El asunto de CADIVI es tan, pero tan turbio, que embarró la conciencia de muchos venezolanos con las miserias del lucro fácil. Desde el funcionario que cobraba comisiones millonarias por asignar dólares, al empresario que gustoso las pagaba porque el negocio era redondo -ya pudimos verlo y sufrirlo en nuestros bolsillos-, pasando por las empresas de maletín, que nada tienen que ver con colores políticos porque la mierda es de un solo color, hasta el vecino con cara de buena gente que vendió su cupo “buenísimo, chama, me metí veinte mil bolos sin tener que hacer nada porque yo igual no iba a viajar… y si quieres, te hago el contacto, porque el tipo me ofreció una comisión por cada nueva tarjeta que le consiga”… Locura dolarizada que confunde privilegios con derechos, que apuesta a un dólar paralelo caro porque cada dólar que saca son muchos bolívares que volarán, claro, al comprar cualquier cosita en este grotesco círculo vicioso que solo beneficia, como siempre, al más rico.
Y volvemos a los ricos “empresarios”: Leo en la prensa a voceros de FEDECÁMARAS y CONSECOMERCIO, descargar toda la culpa en el gobierno, que ciertamente en parte la tiene, porque, según ellos, éste les dio los dólares y luego no los vigiló como debía. Es decir, la violamos porque iba en minifalda y no había un policía por ahí. Ellos son los que dicen que nosotros les debemos…