OPINIÓN de Ollantay Itzamná , Guatemala.- “¿Está Ud. en contra de Dios? ¿Prefiere un predicador en el bus o que suban delincuentes y nos asalten en el camino?”, me increpó el dueño del bus de transporte ante mi reclamo sensato de: “Señor subí a este bus porque deseo viajar, leer y descansar. En el país ya hay suficientes iglesias para prédicas”. Sí, aunque Ud. no lo crea. Esta es la Guatemala actual. Tan creyente y empobrecida como ella misma. Donde la Biblia y el predicador “imponen más autoridad” que la Constitución Política y el profesor. Hace unos meses atrás, un Diputado presentó en el Congreso de la República un proyecto de Ley para legalizar lo que ya se obliga en las escuelas: “Incluir la Biblia como parte de la currícula escolar”. Pero, el proyecto no prosperó. Hace unos días atrás, nada menos que el actual Presidente de la República, Alejandro Maldonado (jurista, y estadista/intelectual para muchos), propuso ascender al grado de General del Ejército a la estatua ensangrenta