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GUATEMALA. Congreso paralelo

OPINIÓN de Ileana Alamilla.-

El Congreso es el órgano más representativo del Estado. Está integrado por diputados (as) electos directamente por el pueblo en sufragio universal y secreto, por el sistema de distritos electorales y lista nacional, pueden ser reelectos. Son los representantes del pueblo y dignatarios de la nación, por tanto, gozan de la prerrogativa de inmunidad personal para no ser detenidos ni juzgados, si la Corte Suprema de Justicia no declara previamente que ha lugar a formación de causa, después de conocer el informe del juez pesquisidor nombrado para el efecto, salvo el caso de flagrante de delito.

Por mandato Constitucional todas las dependencias del Estado tienen la obligación de guardarles las condiciones derivadas de su alta investidura. Para ejercer este cargo solo se requiere ser guatemalteco de origen y estar en el ejercicio de los derechos ciudadanos. Ellos, los llamados Padres de la Patria, deberían ser personas honorables, entregadas a la función de su cargo y respetadas por la mayoría.

Sin embargo, los y las parlamentarias son de los funcionarios más desacreditados y despreciados en el país; las personas los rechazan, los critican y les imputan las responsabilidades que les atañen y muchas más. Los partidos políticos que utilizaron como vehículo para ocupar su curul, son igualmente repudiados. El estudio Cultura Política de la Democracia en Guatemala reveló que las personas que se identifican con ellos son solo un 12.9%, el más bajo en toda América, lo que podría tener varias explicaciones, entre ellas, la falta de ideología definida, de liderazgo, la ausencia de postulados o de plataformas programáticas claras. Además, es sabido que los lugares en las casillas de votación son comprados, a mayor posibilidad, más caro el precio, por tanto, lo de “elección” es una verdadera ficción.

Aunque es necesario tener esperanza en el futuro, es difícil, al ver los espectáculos del Congreso, donde se juega con todo, hasta con la dignidad de la ciudadanía, como lo demuestran las actitudes insolentes, prepotentes, abusivas e irrespetuosas de muchos diputados que cuentan con el silencio cómplice de otros. Los intereses siniestros son los que se priorizan, el afán de protagonismo con intenciones electoreras, la desfachatez y lo chusco de las actuaciones nos tienen ya hastiados. La paralización legislativa a través de la perversión en que convirtieron el privilegio de la interpelación, es una muestra que no les importa la cosa pública.

Pero ahora está ocurriendo otro fenómeno político que puede igualar esta prepotencia de los diputados. Sectores empresariales, en hoteles cinco estrellas, interpelan a ministros de Estado, quienes asisten sumisamente a escuchar sus reprimendas y sugerencias, a las que exigen respuestas inmediatas y estrategias urgentes de intervención.

Allí los titulares de las carteras sí que tienen que llegar preparados con explicaciones creíbles y planes inmediatos, pues ese “Congreso paralelo” no pedirá voto de falta de confianza, sino destitución inmediata. Ya le tocó llegar al ministro de Gobernación y en fila están el de Energía y Minas y la de Educación.



*Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de la Agencia CERIGUA - http://cerigua.info/portal/




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