OPINIĆN de Jorge Majfud.- Cuando descubrimos tantos miles de documentos desclasificados que prueban la implicancia de las agencias de inteligencia de las potencias mundiales en crĆmenes contra la humanidad materializados muchos aƱos atrĆ”s (ahora, cuando la verdad deja de ser peligrosa o ya no importa, cuando las distracciones banales son mĆ”s poderosas que la conciencia moral) nuestra confianza en el poder de la investigaciĆ³n se consolida. Por allĆ aparece un nombre, una frase, un pĆ”rrafo tachado con tinta negra, pero confiamos que el documento existe y algĆŗn dĆa serĆ” ofrecido al pĆŗblico con toda la crudeza del original. Pocas cosas tan concluyentes como las confesiones de parte (las vĆctimas no son un testimonio confiable) y pocas tan convincentes como el orden lĆ³gico de los eventos histĆ³ricos. Aunque el mundo nunca fue algo justo, al menos, asumimos, la verdad aguarda en algĆŗn rincĆ³n oscuro para ser revelada.