los factores del poder económico que generan la inflación. Sin negar la culpa del gobierno con la devaluación y laxos controles, los aumentos de precios tienen que ver con los monopolios y supermercadistas. Son éstos y no la presidenta los que remarcan los precios. Los popes sindicales lo saben bien, pero callan porque tienen una alianza con esos grupos económicos concentrados. Por eso los ruralistas apoyaron su medida y la UIA tuvo una neutralidad benévola.

El gobierno nacional no debería rechazar todas y cada una de las reclamaciones por el hecho de que algunas sean inconsistentes y, sobre todo, impresentables sus portadores. Sería bueno que tome nota del rechazo a su política salarial que inicialmente ofreció a los docentes un aumento indigno del 22 por ciento en tres cuotas. Que el aumento del 11 por ciento a los jubilados se lo comió la inflación. Que deben pagar impuesto a las ganancias quienes perciban más de 20.000 pesos y no menos. Que sus controles a las remarcaciones de precios deben incluir cierres y confiscaciones de empresas que saquean la mesa de los argentinos. Que su plan de ajuste levanta oposición en la gente de trabajo, donde no se ve con buenos ojos a Axel Kicillof tirando en Washington buena onda al FMI-BM.

El ministro de Trabajo dijo que el gobierno no cambiará "ni un ápice" la dirección en que se mueve. Si es así podría haber un tercer paro más fuerte y el kirchnerismo perdería más influencia en el movimiento que supo ser la "columna vertebral".

En otra sintonía, más laboral, uno que de esto sabe mucho, Héctor Recalde, volvió a presentar su proyecto de ley para que los trabajadores participen del 10 por ciento de ganancias de las empresas. La vez pasada esa iniciativa fue mandada al muere. Ojalá tenga mejor suerte. Querrá decir que Cristina tomó nota al menos de una parte del mensaje del 10 de abril.




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