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País

OPINIÓN de Mauricio Castaño H., Colombia- Mi país, tú país, mi nación, la mía y la de todos. El planeta es parcelado es países. La patria y sus sentimientos y sus enigmas, reviste lo afectivo, apego a la madre patria, todos nos sentimos calurosos y próximos, muy evidente cuando en las lejanías nos reconocemos. Pero nada tan abstracto como todas estas cosas. La nación viene de natus que quiere decir el lugar en donde hemos nacido, y en especial nos recuerda que hacemos parte de una comunidad ampliada. ¿Qué es ser colombiano? Un acto de fe, como ser noruego… sentencia Borges. Sus fronteras y su lengua nos dan una unidad común que encierran una cultura que se diversifica en sus territorios llamados departamentos, ciudades o municipios. Y Estado hace referencia o asegura una organización y funcionamiento administrativo.

Pero en los tiempos modernos esto que era compacto ha estallado, el inglés se nos impone para poder acceder a productos varios como los de la tecnologías, sus manuales detallados precisan de esta lengua así como las investigaciones de punta. Es el país del norte quien puede invertir grandes recursos financieros para investigar, es el internet un invento de los norte americanos. Estos desarrollos tan localizados han obligado a los países a federarse: la Comunidad Europea, Andina, Latinoamérica, especie de meta-nación. ¿Confunde esta agregación? ¿Conviene conciliar la conservación y la transformación? (Sugerencias de Dagognet) Complica aún más el tema que la cantidad de ciudadanos de una nación no se puede ratear o porcentuar entre países chicos y gigantes, qué criterio escoger para determinar a quién toca más y a quién menos. Senderos difíciles los de la equidad cuando se cabalga con el capitalismo sin alma.

La palabra fracaso viene a bien a las naciones, estilamos decir de Colombia Estado fallido o nación insuficiente, mucho territorio y poco Estado, desarrollos desiguales entre la ciudad y el campo, la primera con progreso, la segunda sin él. En las ciudades con los servicios que propenden la buena vida, al menos para quienes tengan los recursos, en el campo ausencia de ellos: sin electricidad, ni vías, ni maquinarias para óptima explotación del campo.

Se agrega a esta breve reflexión un moderado pesimismo del necesario Estado que congrega, al menos en la ilusión, una unidad nacional, porque se descree de su inmortalidad, ecos hay de Estados nómadas, tan diferentes a los de la supersticiosa democracia que pretende ¿gobernarnos?. Un Estado es tan abstracto como las dos finitas fechas y el real olvido que seremos cuando ya no estemos. La micro sociología nos devela mejor en nuestros deseos y creencias que difieren en cada micro territorio, nuestro caminar, acento, pensar nos distingue de un lugar a otro.

Y cosa rara es el deseo de autodestrucción, a todos deseamos la muerte trágica, los asesinatos con moto sierra o con las mejores técnicas aprendidas en el mundo que aseguran la muerte dolorosa. Y saberse que se puede ser el próximo en la lista nos mantiene a raya: El Miedo es empresa del Poderoso. Cosa rara porque éstas técnicas que usa el poder para preservarse, sospecho se han transferido en el ciudadano común que piensa como el más genuino asesino, que quiere acelerar la muerte de esos otros que sospecha diferentes, indignos de vivir. Somos caos. Infierno y cielo. Es mí País.




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