OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave, México.- Los Asesinatos, las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias, la cárcel y demás atentados a periodistas, es una práctica común en todo el mundo, inclusive en los países que presumen de democracias avanzadas.
Lo grave del problema no se circunscribe en el ataque al mensajero, se dimensiona en que tiene como objeto fundamental vulnerar o de plano cancelar las libertades de prensa y expresión y por consecuencia el derecho a la información de las sociedades.
El gremio periodístico organizado de México, en comunicado difundido el fin de semana, se sumó a las voces que exigen justicia ante el asesinato del compañero reportero del periódico Tabasco Hoy, Ismael Díaz López, quien fue ultimado con un arma blanca en el municipio de Teapa, Tabasco.
Como siempre la Fiscalía General de Estado, se apresuró a informar que “la línea de investigación más fuerte está vinculada a un conflicto intrafamiliar” porque se tienen registrados antecedentes en la dependencia; ni por asomo cuidan las apariencias, las autoridades siempre tratan de desvirtuar que los ataques a los informadores estén relacionados con la práctica profesional.
En Alemania, que se supone es la potencia más reconocida de la Unión Europea, el presentador de noticias de la televisora qatarí Al Jazeera Ahmed Mansur, uno de los periodistas más conocidos no sólo del mundo árabe sino de todo el globo terráqueo, fue aprehendido en el aeropuerto de Berlín-Tegel cuando se disponía a viajar a Doha, sede de la emisora regional árabe, en un hecho que de inmediato provocó protestas en la capital alemana este domingo, según informan las agencias de noticias.
La cadena televisiva fue la primera en reaccionar al arresto de Mansur, de 52 años de edad, y exigió al gobierno de la canciller Ángela Merkel, la liberación de uno de sus periodistas más prominente. Cabe aclarar que el colega, quien también ostenta la nacionalidad inglesa, viajaba con toda tranquilidad en el mundo ante la seguridad que le dio la Interpol de haber negado al gobierno de Egipto, su país de origen, una orden de arresto que había solicitado por falta de pruebas sobre su presunta participación en la tortura de un abogado en los días de la llamada primavera árabe en Egipto, que propició la renuncia del presidente Hosni Mubarak.
Así de grave es la práctica común mundial contra los periodistas. La falta de respeto a las libertades de prensa y expresión se traduce en todo tipo de ataques a los informadores, entre ellos el homicidio, la desaparición forzada y la cárcel.
