OPINIÓN de Ollantay Itzamná, Guatemala.- En uno de mis últimos tránsitos inevitables por la polifacética ciudad de Guatemala, irrumpí en la presentación de un libro titulado, Una nación llamada Guatemala. El único comentarista del libro, Presidente de una Fundación Cultural (de uno de los bancos más importantes del país), ex Ministro de Cultura y Deporte, durante el gobierno de Álvaro Arzú, al comentar la obra de su amigo y ex Viceministro reiteró: “La gente dice que Guatemala es país multicultural. Yo siempre sostengo que somos un país intercultural. Aquí queremos a nuestros indígenas, (…)”. Esta exuberante afirmación (contrastante con la realidad nacional), nada menos de quien fuera la máxima autoridad cultural del país, ante un reducido y pálido auditorio nocturno de uniformados de traje y corbata, me dejó perplejo. Es recurrente oír o leer en la retórica o literatura guatemalteca el uso de conceptos de multiculturalidad e interculturalidad como sinónimos, o utilizar el término de