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"Segunda oportunidad"


30.10.13. OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave.-  El siguiente es artículo del maestro en periodismo, editor y radiodifusor, Gustavo Rentería Villa, mi hijo, que se publicara en el Diario “Rumbo” de este lunes, nuestro espacio en algunas ocasiones lo hemos dedicado a otras opiniones o posiciones transcendentes, por considerar que es un mensaje de vida, lo reproducimos integro, con la dedicatoria correspondiente: “Para mi prima Hilda, que en NY tomó su second chance”

“Washington, D. C.- Hace un año en San Antonio lo logré, pero con una descomposición terrible. Los médicos diagnosticaron deshidratación.

Culpé al calor. Argumenté que olvidé comer los geles, chupar granos de sal y beber suficiente agua durante la carrera de fondo. Y aunque regresé a México con la medalla por haber recorrido los 42.195 kilómetros, y tuve la satisfacción de regalársela a mis dos hijos, no estaba a gusto por el mal momento que le hice pasar a mi querida esposa y a mis compadres Valeria y Ricardo, que por cierto son grandes atletas.

Afortunadamente no caí muerto como el griego Filípides, por ahí del año 490 antes de Cristo, que fatigado solo llegó al kilómetro 37, y no pudo arribar hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército persa.

Tuve dos opciones muy sencillas: decir que fue prueba superada, que mejor me dedicaría a correr medios maratones, que es una estupidez imitar a los caballos, cambiar de deporte, por ejemplo la bicicleta de ruta o enclaustrarme en un gimnasio, y que esto no era lo mío; o bien, intentarlo de nuevo. Escogí la segunda.

Ayer lo logré. Mi tiempo fue de 4.12 horas. Acabé sonriente, lloré de la emoción y con los brazos en alto y mirando al cielo pensé en Meritxell.

Yo no creo en la suerte, porque coincido con Voltaire que el éxito es el resultado de la combinación entre preparación y oportunidad. No fue suerte pues, escribir estas líneas con una medalla del Marine Corps Marathon, fue el resultado de perderme unas cuantas fiestas, no beber alcohol en muchas otras en donde sí participé; comer durante meses con una dieta muy balanceada, beber agua por galones, levantarse muy temprano a entrenar a pesar de la lluvia, frío o mucho calor, dejar a la familia por buenos periodos, y padecer algunos dolores de vez en vez.

Tomé mi segunda oportunidad. Sí Gus y Arnau, lo que hice fue tomar mi segunda oportunidad. Aunque en Texas pude, sentía que había fallado, pero como dijo alguna vez Henry Ford "el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia."

Por ello si su papá pudo, nunca pierdan la posibilidad fabulosa de intentarlo de nuevo. Y no únicamente en una justa deportiva, sino en todos los quehaceres de la vida. Por favor nunca se derroten, lo único que los puede detener es la muerte. Si no salió bien a la primera, no se desanimen, sigan hasta lograrlo.

Una carrera, una amor, cualquier meta espiritual y profesional es posible; podrán conocer cualquier lugar del planeta, hablar cualquier idioma, derribar cualquier pared; inclusive ser parte de la conquista del espacio. ¿Y ser felices toda la vida? Claro, de eso se trata nuestro paso por este mundo. Pero atención, ante las decenas de derrotas que acumularán se sentirán a veces tristes, pero tomen la segunda oportunidad y el saldo será positivo; ya verán.

Yo cada vez que mando a corte comercial, mis queridos Gus y Arnau, le digo al auditorio para que no me traicionen con otro canal o estación: ¡Prohibido Cambiarle! Ahora debo de prohibirles a ustedes que se venzan, que se derroten, que avienten la toalla por adelantado.

La vida, lo entenderán cuando sean adultos, será un cúmulo de segundas oportunidades. Recuerden siempre que deben de liberarse de sus propias cadenas, esas que vamos acumulando absurdamente por la vida; por ello aprendan lo que dijo Kathelys: "no hay grillete más pesado que la negación."

Ah y por favor, lleven siempre en sus bolsillos a Séneca, porque él nos enseñó que "no hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba."

Caray Gus y Arnau, cómo me gustaría transmitirles por ósmosis que nunca hay que decir "no puedo" pero les juro que todos los días intentaré enseñárselos con hechos. Por lo pronto ya voy para allá, donde podré abrazarlos, juntos poner la medalla en la cajita, y decirle a mamá que tomé mi segunda oportunidad, y que sí pude”.

Bien, muy bien Gustavo y adelante en todos los órdenes de la vida.





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