OPINIÓN de Ollantay Itzamná, Guatemala.- En el imaginario colectivo, conceptos como Estado, Dios, Ley, etc., son ideas/verdades casi inmutables, incuestionables. Por ello, en la coyuntura actual de “movilización/sublevación” ciudadana espontánea, la gran mayoría de las reflexiones sobre el asunto están centradas en categorizar esta situación como: “crisis de gobierno”, “crisis política”, “urgencia de reforma estatal”, etc., más no como realmente es: una crisis de Estado. Guatemala soporta una acumulada crisis estatal, producto de la atrofia mental y espiritual de sus progenitores y regentes. Este aparente Estado casi bicentenario (organizado en 1821), pensado y creado a la medida de los intereses egoístas de las familias blancas, católicas e “instruidas”, jamás pudo consolidarse como autoridad política/jurídica en el imaginario de sus benefactores, mucho menos en el de las grandes mayorías de excluidos/as. En otras palabras. Mientras la Guatemala oficial ladina subsistió casi por d