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Evo Morales, Obama y la prepotencia del imperialismo

OPINIÓN de Carlos Carnicero.-

Una aclaración innecesaria: Estados Unidos es un país de gran tradición democrática donde la convicción de contribuyentes tiende a reforzar el status de ciudadano. Es cierto que la amenaza a su seguridad ha recortado la vigilancia en la exigencia de los derechos constitucionales. La paradoja se produce cuando todos los gobernantes de ese gran país consideran que quienes no son sus ciudadanos no tienen los mismos derechos. Consideran que no tienen la obligación de aplicarles los baremos de que se enorgullecen de aplicar a sus nacionales. Aspectos como el mantenimiento de la pena de muerte, en algunos de sus estados, tienden a empañar esa imagen de estado de derecho y garantes de los derechos ciudadanos.

Estados Unidos tomó el relevo del Reino Unido en su carácter de potencia imperial. Y desde finales del siglo XIX ha actuado en el mundo en defensa de sus intereses sin tener en cuenta el respeto de los derechos humanos y tampoco las reglas del derecho internacional.

La catarsis de la sociedad norteamericana con los continuos abusos que comente fuera de sus fronteras, se produce, en parte, con la denuncia controlada de esas discriminaciones en el cine y en la literatura. Hay excelentes películas que denuncian las vulneraciones de derechos humanos y del derecho internacional. Podría decirse que el Gobierno actúa con impunidad fuera de sus fronteras y la sociedad lo conoce, puede que se indigne una parte de ella, y las cosas no cambian ni generalmente se investigan.


*ccarnicero.com 




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