Decenas de niñas y niños han convertido una vieja y polvorienta aula en una chabola de Nairobi en el mejor escenario para evadirse de la dureza de sus vidas practicando ballet, su mayor pasión y su mejor refugio.
Un grupo de niños y niñas practican ballet en el Colegio Spurgeon del barrio de Kibera en Nairobi. EFE
Para que Tchaikovsky suene en el Colegio Spurgeon de Kibera -uno de los barrios de chabolas más grandes del mundo- igual que en el Bolshói de Moscú, sus alumnos tienen que sacar los pupitres a la calle, barrer el suelo de cemento y tierra y aplacar el polvo con agua. Cuando la nube desaparece, todo está listo para bailar.
EFE
Un grupo de niños y niñas practican ballet en el Colegio Spurgeon del barrio de Kibera en Nairobi. EFE
Para que Tchaikovsky suene en el Colegio Spurgeon de Kibera -uno de los barrios de chabolas más grandes del mundo- igual que en el Bolshói de Moscú, sus alumnos tienen que sacar los pupitres a la calle, barrer el suelo de cemento y tierra y aplacar el polvo con agua. Cuando la nube desaparece, todo está listo para bailar.
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