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Tal como lo cuento

Por Gustavo Duch  

Me dicen desde las asociaciones de pesca artesanal de Galicia que las multinacionales de la salmonicultura quieren desembarcar frente a sus rías. ¿Empresas que llevan salmones a la escuela? ¿Instituciones que investigan el comportamiento de estos peces saltarines que remontan ríos? No, es sólo un palabrejo para confundir de lo que es una barbaridad ecológica y social. Y yo, aunque estas asociaciones y cofradías se lo saben todo, les cuento el cuento de lo que podría pasar. Sólo porque ya ha pasado.

-Mientras los gobernantes os discursean los beneficios de esta nueva industria, puestos de trabajo que se crearán….ya habrán otorgado permisos, licencias y quizás subvenciones para que todo vaya viento en popa. Primero llegarán los barcos que instalarán, frente a las mejores rías, sus mazmorras portátiles. Y en un plis-plas estarán repletas de salmones alevines, prisioneros de un falso progreso.




Concentración de barcos en la ría de Muros, en contra de la instalación de jaulas para la cría de salmón

Tal vez, unos años las cosas marchen bien para las empresas que venderán salmones a toda Europa y por qué no, a un Japón recuperado. Y los políticos os refregarán por la cara el fatalismo exhibido en vuestras manifestaciones.

Pero en ese tiempo la contaminación de los excrementos salmoniles, de los antibióticos y otros productos con que remediarán sus enfermedades, liberados en el mar, provocarán problemas a actividades sostenibles como la pesca artesanal y la recolección de las y los mariscadores. Serán tantos los salmones cosechados que se instalarán –porque la necesidad de un buen negocio apremia- plantas de elaboración de harinas de pescado, cerca de playas y enclaves naturales.

Ocurre que tantos salmones apilados es el escenario perfecto para la replicación de virus (¿cómo llamaremos a la gripe del salmón?) o de parásitos como el piojo de mar, provocando muchas defunciones por pulmonía o prurito. Para que en paz descansen, sepan, que se instalarán en sus paísajes humeantes incineradoras de salmones, donde darles el último adiós.

Y tengan por seguro que bien si es por ‘causas naturales’ o por ‘crisis coyunturales’, cuando llegue la caída de las ventas del salmó, las empresas le echaran cuento, y el gobierno de turno propondrá a ustedes todos los esfuerzos fiscales posibles, para «salvaguardar una emblemática industria gallega». Que entonces vivirá del cuento.

Así, tal como lo cuento




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