OPINIÓN de Rafael García Almazán/ Kabila .- Una cosa es lo que deberían ser y otra lo que son. En teoría, aunque hasta ahora los gobernantes no lo han cumplido, los programa electorales deberían marcar las iniciativas políticas de un determinado partido o grupo que de forma conjunta pretende implantar y que sirve de guía a los ciudadanos para poder optar por una opción determinada. En definitiva, debería tratarse de un contrato –en toda regla— que el partido firma con los electores y que, salvo fuerza mayor, tendría que cumplirse a rajatabla. Algo que normalmente no ocurre. El caso del gobierno actual, aunque no ha sido el único, denota el desprecio que el Partido Popular ha demostrado para con los ciudadanos. Le ha dado la vuelta al calcetín, habiendo hecho justo lo contrario de lo prometido en el programa económico, lo que dice mucho de su falta de ética y de su desprecio a la ciudadanía. Lo grave del caso es que el incumplimiento, o el cumplimiento de lo contrario de lo prometido