*31.10.13. OPINIÓN de Raúl Wiener.- El martes por la noche dictaba una clase que trataba de los ciclos políticos en el Perú, y estuve con el celular apagado. Hacia las 10 de la noche volví a conectarme en el mundo y me llegaron dos noticias sorpresivas. Una me causó un profundo dolor, y era la que se refería a la violenta muerte de la señora Otilia Campos, madre de Víctor Polay, dirigente del MRTA, preso durante 21 años, encerrado en la base naval del Callao. No puedo imaginar cómo se recibe una noticia como esta tras los barrotes de una cárcel, especialmente cruel y destructiva como la que el ingenio maligno de Fujimori-Montesinos ideó para sus enemigos dentro de una instalación militar. Polay ha resistido estoicamente el aislamiento, las visitas espaciadas de su familia, la falta de luz que le ha afectado la vista, la presión brutal de su captures para que capitule, etc. Pero ninguna prueba debe ser más difícil de asimilar que la pérdida de la madre y compañera, que estaba sie