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Grecia-Italia, zozobra el euro

Por Salvador Briceño   

El fantasma que ahora recorre Europa no es, lejos está, el comunismo. Todo lo contrario, es su antítesis, el neoimperialismo neoliberal rapaz. En otras palabras, se trata del caos derivado de su propia inestabilidad económica, especulativa y atroz. Porque los países de la (des)Unión Europea están sujetos a los vaivenes, mejor dicho, intereses de su sistema financiero local y global cuya característica es la avaricia. Crisis cíclicas aparte.

La tan cantada solidaridad de la eurozona está ahora en entredicho. Porque la cadena se está rompiendo por los eslabones débiles. La crisis que comenzó en Grecia, pronto se corrió hacia España, Portugal e Irlanda, y ahora está tocando a las puertas de la tercera economía más grande de la zona. Ni más ni menos que a Italia.

Desde luego que en el fondo de la crisis ronda, no sólo la burbuja generada en los Estados Unidos en el año 2008, que arrastró a la economía mundial, cuanto la compra a partir de entonces de deudas de los Estados por los propios bancos, en su caso primordialmente el Bundesbank alemán. Y ahora, Angela Merkel y sus asistentes económicos, se resisten a perder los intereses de sus inversiones y, en cambio, presionan para que dichos Estados paguen y sometan a sus pueblos a feroces restricciones.

Así, por mucho que haya economistas expertos que digan que las políticas de austeridad sirven sólo para hundir a las economías todavía más en el caos, las políticas ortodoxas son a exigencias del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), que estrena directora gerente. Porque lo inmediato es que los estados paguen sus compromisos y, sin moratorias que se convertirían en amenaza para sus economías.

Pero bien saben los europeos, que lo que se juega con esta debacle es, ni más ni menos, tanto la estabilidad de la eurozona como su moneda única, el euro, que hoy por hoy está perdiendo terreno frente a las divisas extranjeras, el yuan y el dólar también.

No obstante, y a juzgar por las medidas tomadas hasta ahora, los países con problemas se las tienen que ver solos. Porque la ayuda —tanto del BCE como del FMI— en todo caso llega condicionadísima a planes restrictivos que le pegan directo al bienestar de los pueblos —el abandono del Estado de bienestar—. Y todo por la carencia de políticas compartidas para enfrentar el dilema en unidad. Por eso lo de la (desunión Europea).

Desde luego que la incertidumbre sirve además para tirarle a ganar/ganar en las bolsas del mundo. Y de ello se aprovechan también los especuladores para apostarle acumular dividendos con la devaluación de las monedas. Por eso el ministro de finanzas griego, Evangelos Venizelos, ha dicho que Grecia sirve de pretexto para un ataque contra el euro y el corazón del euro.

Así como cualquier rumor mueve los índices de los especuladores al alza o a la baja y con ello el alto o menor riesgo para sus inversionistas, dos factores están causando zozobra entre las bolsas del mundo —la presente semana con pérdidas—: 1) La carencia de propuestas firmes de los gobiernos europeos —por más reuniones conjuntas que se hacen, los ministros le dan vueltas al asunto— para salvar a sus colegas, aquellos países con problemas de liquidez al cumplir sus compromisos de deuda; 2) Los márgenes de maniobra con que se están moviendo los propios gobiernos de países en problemas, a sabiendas que si el dilema los desborda la eurozona se hunde.

También saben que el hoy dilema es el mayor problema que encara el euro desde su creación como moneda única. Pero los unos presionan para que se tomen las medidas de austeridad pertinentes; los otros exigen también la tabla de salvación puesto que no se trata de un solo país sino a la comunidad entera.

Así se la juegan, digamos, los dos bandos. 1) Por un lado, los ministros europeos de finanzas apuntan la posibilidad de una “moratoria selectiva” de parte del gobierno griego, para con eso no incumplir el pago de sus compromisos. Situación a la que se opone el BCE, porque eso contagiaría al resto de la zona euro, pero principalmente a España e Italia. 2) Por el otro, el propio gobierno heleno se cura en salud: rechaza caer en suspensión de pagos. Le apuesta, como debería ser de existir una auténtica unidad europea, a un apoyo casi incondicional.

Dice el ministro Venizelos: “Queremos una cobertura total de nuestras necesidades de préstamo y de la estabilidad financiera del sistema financiero griego, que es parte del sistema financiero europeo. Esta cobertura la debe dar el BCE o la eurozona y los estados miembros u otros organismos como el fondo de apoyo, y no hay otra posibilidad”. Punto. Pero quizá desborda en optimismo y deslinde de responsabilidades, porque se trata de intereses y no de voluntades políticas, porque aparentemente las hay.

En fin, porque “Grecia es un laboratorio —sigue el ministro de finanzas— donde se prueba la resistencia del euro, la protección de Grecia es la autoprotección de la eurozona, todos nuestros socios lo han comprendido” así. Pero, como decimos, falta verlo. Porque la apuesta es contra el ciudadano.

Las cartas están sobre la mesa. Y ante los riesgos de que el problema se extienda a España e Italia, y la situación de impago se complique, moverá este viernes a una reunión urgente de líderes de la UE. Italia es el país con la segunda deuda más grande después de Grecia, tiene problemas políticos y un crecimiento cero. Pero ya el primer ministro Silvio Berlusconi anunció que esta misma semana adoptará un plan de austeridad, ¿otro? “para tranquilizar a los mercados”. También, dijo Berlusconi, porque “hay que ser conscientes de que los esfuerzos y sacrificios a corto plazo corresponden a ganancias permanentes y seguras”.

Pero Italia, con un crecimiento del 0.1%, un déficit del 4.6%, una deuda pública del 120% del PIB, caídas recientes de la bolsa de valores, y una degradación de solvencia por las corredurías Moody’s y Standar & Poor’s, aplicó ya un recorte por 40 mil millones de euros el pasado 30 de junio. Y el ministro de economía italiano, Giulio Tremonti está en la misma tesitura que el heleno, Evangelos Venizelos: “Cuidado, si yo caigo, cae Italia y cae el euro. Es una cadena”. Ni más ni menos, que fichas en caída libre de un fantasma destructor.




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