OPINIĆN de Jorge Majfud. - En el aƱo 2009, con motivo de la cumbre de naciones en Copenhague, la ONU me solicitĆ³ un artĆculo sobre el cambio climĆ”tico. La invitaciĆ³n fue extensiva a otros escritores de diversos paĆses que acompaƱaron, con sus breves reflexiones, artĆculos mĆ”s importantes de cientĆficos del Ć”rea, las que aparecieron originalmente en la revista del organismo, UN Chronicle, y gracias a la cual recibĆ un tsunami de insultos. Seguramente la misma suerte corrieron todos los demĆ”s que participaron en esa publicaciĆ³n y, sobre todo, aquellos profesores y cientĆficos que continuaron advirtiendo sobre la seriedad de esta amenaza. Las acusaciones mĆ”s recurrentes, al igual que en los comentarios anĆ³nimos a pie de artĆculos, insistĆan en las incapacidades intelectuales de los cientĆficos y de los profesores en general y en la deshonestidad de los mismos por promover teorĆas falsas debido a “intereses econĆ³micos” de estos “intelectuales idiotas”. Personalmente puedo afirmar que nunca