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MSF: Urge mejorar el agua y el saneamiento para frenar el cólera en Yemen

“Hay familias que deben escoger entre llevar a un hijo al hospital o dar de comer al resto”

La situación es especialmente grave en Abs, la región más afectada y un reflejo de lo que ocurre en el resto del país: un sistema de salud colapsado, desplazados y poca presencia de actores humanitarios.


María José ‘Quesé’ Blanco, enfermera de MSF en Abs, Yemen. Gonzalo Martínez/MSF.



La organización médico humanitaria Médicos Sin Fronteras ha alertado de que es necesario aumentar de manera urgente el suministro de agua potable y las actividades de saneamiento en Abs (Yemen) para erradicar el brote de cólera.

Las pésimas condiciones de los sistemas de saneamiento y la carencia de agua potable están facilitando la propagación de la enfermedad en Abs. Especialmente en comunidades más pobres y remotas, que son las que más dificultades tienen para viajar hasta los centros de salud.    

“Estas condiciones eran un problema incluso antes del brote, pero ahora son algo muy preocupante. Si no actuamos inmediatamente nos enfrentaremos a una crisis humanitaria aún mayor en las próximas semanas y meses,” dice Gabriel Sánchez, responsable de operaciones de MSF en Yemen.

El distrito de Abs es un fiel reflejo de lo que ocurre en el resto del país: líneas de frente próximas a la población civil, un sistema de salud arrasado y colapsado por el propio conflicto, carencias de saneamiento y agua potable, y poca presencia de actores humanitarios internacionales. Como consecuencia, al número de muertes y desplazados internos, se suman los casos derivados del brote de cólera.

Abs pertenece a la gobernación de Hajjah que, con dos millones de habitantes, alberga más de 376.000 personas desplazadas. Es la gobernación que más desplazados acoge. Alrededor del 25% se encuentran en el distrito de Abs y muchos han decidido asentarse en áreas remotas y sin acceso a los servicios básicos, en lo que supone un intento de evitar ataques aéreos o combates.

“Además de atender a los pacientes, es necesario que sus hogares sean desinfectados y que los suministros de agua sean clorados,” explica Cristina Imaz, nuestra coordinadora de logística. “Se debe instalar puntos de distribución de agua potable, y los lugares en donde se reúnen las personas –como los mercados y estaciones de autobús– necesitan desinfectarse regularmente. Sin embargo, estas actividades no se están realizando sistemáticamente en este momento,” añade.

Colapsados y sin recursos

Antes de la epidemia de cólera, los equipos de MSF en el hospital rural de Abs fueron testigos de un importante incremento del número de consultas de emergencia, admisiones pediátricas e intervenciones quirúrgicas. También ha habido brotes de sarampión, tos ferina y picos de malaria.
Estas enfermedades deberían estar controladas o suponer unos pocos casos. Es una clara señal de que el sistema de salud yemení, que tiene una gran escasez de recursos y personal, está colapsado.

Abs registró su primer caso de cólera a finales de marzo. En las últimas semanas, el centro de tratamiento de cólera (CTC)  de la organización en la ciudad ha recibido hasta a 462 pacientes al día. Muchos más que en cualquier otra parte de Yemen. En los CTC, los equipos de MSF están distribuyendo kits de desinfección que incluyen utensilios de higiene como jabón y tabletas de cloro para purificar suministros de agua, entre otros.

Desde que surgió el bote de cólera a finales de marzo, Médicos Sin Fronteras ha duplicado la escala de su respuesta de emergencia en el distrito de Abs, en donde ha atendido a más de 12.000 pacientes con casos sospechosos de cólera y diarrea aguda. Esta cifra representa un 20% de todos los casos atendidos por sus profesionales a lo largo de nueve gobernaciones de Yemen; y casi el 5% de todos los casos registrados en el país, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Después de dos meses de crecimiento exponencial, el número semanal de casos de cólera disminuyó por primera vez a principios de julio, pero aún siguen llegando cientos de personas con esta enfermedad para conseguir tratamiento.




Roger Gutiérrez (Barcelona, España) coordinó el proyecto de MSF  en la localidad de Abs, en el norte de Yemen, entre noviembre de 2016 y junio de 2017. Aquí nos explica la dura realidad de muchos de nuestros pacientes.


Roger Gutiérrez, coordinador general de MSF en Abs, Yemen. Igor Barbero/MSF.


A nuestros equipos nos sale el vapor por las costuras para atender las acuciantes necesidades de la población en Abs. Esta ciudad es un reflejo de lo que está ocurriendo en todo Yemen: un lugar hecho añicos por una guerra que supera ya los dos años, un sistema sanitario colapsado con hospitales destrozados por los bombardeos o, los que funcionan, sin personal ni recursos suficientes, y decenas de miles de personas huyendo de los enfrentamientos.
Familias desplazadas en algunos casos hasta dos y tres veces, que han perdido a seres queridos y que ahora deben reconstruir sus vidas desde cero.
Cuando hablamos con ellos, nos sorprende que decidan reasentarse en lugares aislados y alejados de escuelas, centros de salud, mercados e incluso pozos de agua. Es el miedo: saben que los lugares más concurridos pueden ser objeto de ataques. Anteponen la seguridad de sus familias al acceso a los servicios.
Es el mismo miedo, y la misma sensación de vulnerabilidad, que vemos en pacientes, incluso en algunos compañeros, cuando en el hospital escuchamos sobrevolar algún avión. Por segundos, todo se congela. A veces hemos visto como algunas madres arrancan las vías de alimentación a sus hijos para salir corriendo de la planta de nutrición.
Decisiones difíciles
Abs es una localidad pequeña y rural cuya población ha aumentado en los últimos años. Allí tratamos de dar servicio a unas 185.000 personas. Las autoridades están totalmente colapsadas y no hay muchas otras organizaciones internacionales que cubran las necesidades básicas. Muestra de ello es la aparición de epidemias o enfermedades no transmisibles que deberían estar ya controladas; como la tos ferina, los altos niveles de malaria y ahora el cólera.
Muchos pacientes nos dicen que tienen que tomar decisiones muy difíciles, como invertir el dinero que les queda para traer a un miembro de la familia que está enfermo o desnutrido a nuestro hospital, o dedicar ese dinero a dar de comer al resto.
Somos como una burbuja en medio del conflicto que es capaz de asistir a los grupos más vulnerables: sobre todo mujeres y niños, también muchos ancianos. Pero no a todos ellos les resulta sencillo acceder al hospital. A menudo, no tienen el dinero suficiente para pagar la gasolina o simplemente no hay un vehículo en el que llegar al centro. Por no hablar de los continuos bombardeos y combates, el deterioro y destrucción de puentes y carreteras, la llegada de la estación de lluvias, etcétera.
Pero sea como sea, los pacientes siguen llegando a nuestro hospital, que fue bombardeado en 2016. Desde que regresamos el pasado noviembre, las consultas de urgencias han tenido un incremento mensual superior al 20% y estamos atendiendo más de 250 partos al mes, más incluso que en Hajjah, la capital de la gobernación.
Nos llegan personas que han viajado durante horas para que las operemos o que han hecho 70 u 80 kilómetros en coche porque tienen algo que se puede tratar en atención primaria, como la malaria. La alta ocupación de todos nuestros departamentos prueba que era necesario retomar las operaciones en Abs. Y prueba también que apenas hay alguien más Yemen, un lugar con muchas necesidades y un futuro muy incierto.




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