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ARGENTINA - Miles de hogares sin luz y poca iniciativa política del Estado


OPINIÓN de Emilio Marín.- Miles de vecinos completan hoy su día número 14 sin luz eléctrica. Está a la vista la falta de respuestas de las empresas Edenor y Edesur. Lamentablemente también ha faltado iniciativa política del gobierno.

Empezó el verano y también las complicaciones que traen sus altas temperaturas, con continuos cortes de energía eléctrica. Este domingo muchos vecinos de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense completan su día 14 sin ese servicio esencial.

En muchos edificios afectados se añade otra carencia fundamental: no hay agua porque sus motores no la suben hasta el tanque. En esos casos la situación es más dramática. Ni hablar de las personas mayores o enfermas que moran en pisos altos y no pueden bajar para trasladarse a otros lugares.

Los miles de afectados han logrado una cosa: visibilizar el problema. Para ello apelaron a algo que está incorporado al ADN de los argentinos: el corte de calles y avenidas. Nadie de los responsables, sean las empresas y el gobierno, de la Ciudad, la Provincia y la Nación, pueden hacerse los desentendidos. Aún los poco informados saben que existe este gravísimo problema.

¿Qué dicen los cráneos de Edenor y Edesur? Que todo se debe a las altas temperaturas reinantes desde hace un mes. Que ellos hicieron todo en regla pero que el fenómeno los desborda, por la sensación térmica y el mayor consumo. De autocrítica, nada.

¿Qué dicen los funcionarios del gobierno? Que hay circunstancias objetivas, como el mayor consumo que superó ayer los 21.000 megavatios en todo el país, récord para un día sábado. Y que eso tiene un costado bueno porque quiere decir que la economía ha crecido y tiene una mayor demanda. A su vez, Jorge Capitanich y Julio de Vido, han acusado a las empresas de “imprevisión”. Han levantado el índice contra las dos citadas, se podría agregar una tercera, la platense Edelap, que operan en la distribución. Según esa óptica parece que en Generación y Transporte, en cambio, está todo bien, lo que despierta muchas dudas.

En esos ministros no ha aparecido ni pizca de autocrítica. Es verdad que la mayor responsabilidad recae sobre espaldas empresarias, ¿pero que hizo el ente de control (Enre)? Y una vez que el drama quedó totalmente desnudo hace dos semanas, ¿por qué no se tomaron decisiones de rescindir el contrato de concesión, para proceder a la reestatización del servicio? Era el tiempo propicio para el nacimiento de una nueva Segba pero faltó voluntad en un gobierno nacional que no es el mismo de 2011, cuando acometía una nacionalización mucho más compleja (YPF).

Falta de reflejos

En política una de las peores actitudes suele ser el eclecticismo, la falta de decisión en torno a una u otra opción para solucionar algo. Eso es más nocivo aún cuando se está ante una cuestión candente, como apagón, incendio o inundación: no hay tiempo allí para las soluciones de mediano y largo plazo. Se debe actuar sin demoras. Y salvando las diferencias, la emergencia energética que afecta duramente a tantos argentinos, es un caso de esos.

No es un problema que empezó el mes pasado. En cierto sentido comenzó hace veintitantos años atrás, con la decisión privatizadora del menemo-cavallismo, aplaudida por los monopolios nacionales y extranjeros, y acompañada por la burocracia sindical de Luz y Fuerza de la Capital y la Federación Fatlyf (Oscar Lescano).

Los gobiernos posteriores, incluidos los de Néstor Kirchner y CFK, convalidaron esas concesiones. En algunas de éstas se fueron acomodando empresarios amigos, como Marcelo Midlin (Pampa Energía) que pasó a controlar Edenor. En Edesur siguieron primando los españoles y chilenos de Endesa.

Ahora se está revelando ante los ojos de 40 millones de argentinos que esa política era nefasta. Ese servicio esencial debía ser prestado por el Estado, para que invirtiera todo lo necesario sin la rapacidad y tasas de beneficio del capital monopolista.

Hace diez días Capitanich emplazó al par de empresas a prestar bien el servicio porque de lo contrario lo haría el gobierno. ¿Y? ¿Para cuándo Jefe de Gabinete? ¿Cuánto más va a esperar? ¿O los estaba corriendo con la vaina?

Al gobierno nacional le han faltado reflejos políticos. Y algo peor, no tuvo sensibilidad popular. En abril de este año la presidenta visitó el barrio de Tolosa en La Plata, para conocer in situ los daños de las inundaciones y consolar a los afectados. Esta vez ni ella ni ninguno de sus funcionarios asomó las narices por Villa Lugano, Mataderos, Avellaneda y otros lugares a oscuras. Todavía están a tiempo de enmendar ese serio error, que trata de explotar Sergio Massa pidiéndoles que “den la cara”.

