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Las aguas de la política bajan más turbias que el río Luján

OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.- Otra vez inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Junto el drama social, otra vez se desbordó la política, más en tiempo de elecciones. Ahora bajan las aguas. La turbiedad política, en cambio, puede acentuarse.

En el momento crítico, del martes 11, los desbordados ríos Luján, Salto y Areco habían dejado 20.000 afectados; la mitad evacuados o auto evacuados. Se habló de cuatro muertos. Los daños económicos serán cuantiosos, aunque siempre lo más valioso es el sufrimiento de las personas y la pérdida de vidas. “La plata va y viene”, aunque para la mayoría de los damnificados, de los estamentos menos pudientes de la sociedad, más va que viene.

Es que en la cercanía de los ríos, en los terrenos más bajos, y sobre todo en zonas inundables, por lo general no viven los argentinos más adinerados. Estas tragedias tienen casi siempre un evidente contenido de clase.

A partir del viernes 14 las aguas comenzaron a bajar y ya ese día los afectados empezaron a volver a sus hogares. Lo bueno de ese retorno es que esas familias -se estiman en 100.000 en cuarenta distritos anegados- estarán otra vez en su lugar en el mundo. Lo malo es que esa felicidad estará empañada, o mejor dicho empapada, como sus pertenencias y muebles. El trabajo duro para dejar las cosas lo mejor posible, como antes, recién habrá comenzado.

Lo positivo de esta emergencia fue la sensibilidad y solidaridad social, con personas y entidades trabajando pese al agua y el barro para ayudar a los que sufrían, para recoger ropa, alimentos y elementos de limpieza. Ese trabajo muestra que no todo está perdido en la Argentina. Hay reservas y conciencia. Se puede salir a flote.

Y también es bueno que el gobierno provincial, luego de un tropezón tremendo con el inoportuno viaje de Daniel Scioli a Italia, anunciara un primer paquete de ayuda. Amén de las exenciones impositivas y de las facturas de luz y agua (¡hubiera sido el colmo que cobraran ambas!), desde La Plata informaron que habrá créditos blandos y otras formas de ayuda. Desde la Nación, con anterioridad, dijeron que se pagarán más ayudas sociales que las acostumbradas, para paliar los mayores gastos de los inundados.

De todas maneras la política no sale con una buena nota de este examen acuífero.

Pifia y aprovechamiento

Scioli fue el claro vencedor de las elecciones en las PASO del domingo 9, en el primer lugar y su 38,4 por ciento de los votos. Nadie debería poner en duda ese resultado.

Del mismo modo, ni los sciolistas más convencidos deberían seguir justificando el inoportuno viaje a Roma que emprendió su jefe con su esposa, el martes 11, cuando la inundación ya era un hecho muy grave.

La mejor demostración de que fue un serio error político estuvo dado por su apresurado regreso al país, adonde llegó el jueves a la noche. La justificación del periplo peninsular fue dada antes por el círculo de voceros del gobernador y parcialmente refrendada por él ya de regreso. Fue entre inconsistente y falsa. Eso último porque habían argumentado que tenía previsto reuniones con el primer ministro italiano Matteo Renzi, algo inventado pues éste permanecía de vacaciones. De reuniones con empresarios, nada de nada. ¿Tratamiento de la prótesis del brazo? Tampoco lo hubo, el médico atiende en Milán y el matrimonio sólo estuvo en Roma.

Scioli aludió al estrés provocado por la campaña de las PASO y su necesidad de tomarse un respiro. Esta sí puede ser una buena razón, siempre y cuando la población del distrito que gobierna no estuviera bajo el agua. En este caso lo prioritario era atender a esa emergencia de miles de bonaerenses.

Al final lo entendió, o sus colaboradores se lo hicieron entender, y el gobernador pegó la vuelta, apurado. El daño a su figura y a otros dirigentes del FPV en el distrito, candidatos desde gobernador a intendentes, en parte quedó hecho. El kirchnerista Durañona en San Antonio de Areco perdió por eso en las PASO. El 25 de octubre se podrá medir mejor la erosión que pudo dejar la inundación en esa fuerza.

Mauricio Macri y Sergio Massa salieron a hacer política electoral con ese drama, cuestionando aquella ausencia y otras carencias de obras del gobierno con asiento en La Plata. El oficialismo quiso negar esas críticas expresando que era innoble hacer política con ese drama.

Las dos cosas son ciertas. La oposición no tiene principios éticos y Scioli valoró la gravedad de la crisis hídrica cuando se fue a Roma por cuestiones personales.

¿Por casa cómo andamos?

El candidato del PRO no dejó pasar su oportunidad de cuestionar la ausencia de su adversario político y la falta o insuficiencia de obras para morigerar estas inundaciones.

