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Operación Gerónimo

Por Bartolomé Clavero

Was it legal?, “¿Fue conforme al derecho entonces existente?”, se preguntaba Walter Echo-Hawk concluyendo su libro In the Courts of the Conqueror, “Ante la justicia del conquistador”, refiriéndose al genocidio sufrido por los pueblos indígenas de América del Norte, la de Estados Unidos, a lo largo esencialmente del siglo XIX. Was it legal?, “¿Ha sido conforme al derecho hoy existente?”, se pregunta Jeffrey Toobin en las páginas de The New Yorker, mejor dicho de momento en su edición electrónica, refiriéndose a la operación de los Estados Unidos en Abbottabad, Pakistán, que ha provocado la muerte, entre otros, del notorio genocida Osama Bin Laden. Operación Gerónimo es el nombre que ha recibido el operativo militar, rememorándose así con orgullo el penúltimo acto de aquella historia decimonónica, el del genocidio sufrido por el pueblo apache. ¿Entre genocidas anda todavía el juego?

Operación Gerónimo

Was it legal?, “¿Fue conforme al derecho entonces existente?”, se preguntaba Walter Echo-Hawk concluyendo su libro In the Courts of the Conqueror, “Ante la justicia del conquistador”, refiriéndose al genocidio sufrido por los pueblos indígenas de América del Norte, la de Estados Unidos, a lo largo esencialmente del siglo XIX. Was it legal?, “¿Ha sido conforme al derecho hoy existente?”, se pregunta Jeffrey Toobin en las páginas de The New Yorker, mejor dicho de momento en su edición electrónica, refiriéndose a la operación de los Estados Unidos en Abbottabad, Pakistán, que ha provocado la muerte, entre otros, del notorio genocida Osama Bin Laden. Operación Gerónimo es el nombre que ha recibido el operativo militar, rememorándose así con orgullo el penúltimo acto de aquella historia decimonónica, el del genocidio sufrido por el pueblo apache. ¿Entre genocidas anda todavía el juego?

Osama Bin Laden ha provocado, reivindicado y justificado actos de genocidio, actos tendentes a hacer desaparecer grupos humanos como tales, no necesariamente por supuesto a todos sus individuos (Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, art. 2). Ha sido autor confeso, aunque no convicto, de un delito de genocidio que se suma a tantos otros por lo común impunes. Si miramos las evidencias más palpables de unas masacres y si las cifras significan algo, habría de comenzarse reconociendo que las muertes provocadas por el susodicho genocida palidecen no sólo en comparación con las producidas por aquel genocidio americano durante más siglos que el XIX, sino también por las imputables, por ejemplo, a Bélgica en el Congo entre ese siglo y el XX o, en este otro siglo, el pasado, a Gran Bretaña en Kenya o a Francia en Argelia. Por señalar lo primero, por comparar la matanza del 11 de septiembre de 2001 con la masacre mayor del genocidio americano, un profesor, Ward Churchill, ha sido expulsado de la Universidad de Colorado y no contratado por ninguna otra en los Estados Unidos. La genuina Operación Gerónimo prosigue en casa.

Jeffrey Toobin aborda la cuestión Was it legal? como si fuera un asunto casero. Como base para no considerar conforme a derecho la muerte de Bin Laden, alega una orden ejecutiva del presidente número 38 de los Estados Unidos, Gerald Ford, en los años setenta del siglo pasado, de este categórico tenor: No employee of the United States Government shall engage in, or conspire to engage in, political assassination, “Ningún funcionario o agente de los Estados Unidos participará en asesinatos políticos o en conspiraciones para cometerlos”, bien que explicando a continuación hasta qué grado se debilitó el vigor de dicha orden, hasta anulársele en la práctica, bajo el presidente número 43 de los Estados Unidos, George Walker Bush. La presidencia del 44 y actual, Barack Hussein Obama, no la ha rehabilitado. ¿Eso es todo? ¿No hay base mejor en todo el derecho de los Estados Unidos para considerar que, aun admitiéndose la pena de muerte, no es conforme a derecho la que se ejecuta deliberadamente por agentes públicos sin el debido proceso?

