OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave.- 29.08.13.
El conflicto de la disidencia magisterial concentrada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, se ha agudizado en términos muy preocupantes para la estabilidad de la nación.
Si bien es cierto que la gran mayoría de los ciudadanos independientes de este país estamos firmes en la no represión, también tenemos que declarar que de ninguna manera aprobamos que la manifestación de las ideas y de las posiciones políticas y laborales, como en este caso, se convierta en agresivas.
Tal situación demerita la lucha de los maestros y de ahí que la desaprobación sea prácticamente generalizada, además de que dichos actos son aprovechados para, con una amplia difusión, demeritar sus mismas protestas.
En ese contexto, también es de aplaudirse la mesura con que hasta ahora han actuado tanto el Gobierno Federal como el Gobierno del Distrito Federal.
El llamado que nuevamente ha hecho el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, doctor José Narro Robles, no sólo debe de escucharse, sino tomarse en cuenta a profundidad.
La calidad moral de Narro Robles le da amplia consistencia a su llamado a ambas partes para que privilegien el diálogo y la negociación.
Ser irracionales en estos momentos en que México trata de salir de doce años de estancamiento y de una violencia provocada por una guerra absurda contra el crimen organizado, no beneficia a nadie, sino por el contrario retrasará aún más el desarrollo mismo del país.
El alegato, según dicen, se centra en los supuestos de que la Reforma Educativa es privatizadora y que va en contra de los derechos de los maestros.
Hasta donde es posible revisar dichos argumentos, los maestros no han podido precisar en qué parte exactamente del articulado de la nueva Ley está esa tendencia privatizadora; por lo que respecta a sus derechos es obvio que se deben de revisar, pero desde luego sin que ninguno de estos grupos gocen de privilegios indebidos, ya que otra parte del magisterio apoya la mencionada Reforma Educativa.
En fin, el llamado del rector Narro Robles debe de ser no sólo escuchado sino atendido en toda su profundidad.
El conflicto de la disidencia magisterial concentrada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, se ha agudizado en términos muy preocupantes para la estabilidad de la nación.
Si bien es cierto que la gran mayoría de los ciudadanos independientes de este país estamos firmes en la no represión, también tenemos que declarar que de ninguna manera aprobamos que la manifestación de las ideas y de las posiciones políticas y laborales, como en este caso, se convierta en agresivas.
Tal situación demerita la lucha de los maestros y de ahí que la desaprobación sea prácticamente generalizada, además de que dichos actos son aprovechados para, con una amplia difusión, demeritar sus mismas protestas.
En ese contexto, también es de aplaudirse la mesura con que hasta ahora han actuado tanto el Gobierno Federal como el Gobierno del Distrito Federal.
El llamado que nuevamente ha hecho el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, doctor José Narro Robles, no sólo debe de escucharse, sino tomarse en cuenta a profundidad.
La calidad moral de Narro Robles le da amplia consistencia a su llamado a ambas partes para que privilegien el diálogo y la negociación.
Ser irracionales en estos momentos en que México trata de salir de doce años de estancamiento y de una violencia provocada por una guerra absurda contra el crimen organizado, no beneficia a nadie, sino por el contrario retrasará aún más el desarrollo mismo del país.
El alegato, según dicen, se centra en los supuestos de que la Reforma Educativa es privatizadora y que va en contra de los derechos de los maestros.
Hasta donde es posible revisar dichos argumentos, los maestros no han podido precisar en qué parte exactamente del articulado de la nueva Ley está esa tendencia privatizadora; por lo que respecta a sus derechos es obvio que se deben de revisar, pero desde luego sin que ninguno de estos grupos gocen de privilegios indebidos, ya que otra parte del magisterio apoya la mencionada Reforma Educativa.
En fin, el llamado del rector Narro Robles debe de ser no sólo escuchado sino atendido en toda su profundidad.
