OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave.-
Para los que amamos y respetamos a la República de Cuba y su Revolución reivindicadora, nos congratulamos en forma plena por el relanzamiento de las relaciones entre México y la sufrida isla, que decidieron con la soberanía que les asiste, los presidentes Enrique Peña Nieto y Raúl Castro Ruz.
Dos hechos más que significativos fueron el entorno de esta decisión de fortalecer los lazos de hermandad en todos sentidos entre esos dos pueblos, que solamente la estulticia de la derecha hecha gobierno descompuso por la servidumbre que siempre demostró hacia el país del norte.
Nos referimos al 160 aniversario del apóstol de la independencia de Cuba, el maestro, el héroe nacional: José Martí, como lo calificó en la ceremonia llevada a cabo en la ciudad de México, el excelentísimo embajador de la isla en nuestro país, Dagoberto Rodríguez Barrera, así como el recibimiento de Cuba, por parte de su mandatario Raúl Castro Ruz, de la Presidencia Pre Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, en Santiago de Chile, que por primera vez, después de que fue impulsada por el sentido ausente de la misma, Hugo Chávez presidente de Venezuela, reunió “a 33 naciones independientes de Nuestra América para construir un espacio de soberanía regional y fomentar la integración, la concertación, la cooperación y la solidaridad entre ellas” como afirmó al propio recipiendario.
La reunión en esa capital chilena no pudo ser más cordial, puesto que sin salirse del decoro de la diplomacia, fue tan coloquial que el propio Raúl Castro rompió la rigidez de esos encuentros cuando en forma franca le dijo a su homólogo mexicano: “me da gusto que el PRI haya ganado la presidencia de la República”; en esa confianza, por su parte Enrique Peña Nieto le expresó a su interlocutor una frase, no de cortesía sino de interés en el presente y en el futuro: “Yo no conozco al comandante Fidel”, a lo que el hermano del Comandante en Jefe, le respondió: “el día que vaya usted a la Habana, ese día, yo mismo lo llevo y se lo presento”.
Obviamente ya estaban acordadas las visitas mutuas de ambos personajes a sus respectivos países para, como ya dijimos, fortalecer las relaciones de esos pueblos hermanos.
México ha sellado con actos fraternales la historia bilateral: el asilo que dio a los revolucionarios comandados por Fidel Castro para que desde las costas de Veracruz saliera la expedición que acabó con el régimen despótico, esclavista y dependiente del imperio que encabezo, Fulgencio Batista, como lo recordó en esa misma oportunidad el presidente cubano.
En otra brillante página, México fue el único país que no atendió el mandato de la potencia del norte para expulsar a Cuba de la Organización de Estados Americanos, OEA, y la correspondiente ruptura relaciones diplomáticas.
Hoy, en ese relanzamiento de la relación bilateral, ha surgido la información, aun no oficial, de que el presidente Peña Nieto nombrará como nuevo embajador de México en Cuba a Lázaro Cárdenas Batel, nieto del respetado y reconocido presidente, Lázaro Cárdenas del Río e hijo de otro luchador social, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, todos ellos una familia que siempre ha defendido la soberanía y la independencia cubana. De concretarse esta noticia, sería el mejor homenaje de los mexicanos a los cubanos.
José Martí es uno de los símbolos indiscutidos de las luchas sociales de nuestra América, desde los 9 años dejó plasmado en unos versos su herida por los que sufren el abuso de los poderosos, ahora el embajador Dagoberto Rodríguez Barrera los recordó y nosotros cerramos este Comentario a Tiempo al transcribirlos: “Rojo, como el desierto,/ Salió el sol al horizonte:/ Y alumbró a un esclavo muerto,/ Y colgado a un seibo del monte/ Un niño lo vio: tembló/
De pasión por los que gimen: /Y, al pie del muerto, juró /Lavar con su sangre el crimen”. ¡Así fue! ¡Así se escribió la historia!