Más alevosa y directa fue “Marieu”, María Eugenia Vidal, su candidata a gobernadora. Es que tras los anuncios de Macri de poner a disposición de los intendentes alguna ayuda de la Ciudad Autónoma -si eran de su propio palo, como Luciani, en Luján, mucho más-, Vidal pidió el voto de los vecinos. “Para poder hacer mucho más necesitamos que nos voten en octubre” fue casi textualmente lo que demandó en su recorrida por puntos del conurbano.

Está bien que los votantes del PRO sean algo desmemoriados. Como el cronista no es del amarillo ni cree ser desmemoriado, trae del recuerdo unos datos que pueden ser de interés en esta discusión.

En noviembre de 2012 la ciudad de Buenos Aires estuvo un día convertida en un caos porque un prolongado apagón eléctrico, con caos del tránsito, falta de agua potable, no funcionamiento de 1.500 semáforos, sin recolección de la basura, etc. La urbe era un infierno. ¿Macri dónde estaba? En el estadio de Ríver, en un recital de la banda Kiss a la que iba a darle una distinción gubernamental, borrado totalmente de esa coyuntura. Cómo habrá sido de crítica esa jornada que al día siguiente lo increpó duramente la periodista amiga, de Radio Continental, Magdalena Ruiz Guiñazú. El jefe de Gobierno presentó como excusa que “a las 11 de la noche tenía que estar con mi hijita Antonia”. Magdalena quedó indignada por esa explicación.

Que se sepa en las inundaciones que hubo en Capital Federal la conducta de Macri no fue la de salir de apuro y rápido como un sensible bombero...

Si la posición del ingeniero frente a la inundación reciente en Buenos Aires pudo reportarle algún puntito electoral, frente al paso en falso del viajero Scioli, también es cierto que pudo perderlo al abrir su boca frente al mundillo empresario. ¿Qué dijo allí? Que la cotización del dólar “debe depender del mercado”, léase que él levantará el cepo cambiario desde el primer día, si es presidente. Esa devaluación monstruosa implicará aumentos de precios, pérdida de valor adquisitivo de los salarios y más pobreza, como bien le replicaron desde la vecindad de Scioli.

El modelo

Las inundaciones han sido un flagelo, pero como toda cosa mala, pésima, puede dejar alguna consecuencia positiva. Y fue poner sobre el tapete por qué le pasan a los argentinos estas cosas, que también se reiteran en muchas partes del mundo.

Scioli se aferró a una idea: echarle la culpa al clima, más propiamente al cambio climático. Y como siempre, su respaldo ideológico fue el Papa y su encíclica “Laudato Si” que enfoca estos asuntos. Se condena allí el modo consumista con que la sociedad despilfarra recursos y contamina el medio ambiente.

El cronista acuerdo en que allí está “la madre del borrego”, aunque en vez de tomar de fuente a Francisco-junio de 2015 le parece mejor referirse a Fidel Castro-junio de 1992, con las sabias advertencias que hizo al mundo para poner coto a los zafarranchos del capitalismo global.

Sin embargo allí no se agota la causa del drama. El modelo sojero dependiente, con desmonte de más de 6 millones de hectáreas de monte nativo en los últimos veinticinco años, al servicio de la soja, tiene mucho que ver con las anegaciones. Si encima muchos de los productores sojeros con campos inundados los drenan con canales ilegales que derivan a otros terrenos, arroyos y ríos, aumentando la fuerza y nivel de las aguas, queda claro que el daño del modelo sojero es mayúsculo. Sería paradójico que el Estado provincial encima subsidie a estos irresponsables y egoístas, por decir lo menos.

En ese marco, el rol de la política es de gran incidencia. No sólo por mantener ese modelo sojero exportador y de siembra directa, sino también por permitir las urbanizaciones y countries en lugares que no debían estar, doblegándose ante el negocio inmobiliario y el “boom” de la construcción. Los gobiernos hacen una inversión menor a la necesaria en obras que protejan a la naturaleza y en definitiva al hombre, para aliviar o contener las aguas. No hay excusas porque no son fenómenos imprevistos. Hace años que Los Piojos cantan “Civilización”: “vienen los cuatro jinetes, cabalgando vienen digo; agua, tierra, fuego y aire; vienen de tu propio ombligo”.

Macri, Grobocopatel, Monsanto, la Mesa de Enlace, Expoagro, son los menos amigables con el medio ambiente, pero el modelo “nak&pop” kirchnerista también tiene lo suyo. Sería bueno que en los dos debates presidenciales previstos se analicen las causas profundas de las inundaciones. Aunque por el tenor de los medios empresarios que lo organizan y sus moderadores, salvo la TVP y Adrián Paenza, seguro que se quedan cómodos, abrigados y secos, en la orilla.

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Sergio Ortiz
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