Aparato y pueblo

Una evidencia de que falta sintonía fina -y en este caso gruesa también- entre una parte del gobierno y la gente la dio el viernes el congreso del Partido Justicialista bonaerense. No se puede identificar a ese partido con el gobierno nacional pero tampoco desconocer que es una parte importante del mismo, por apoyo, funcionarios, base electoral, etc.

El evento fue convocado por el nuevo titular de la agrupación, el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Buena parte por no decir toda la discusión giró en torno a si el presidente del Congreso del PJ sería alguien ligado al diputado Martín Insaurralde o al también diputado Julián Domínguez. Ambos aspirantes, era vox populi, querían ubicar allí y en otros cargos directivos a referentes de su riñón, interesados como están por contar con apoyo más que logístico para la campaña a gobernador en 2015. Insaurralde y Domínguez quieren suceder allí a Daniel Scioli.

Al final tantos conciliábulos no se saldaron y se optó por un parche: sigue como titular del Congreso el diputado Díaz Bancalari, de pasado duhaldista, secundado por el impresentable Hugo Curto, intendente de San Martín y otros popes del justicialismo más tradicional.

El Congreso no funcionó como un evento político sino como un trámite ante la justicia electoral, donde el PJ podía perder la personería de tanto que lo habían puesto en el freezer.

Los muchachos no se esforzaron por la elaboración política. Apoyamos a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, apoyamos el gobierno del compañero Scioli y tenemos las puertas abiertas a todos los peronistas que quieran volver: tales fueron sus elementales definiciones.

¿Algún balance sobre las exageradas concesiones de Scioli a los policías amotinados? ¿Alguna propuesta sobre cómo controlar los precios en la principal provincia? ¿Apertura del debate para recrear Segba en tierra bonaerense en vista del desastre energético?

Todas esas preguntas tuvieron una misma respuesta. No.

Lo llamativo es que de ese Congreso fue parte La Cámpora, con pretensiones de puestos que no prosperaron. ¿Será una línea ya definida de esta agrupación juvenil, de insertarse en el PJ? Eso supondría el abandono de la estrategia de construcción en Unidos y Organizados, con otros sectores del kirchnerismo y la centro izquierda del EDE y el PC. En ese PJ la mayoría parece encolumnarse detrás de la candidatura presidencial Scioli 2015. ¿La Cámpora también?

El abandono de candidaturas propias se confirmó también cuando la presidenta declaró que no hay ninguna posibilidad de Cristina 2015 en ningún puesto electivo. Carlos Kunkel había lanzado esa idea, pero ahora tendrá que elaborar otra.

“Chupete” suelto

Sectores de la justicia siguen dando material para pensar que es urgente democratizarla, tal como proponía el paquete de leyes impulsado por la jefa de Estado y bochado por la Corte Suprema.

Esta vez fue el Tribunal Oral Federal 3, encabezado por Guillermo Gordo, el que dio la nota, al absolver al ex presidente Fernando de la Rúa y otros acusados de haber pagado y recibido coimas para la aprobación de una ley de flexibilización laboral en 2001.

El fallo a medida de la corrupción, resolvió investigar al denunciante Pontaquarto, al ex intendente Aníbal Ibarra y al juez Daniel Rafecas, que habían sido parte de la denuncia y la investigación.

Después de esto, ¿quién se va a animar a denunciar un hecho de corrupción?, se preguntó Pontaquarto. Había muchas pruebas que incriminaban a “Chupete”, al jefe de la SIDE, Fernando de Santibáñez, al ministro de Trabajo Alberto Flamarique y a cinco senadores justicialistas, de haberse repartido cinco millones de pesos.

Entre otras pruebas del delito estaban notas de la periodista Villosio, de “La Nación”, basadas en conversaciones con el senador salteño Cantarero, admisiones de Antonio Cafiero de que sabía que tal cosa había ocurrido, etc.

Todo fue en vano. De la Rúa, trece años después del suceso, pudo cantar victoria. Aunque en pequeña medida debe haberlo ayudado a conseguir este fallo absolutorio el haber sido invitado el 10 de diciembre por la presidenta a compartir en primera fila el acto oficial por los 30 años de democracia.

Una democracia que absuelve y premia a un ex presidente, con tantas pruebas y datos en su contra, y que no es eficaz para que vuelvan la luz y el agua a miles de hogares luego de dos semanas de cortes, es un sistema que necesita urgentes mejoras y cambios. Ese 10 de diciembre la presidenta dijo que los problemas pendientes se solucionarían con más democracia. El cronista se permite agregar: sí, pero con más democracia real, social y participativa.






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