Por Rafael García Almazán / Kabila.- Vengo desde un país subsahariano, cientos de kilómetros a través del desierto, días y días de caminata. He dejado mi país porque allí no hay ningún futuro y la gente muere de hambre. Mi familia se ha quedado esperando que la salve y pueda rescatarla y llevarla también al País de las Maravillas: Europa. El hambre y la guerra de mi país me ha hecho abandonarlo. A la fuerza. He perdido a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, pero no había otro remedio. Se trata de salvar lo más importante: mi vida, y quizá la de los míos. Finalmente llego a Marruecos y me acerca a la frontera de Melilla. He llegado con unos cuantos compañeros que, al igual que yo, no tenían otra salida. Saben que en Europa no atan los perros con longaniza pero hay una luz, una pequeña luz que es nuestra única esperanza. Finalmente alcanzo la primera etapa, donde están las vallas que me separan de la ciudad que ya es Europa. Estoy cansado, han sido muchos días, cansado y hambrien