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Energúmeno López y la banca

OPINIÓN de Carola Chávez, Venezuela.- Cuando Energúmeno López, nuestro experto en asuntos de toda índole, llegó al banco temprano ese viernes, ya la cola en los cajeros automáticos serpenteaba fuera del local. Entró y supo que, de cinco cajeros, solo funcionaba uno. “¡Esa vaina solo pasa en este país de mierda!” –exclamó en voz altísima para que todos supieran que iba a empezar otra de sus habituales disertaciones.




“Así nos tiene el madurismo: sin cajeros, sin real. Dos horas de cola para sacar las cuatro lochas que nos quedan. El deterioro ha llegado hasta los bancos, la columna vertebral de todo país. Imagínense cómo está la cosa, que ni los banqueros tienen para hacerle mantenimiento a sus cajeros automáticos… ¿Y de dónde van estos pobres hombres a traer los repuestos para reparar estas vainas? Porque es que aquí no se fabrica ni un alfiler… Tienen que traerlos de Miami, con dó-la-res; dolaritos que el gobierno no quiere aflojar, porque que si el banquero es capitalista, que si el banquero tiene mucho real, que use sus propios reales, ¡habrase visto, chico, qué falta de respeto!… Resentidos es lo que son esos chavistas, carajo, sudan envidia por los tipos como Juan Carlos Escotet, un hombre que vino de abajo y a punta de trabajo ahora tiene todos estos bancos que hoy, a duras penas, puede mantener. ¡Esa vaina no se hace, vale! Así, ¿quién va a querer trabajar? 

Con razón Escotet ya lleva unos años comprando bancos en el exterior. Por ahí me dijeron que compró uno en España, y yo lo felicito, no joda, porque allá sí se respeta a los banqueros. Eso sí es el primer mundo, aunque no falta el chavista resentido que chille que si en España sacan a la gente de sus casas para entregárselas a los bancos. Lo que no dicen esos sinvergüenzas es que esa gente, que ellos pintan como blancas palomitas, son miserables que no pagaron sus hipotecas, y que por la crisis, y que se quedaron sin trabajo… Yo les voy a decir una vaina, vale: allá en el primer mundo, el que no tenga trabajo es porque no quiere servir para nada, porque allá, trabajo es lo que sobra. Y si uno se fija bien, no es casualidad que los que se la pasan llorando en esos países son precisamente los pobres, que son resentidos sociales aquí y en la Conchinchina… Pero allá son resentidos y pendejos, porque uno no se explica cómo alguien puede ser pobre en esos países donde hay de todo.

Basta entrar a uno de esos supermercados, un pasillo entero y larguísimo para jabones de baño nada más, otro para champú, otro para galletas, otro para chocolates… Y las frutas. ¡Dígame esa sección de frutas! Aquello da gusto, puras frutas civilizadas, que si melocotones del tamaño de una pelota de fútbol, manzanas, peras, ciruelas, pero no esa porquería de “huesito”, sino ciruelas de verdad. Los cambures te los venden en bandejitas y cubiertos de envoplast, no esa ordinariez de venderte una mano de cambures que después uno no sabe ni dónde colgar… Si uno entra a uno de esos supermercados, siente el deseo de trabajar y trabajar para poder comprar de todo. A menos que seas pobre, porque ustedes saben que los pobres no quieren trabajar, quieren que les den todo hecho, como esa porquería de las bolsas de los CLAP. 

Yo les voy a decir una cosa: si en el primer mundo hicieran un CLAP, esas bolsas darían gusto, no como esas bolsas de acá… Pero la gente civilizada no va a andar con esas imposiciones, obligando a todo el mundo a comer arroz y arepas; no, no, no, no, no, allá cada quién que compre lo suyo, lo que más le guste comer: que si te gusta tu jamoncito serrano, cómpralo, pues, que si te gusta tu buen vinito, cómprelo también; que si no tienes aspiraciones y solo te puede gustar el arroz blanco y pelao, pues allá tienes la libertad de comprarlo, no como aquí que te lo meten obligado en una bolsa.

¡No me digas que el único cajero que había se quedó sin plata! Y hasta el lunes no lo van a poder recargar, así que nos quedamos sin efectivo, como nos quiere ver el castrochavismo, pelando… Y no vaya a venir nadie a decirme que Escotet tiene que mandar a llenar los cajeros los fines de semana, que bastante trajín lleva ese pobre señor de lunes a viernes, como para ponerlo a trabajar sábado y domingo también. Además, que uno supone que mandar a llenar los cajeros debe costar un dineral, con lo caro que está todo, imagínense…. Una estatua les lo que deberíamos hacerle a este señor. Miren lo que significa haber mantenido este banco abierto todos estos años, con lo que ha pasado en este pobre país. 

Y todavía hay ingratos que se quejan de que cobre comisiones por cada transacción. ¿Y de qué va a vivir si no, malagradecidos? ¿De las bolsas CLAPS? 

Que haya malagradecitos y envidiosos de tal calaña, lo que me confirma es que a este país lo que le le falta es cultura y educación, vale, que se entienda que si los banqueros están bien, el país estará bien, que si les damos todos los dólares que quieran, entonces veremos al país llenarse de cajeros automáticos que sí funcionen y nosotros también estaremos bien, y eso es lo que quieren los banqueros, que estemos bien. Métanse eso en la cabeza. Lo demás son pajaritos preñaos…”
Justo cuando Energúmeno López terminaba su disertación, el cajero volvió a funcionar, y así nuestro experto en asuntos de toda índole, aprovechándose de la breve celebración de quienes esperaban en la cola, se les coleó a todos y retiró, en cámara lenta, los últimos billetes que quedaban.




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