Sorprendentemente, para un asunto tan internacional, Jeffrey Toobin no hace referencia alguna al derecho internacional. Y, como diría el Marco Antonio de Shakespeare, Jeffrey Toobin es persona honorable, tan decente como competente al menos en el debate jurídico. Es el autor de obras tan justamente afamadas como The Nine: Inside the Secret World of the Supreme Court, “Los Nueve. Dentro del mundo secreto de la Corte Suprema”. A propósito de este órgano supremo, el análisis de su jurisprudencia sobre los pueblos indígenas es precisamente lo que permite a Walter Echo-Hawk concluir In the Courts of the Conqueror”, “Ante la justicia del conquistador”, no sólo que hubo intención genocida, sino también que la misma fue legal, esto es conforme a un derecho de los Estados Unidos que no acaba de recluirse completamente en la historia. ¿Por qué se ha denominado ahora Operación Gerónimo el asalto de Abbottabad? Se ha dado la explicación oficiosa de que aquel resistente apache fue tan escurridizo como Bin Laden, habiendo de emplearse muchos medios por los Estados Unidos para capturarle. El Estado genocida realiza ahora la asimilación infame de la víctima de genocidio a un genocida.

Hoy hay más derecho que el doméstico o el casero, aquel en el que los Estados son juez y parte, y que el internacional del que también los Estados disponían en otros tiempos a su gusto sin problemas. Hoy no sólo está tipificado el genocidio como delito en el derecho internacional, sino también otros crímenes de lesa humanidad entre los que hay base para entenderse incluido el asesinato político (Estatuto de la Corte Penal Internacional, art. 7.1.a). Puede argumentarse que esto no afecta a los Estados Unidos puesto que no admiten el derecho penal internacional que va más allá del delito de genocidio, pero esto tan sólo significa que, si los Estados Unidos cometen otros crímenes de lesa humanidad, no pueden ser acusados ante la justicia internacional correspondiente, no que dicho derecho penal internacional no exista. Algunos Estados que lo aceptan, mediante la ratificación del Estatuto de la Corte Penal Internacional, están hoy celebrando ostentosamente la muerte de Bin Laden y de sus acompañantes, esto es la comisión de lo que pudiera ser un asesinato político que cabría calificar como crimen de lesa humanidad. Los mismos organismos políticos de las Naciones Unidas están celebrando esas muertes.

Jeffrey Toobin arguye en su artículo de urgencia algo más y esto es la extrema dificultad de acciones conforme a derecho una vez que se localiza el paradero de Bin Laden. ¿Se le iba a capturar para juzgarlo en Pakistán o para extraditarlo a los Estados Unidos sin poderlo además recluir, por disconforme a derecho, en el limbo de Guantánamo? ¿Se le iba a conceder el derecho a juicio contradictorio con todas las posibilidades de utilización política y propagandística de la defensa? ¿Se le iba a mantener con vida ante la amenaza persistente del terrorismo que ha encabezado? Se efectúan las preguntas por parte de Jeffrey Toobin como dejándose la impresión de que las respuestas negativas son evidentes. No entra en todo caso a considerar las alternativas conforme a derecho recurriendo al sencillo argumento de que la muerte de Bin Laden las ha hecho irrelevantes. ¿Así es? ¿No hay nada pendiente de esclarecimiento en juicio y no sólo sobre culpabilidades de una de las partes, sino también sobre responsabilidades de todas? ¿Y no sigue existiendo Guantánamo? Por otra parte, ¿no se arrostraron problemas parecidos con los juicios de Nüremberg y Tokyo? ¿No estamos ahora en mejores condiciones?

El derecho internacional denomina al asesinato político por agentes de Estados ejecución extrajudicial porque sigue todavía admitiendo la judicial, es decir la pena de muerte. Quienes celebran la ejecución extrajudicial de Osama Bin Laden hacen más que defender la pena de muerte incluso sin el debido proceso. Están con todo ello contribuyendo al daño profundo que se viene infligiendo al derecho penal internacional o, más en general, a todo el derecho internacional de los derechos humanos, el que se sustrae al gusto de los Estados, desde el nefasto día en el que George Walker Bush, tras unas elecciones no muy conformes con el derecho, ocupara la presidencia de los Estados Unidos, esto es desde antes de la terrible matanza del 11 de septiembre de 2001. La inconsciencia de hoy será la lamentación de mañana. La Operación Gerónimo continúa no sólo en los Estados Unidos.




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