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La reacción del dinosaurio herido

OPINIÓN de Rosa María Artal.- Cuesta creer que no llegue ni a dos semanas el tiempo transcurrido desde la celebración de las elecciones europeas. Se saldaron con un resultado adverso para el bipartidismo en la UE y en España, y la irrupción notable de otras opciones (ultraderecha en Europa y una agrupación ciudadana progresista, Podemos, en España) como hitos más significativos.

¿Y qué ha hecho el dinosaurio herido? Mover ficha para mantenerse. En el continente la primera estrategia ha corrido a cargo del BCE. Mario Dragui ha visto llegada la hora de promover estímulos a la economía, 6 años después de cuando el staff del que él forma parte (fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa) debió haberlo hecho, y cuando ya se nos ha infectado el Parlamento Europeo de fascistas. Ese dinero que suelta el poder neoliberal, las medidas que dice adopta el Consejo de Ministros en España, serán administradas por el gobierno de un partido tan tiznado de corrupción que ya lo confirma hasta el juez. En las mejores manos está la pasta.

Cuesta creer que haya pasado tan poco tiempo desde el soplo de esperanza que trajeron las elecciones, solo el 25 de Mayo. El tinglado, el dinosaurio, reaccionó con prontitud y contundencia. La abdicación del rey Juan Carlos resulta cuando menos extraña. La justifica en la necesidad de una nueva generación “decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”. Y lo primero que dice su sucesor, su hijo Felipe, es que su reinado va a ser “de continuidad” y que la nueva etapa ya la inició su padre (hace 39 años).

La familia real está cumpliendo el papel para el que se ha preparado: perpetuarse de padres a hijos en la jefatura del Estado. Lo más desolador -al punto de brindarnos espectáculos auténticamente bochornosos- ha sido la reacción del resto de los poderes. Hay dos que sobresalen entre todos: el PSOE de Rubalcaba y su equipo (y su militancia que apenas pía) y la prensa oficial.

Al PP le falta poco para besar en la boca al líder de la presunta oposición (más presuntamente aún) socialista. Ya le llama Rajoy, Don Alfredo (lo escuché en El Intermedio). Se ha plegado a todo, ni libertad de voto da a los diputados de ese partido. No sé con qué espera ser recompensado por tan gran servicio a la derecha, a una política que consagra el expolio de la sociedad y por el hundimiento de un PSOE que tenía más de un siglo de historia.

Y luego está la prensa. Compitiendo a ver quién da más jabón a la monarquía. Ocultado datos esenciales para la información ciudadana.

De este modo, ese aire fresco que brotaba tras las elecciones, ha sido sepultado por 4 capas de merengue monárquico y 8 de betún y estiércol. Ya no ha faltado como símbolo la censura de la portada de la revista satírica El Jueves, y la dimisión del bloque principal de sus dibujantes, de lo que no dicen ni palabra la mayor parte de los medios oficiales. Lo que se dice una prensa libre y crítica, vamos.

¿Y qué hacemos? Cada día es un compañero periodista de los que más valoro –a otros realmente los desprecio- quien muestra su preocupación, su dolor incluso, su asco, por lo que nos está sucediendo. Hoy, sobresale, Isaac Rosa, en su “Los primeros trofeos de Felipe VI”. Así empieza, debéis leerlo entero:

“Pensábamos que la abdicación era inoportuna y precipitada, y que dañaría la institución. Pero la sensación tras solo cinco días es que la onda expansiva se está llevando por delante a otros, no a la corona, que más bien se ha venido arriba.

No sé si son daños colaterales, o buena puntería, pero quizás el rey Felipe VI tenga que ampliar el pabellón de caza nada más llegar a palacio, para que le quepan los trofeos y cabezas que ya está cobrándose casi sin mover un dedo. Y si no, veamos algunos efectos inmediatos de la operación sucesoria.

Para empezar, la maniobra ha desbaratado la agenda política: nos ha cambiado el paso, pues ya no estamos debatiendo en el mismo punto que estábamos el pasado domingo, tras las europeas. El régimen ha recuperado la iniciativa, pues ahora es dueño del calendario, marca los tiempos y los próximos pasos, y nosotros vamos a remolque. Estábamos pidiendo un proceso constituyente desde abajo, y veremos si al final no nos acaban dando proceso constituyente, pero desde arriba.

La abdicación ha supuesto también un cierre de filas mediático y político. En cuanto a lo primero, los grandes medios rivalizan en quién dobla más el espinazo. Desaparecen de la cobertura informativa las muchas sombras del reinado de Juan Carlos, se esconde el debate sobre la forma de Estado, se cargan las tintas más ridículas en la promoción del nuevo rey y señora, y se genera un estado de ánimo colectivo de fuerte carga emotiva, que prepara el terreno para que volvamos a gritarle “¡guapo!” al nuevo rey cuando lo veamos pasar.

Mal empezamos el nuevo reinado. No aprendemos la lección: después de que décadas de blindaje, censura y adulación hacia el rey dejasen como resultado un rey (y familia) que se sentía impune porque se sabía a salvo del ojo público, los primeros pasos del nuevo rey van acompañados del mismo blindaje, censura y adulación”.

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Ya se ve gente “comprando” el discurso remozado de reyes y princesitas. Se ven incluso impelidos a hacer proselitismo. Todo va bien en el peor de los mundos.

Solo espero que cuando se acabe el pastel de la entronización que no probarán, contemplen su realidad y evalúen la complicidad de algunos políticos y la prensa corrupta. Y sientan un poco de clemencia por su dignidad.

*http://rosamariaartal.com





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