Pequeños pasos uruguayos contra la impunidad OPINIÓN de Emilio Cafassi.- Dos acontecimientos del irresuelto drama uruguayo de la violación de derechos humanos volvieron a conmover esta semana a sectores importantes la sociedad. La detención y simultáneo suicidio del general torturador Barneix y la negativa del ex tupamaro Amodio Pérez a denunciar a los torturadores con quienes negoció su libertad y la de su pareja a cambio de colaboración, a principios de los ´70. En el primer caso hay un aditamento de reciente incorporación al catálogo uruguayo de monstruosidades: la violación sexual. Aunque esperable, durante décadas la descripción de los tormentos giró en torno a picanas, submarinos y otros muchos instrumentos aberrantes de suplicio. Pero se habían silenciado la subjetividad y los instintos del torturador. Quizás por extremo pudor de las víctimas, tal vez por el carácter conservador de la cultura erótica uruguaya que no parece resquebrajarse ni aún en las izquierdas de nuestr