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La mujer lucha

Para las que no marchan, para las que quedaron afónicas de gritar entre lágrimas, para las que desde la madrugada y por la noche trabajan sin dejar de pensar en todas las obligaciones que su género le reclama por construcción social va este reconocimiento hecho en palabras


Luciana Placco/El Furgón* – Una multitud de diferentes edades y distintos orígenes e historia se movilizaron a Plaza de Mayo ante la convocatoria de Ni Una Menos, con la demanda de justicia frente a la creciente vulneración de derechos de las mujeres.





Si tomáramos una foto panorámica de la plaza, con la gente concentrada luchando por sus derechos, visibilizando una problemática que hoy se lleva a una mujer cada 30 horas y la desmembráramos en pedazos como partículas diminutas que se expanden con la brisa del viento, veríamos que todo lo que se ha avanzado en el igualdad de género es fruto de las históricas luchas que las mujeres tuvieron que enfrentar para poder acceder al voto, al trabajo, a la política, al divorcio, a vivir… Dentro de las conquistas que el género ha conseguido, podemos recordar la decisión de elegir con quién casarse y por lo tanto de quién divorciarse. No existía jurídicamente la posibilidad de separarse de un hombre si no era probando maltrato físico o adulterio, o incluso ambos a la vez.  La dificultad que imponía el derecho probatorio en éstos casos actuaba como impedimento para concretar la disolución de los matrimonios, agravando la tortura psicológica que significaba depender económicamente de un hombre, soportar infidelidades, descalificaciones y abusos sexuales, ya que la violación se definía como relaciones forzadas con alguien que no fuera la esposa.

La introducción del divorcio sin causas fue un gran avance adquirido. Sin embargo, tuvo que esperar mucho tiempo hasta que se democratizó en los países de occidente. Fue en Rusia, tras la Revolución Bolchevique de 1917, donde se introdujo por primera vez. En Estados Unidos, por ejemplo, hubo que esperar hasta 1969, cuando California se convirtió en el primer estado en permitirlo. Mientras que Chile fue el último país de América Latina en legalizar el divorcio, en 2004.



La aprobación de éste derecho fue un logro en materia jurídica porque favoreció a las mujeres, pero no a todas por igual. Aquellas que más lo utilizaron en un principio fueron las que eran independientes económicamente.

El acceso al trabajo ha sido otra de las grandes luchas civiles y políticas conquistadas. Producto de la escases de hombres en el mercado de trabajo, debido a que se encontraban al frente de las grandes guerras, se abrió una posibilidad que permitió legitimar el acceso de la mujer al mundo laboral; fue este aprovechamiento de la coyuntura la condición necesaria que posibilitó enunciar lo que se conoce como movimientos de emancipación femenina.



Aunque todavía hoy no sea posible hablar de igualdad salarial, lo que se puede ver es que el acceso al trabajo permitió que la mujer se haga consciente de su propia vida y de sus capacidades: profesionalizarse, planificar la familiar, manejar la renta, educarse, acceder al voto, vestirse con libertad, entre otras que también generaron sus luchas internas y sus propias pujas de poder.

El decreto de la Universidad de Bologna en 1377 prohibía expresamente introducir a una mujer, cualquiera que ella sea, al centro de estudio. De allí que en un primer período el acceso de la mujer a la educación universitaria fue en forma excepcional como aristócratas o disfrazadas de hombre; ejemplo de esto fueron Élida Passo y Cecilia Grierson, ambas del campo de la salud que tuvieron que soportar impedimentos legales, descalificaciones y desaprobación social.



Cuando se empezaron a cuestionar las bases que sustentaban la política, el ejercicio de la militancia y el libre pensamiento se le permitió a la mujer tener ideología. Tácticas y estrategias fueron necesarias para ocultar su actividad política, su identidad -en el caso de aquellas que escribían en periódicos-, privación de la libertad, hasta que finalmente, derecho otorgado por otros -los hombres- se les reconoció el derecho al voto.

Cada 8 de marzo se rinde honor a las mujeres como las verdaderas artífices de la historia por obtener los mismos derechos que el hombre, participando así de una forma igualitaria en la sociedad. Recordar estas luchas que permiten hoy pararnos de cara a las nuevas demandas sirve para tomar conciencia del propio género y advertir que tales conquistas necesitan profundizarse.



Todavía es noticia que una mujer se integre a una actividad reservada históricamente  para los hombres, sea bomberas, que se sumen a las fuerzas armadas, o sean mecánicas, entre otras que obligan a hablar de “demostración” y “habilidad” de unos frente a otros. También es sorprendente, a pesar de que están legitimados los distintos caminos que existen para elegir el momento de procreación, lo que sucede al escuchar que alguien no quiere ser madre/padre. El mandato social de la reproducción continúa funcionando tanto para hombres como para mujeres, sin embargo las adjetivaciones con las que se apoda a las mujeres que deciden tener hijos por vías alternativas o no quieren ser madres, son en muchos casos atroces y carecen de fundamento.

Las valoraciones que se establecen de la belleza, los tratamientos para alisar el cabello, teñirlo, usar zapatos con plataformas, grandes carteras, estar depiladas, ser exitosas, usar redes sociales y tener muchos seguidores, tener un cuerpo privilegiado y se podría continuar con la lista, son todos patrones que parecieran tener que encajar en todas las mujeres para ser sujetos de deseo ¿Cuántas de estas cosas son hechas con auto convicción?



El papel familiar, social y político de la mujer ha cambiado drásticamente durante las últimas décadas. Pasó de ser un individuo abocado a la vida familiar y a la procreación, a incorporarse activamente al mundo de la productividad, la competencia e insertarse en la vida política del país.

Para las que no marchan, para las que quedaron afónicas de gritar entre lágrimas, para las que desde la madrugada y por la noche trabajan sin dejar de pensar en todas las obligaciones que su género le reclama por construcción social va este reconocimiento hecho en palabras.

Mujer, dama, señora, doña, casquivana, señorita, muchacha, joven, hembra, gato, zorra, puta, burra, costilla… ¿Cuántas veces hemos escuchado estas denominaciones para cada una de nosotras? ¿Cuántas veces se dirigieron así a otra?



La marcha se organizó por tercera vez consecutiva. El documento leído tuvo una muy fuerte carga de denuncia contra la violencia machista, sea institucional, doméstica o micro social. Muere una mujer o travesti o lesbiana por día sólo por el hecho de ser mujeres. Las cifras no sólo no se redujeron desde el 3 de junio del 2015 -que se realizó la primera Ni Una Menos- sino que se incrementaron.

Las que hoy pueden luchar estaban ahí, lo lograron otra vez. Solas, pero todas, sin apoyo de ningún otro de arriba. Si todo cambio es una revolución, revolucionemos entonces. Diría Miss Bolivia: ovarios, garra, corazón, mujer alerta, luchadora, organizada, puño en alto, y ni una menos, vivas nos queremos.

Fotos: Colectiva Fotografía a Pedal




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