Para los que amamos y respetamos a la República de Cuba y su Revolución reivindicadora, nos congratulamos en forma plena por el relanzamiento de las relaciones entre México y la sufrida isla, que decidieron con la soberanía que les asiste, los presidentes Enrique Peña Nieto y Raúl Castro Ruz.
Dos hechos más que significativos fueron el entorno de esta decisión de fortalecer los lazos de hermandad en todos sentidos entre esos dos pueblos, que solamente la estulticia de la derecha hecha gobierno descompuso por la servidumbre que siempre demostró hacia el país del norte.
Nos referimos al 160 aniversario del apóstol de la independencia de Cuba, el maestro, el héroe nacional: José Martí, como lo calificó en la ceremonia llevada a cabo en la ciudad de México, el excelentísimo embajador de la isla en nuestro país, Dagoberto Rodríguez Barrera, así como el recibimiento de Cuba, por parte de su mandatario Raúl Castro Ruz, de la Presidencia Pre Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, en Santiago de Chile, que por primera vez, después de que fue impulsada por el sentido ausente de la misma, Hugo Chávez presidente de Venezuela, reunió “a 33 naciones independientes de Nuestra América para construir un espacio de soberanía regional y fomentar la integración, la concertación, la cooperación y la solidaridad entre ellas” como afirmó al propio recipiendario.
La reunión en esa capital chilena no pudo ser más cordial, puesto que sin salirse del decoro de la diplomacia, fue tan coloquial que el propio Raúl Castro rompió la rigidez de esos encuentros cuando en forma franca le dijo a su homólogo mexicano: “me da gusto que el PRI haya ganado la presidencia de la República”; en esa confianza, por su parte Enrique Peña Nieto le expresó a su interlocutor una frase, no de cortesía sino de interés en el presente y en el futuro: “Yo no conozco al comandante Fidel”, a lo que el hermano del Comandante en Jefe, le respondió: “el día que vaya usted a la Habana, ese día, yo mismo lo llevo y se lo presento”.
Obviamente ya estaban acordadas las visitas mutuas de ambos personajes a sus respectivos países para, como ya dijimos, fortalecer las relaciones de esos pueblos hermanos.
México ha sellado con actos fraternales la historia bilateral: el asilo que dio a los revolucionarios comandados por Fidel Castro para que desde las costas de Veracruz saliera la expedición que acabó con el régimen despótico, esclavista y dependiente del imperio que encabezo, Fulgencio Batista, como lo recordó en esa misma oportunidad el presidente cubano.
En otra brillante página, México fue el único país que no atendió el mandato de la potencia del norte para expulsar a Cuba de la Organización de Estados Americanos, OEA, y la correspondiente ruptura relaciones diplomáticas.
Hoy, en ese relanzamiento de la relación bilateral, ha surgido la información, aun no oficial, de que el presidente Peña Nieto nombrará como nuevo embajador de México en Cuba a Lázaro Cárdenas Batel, nieto del respetado y reconocido presidente, Lázaro Cárdenas del Río e hijo de otro luchador social, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, todos ellos una familia que siempre ha defendido la soberanía y la independencia cubana. De concretarse esta noticia, sería el mejor homenaje de los mexicanos a los cubanos.
José Martí es uno de los símbolos indiscutidos de las luchas sociales de nuestra América, desde los 9 años dejó plasmado en unos versos su herida por los que sufren el abuso de los poderosos, ahora el embajador Dagoberto Rodríguez Barrera los recordó y nosotros cerramos este Comentario a Tiempo al transcribirlos: “Rojo, como el desierto,/ Salió el sol al horizonte:/ Y alumbró a un esclavo muerto,/ Y colgado a un seibo del monte/ Un niño lo vio: tembló/
De pasión por los que gimen: /Y, al pie del muerto, juró /Lavar con su sangre el crimen”. ¡Así fue! ¡Así se escribió la historia!
