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Humala y el mito del crecimiento económico

OPINIÓN de Raúl Wiener, Perú.- Humala tuvo miedo de las consecuencias de su victoria. Las ideas que habían trabajado sus asesores, estaban ahí y el equipo también, pero el hombre se rindió sin pelea después que le dijeron que si mantenía el crecimiento económico haría un gobierno exitoso como el que acababa de concluir de García. Que la gente perdona otras fallas y no que arriesguen sus bolsillos. Castilla fue el que lo convenció que habían dos caminos: el de atraer las inversiones y crecer con ellas, y el de hacer crecer el Estado y terminar en crisis.

A Velarde, en cambio le correspondía otra misión, manejar la política monetaria para mantener al gobierno lo más apretado posible. La gran capitulación económica de Humala en el 2011, debe ser algo que le debe haber vuelto a la memoria después de tres años de gobierno y con los indicadores productivos en franca bajada, ya que el pacto con el del mechoncito fue que le garantizaba resultados positivos. Pero ahora que se discute en que rango de 2% terminaremos el año, contra los pronósticos iniciales iban sobre el 6%, Castilla no sólo ha empujado un paquete de desregulaciones y de salvataje de deuda a diversas empresas, sino que sobre la marcha hizo su maleta y se fue del gobierno.

Por cierto, le tocaba quedarse para las “vacas flacas”, pero el presidente se comió otra vez la lengua, la CONFIEP no protestó por la frescura de dejar las cosas en ese estado y la gran concentración siguió pensando que a ellos les toca dictar la política económica desde su página editorial. En realidad lo que acaba de ocurrir es una operación política para convertir al tipo que salvó al poder económico de sí mismo, en el culpable de que el mundo idílico del crecimiento continuado, se haya hundido penosamente y ninguna de las ideas que se presentan para hacer frente a la coyuntura tenga la menor viabilidad para romper la parálisis.

El engaño

Eso de que se podía crecer jalados por el mercado internacional, donde los altos precios de las materia primas y la demanda de nuestros productos parecían asegurados, fue un mito que le contaron a Humala, que nunca podrá decir que en los años anteriores hubieron muchos que le advirtieron que ese modelo era insostenible a largo plazo. Pero peor mentira ha sido la de este año, con el discurso de que los inversionistas responderían automáticamente a los estímulos estatales: desregulaciones ambientales y culturales, salvataje de deudas antiguas de empresas, reducción de algunos derechos laborales. Esto no ha tenido el menor efecto el flujo de inversiones, y el propio ministro Segura, ya lo ha confirmado, pero si han sido ganancias para el capital en temas en los que normalmente no les sería fácil imponerse.

El blanco siguiente es el paquete laboral completo. O sea se está usando la crisis no para resolverla, sino para conseguir objetivos empresariales con alto costo, para otros scores de la sociedad. La derecha es consciente que Humala no puede renegar fácilmente del mito del crecimiento que fue el centro de su gobierno. Pero no tiene manera de salir del hoyo.

El tema político

Lo más irónico de este gobierno es que el período se va a cerrar culpando a Humala de los problemas de funcionamiento del modelo económico que no era el suyo, pero al que se adaptó creyendo que hacía la gran jugada política. La famosa fórmula del crecimiento con inclusión, era eso: que las empresas generen impuestos y el Estado pueda hacer programas sociales masivos. La verdad es que los programas sociales nunca fueron ni tan masivos ni tan significativos como se pensaba, y Humala no podrá pasar a la historia por ellos.

Pero el guardián del crecimiento económica ahora es acusado de no ser capaz de sacar al modelo del pantano. Por cierto difícil pensar en quién podría hacerlo, si el propio Castilla se escapó del problema, pero lo que se está diciendo es que esta caída tiene raíz en la falta la convicción del comandante con todos los preceptos del libre mercado. Al final la derecha va a decir que esto ha sido ha sido porque Humala sigue siendo un izquierdista aunque haga políticas derechistas. En realidad, aquí “izquierdista” quiere decir que tiene la culpa, y que debe ser reemplazado por un gobierno de convicciones reaccionarias fuertes e implacables.

A su manera las dudas gubernamentales sobre economía prefiguran una etapa electoral donde se debatirá con fuerza las opciones del Perú en el contexto de la crisis internacional actual, la contracción de los mercados y los movimientos de capital del sur a norte. Vamos a terminar el gobierno de Humala en una tendencia clara a la crisis sino en la crisis misma. En todo caso todas ideas que se hizo el actual presidente luego que traicionó a sus compañero, han fracasado.





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