OPINIÓN de Joan del Alcàzar. - Tras once meses de idas y venidas, de ilusiones y de miserias, de esperanzas poco fundadas y de decepciones entre irritantes y melancólicas, la peor noticia se ha confirmado: Mariano Rajoy seguirá en La Moncloa, presidiendo un gobierno que ofende y asusta al tiempo. Ofende porque su investidura en el Congreso de los diputados rebaja el listón de lo tolerable en la acción política a mínimos alarmantes. Asusta porque los ciudadanos más vulnerables van a quedar durante los próximos cuatro años en manos de un partido neoliberal obediente y complacido con los austericidas de Berlín y Bruselas, acusado de ser una organización criminal en los tribunales, sin la mínima sensibilidad social esperable en sus católicas creencias, autoritario según la más rancia tradición española, y capitaneado por un ser mediocre que, no obstante, ha sabido auparse de nuevo a la presidencia merced a la inanidad de sus adversarios, a los que ha sabido enfrentar y desactivar.