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Mujeres que cuidan

Delfina Tremouilleres/El Furgón – Durante mucho tiempo se pensó que los jóvenes que no trabajaban ni estudiaban no tenían ocupaciones. Sin embargo una gran parte se dedica al cuidado de otras personas: el 95 por ciento son mujeres.

“Amo a mis dos hijos y soy muy feliz, los cuido y los llevo de acá para allá. Pero mi vida quedó completamente relegada y es muy difícil volver a estudiar. Hoy para mí la vida es dedicarme a ellos”, dice Karina. Tiene 26 años y es de Villa Martelli. Sus hijos tienen seis y diez: el primero lo tuvo a los 16, cuando estaba en el colegio, y la segunda a los 19, seis meses después de haber empezado el profesorado de maestra jardinera. No trabajaba y tuvo que dejar sus estudios porque le costaba criarlos sola y dedicarle tiempo a su carrera.



Un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) muestra que dentro del número de jóvenes que no trabaja ni estudia, pero tiene responsabilidades de cuidado, el 95 por ciento son mujeres. Refleja que se sigue naturalizando la desigualdad de género y también la social: porque la mayoría se trata de chicas de bajos recursos que no pueden tercerizar el cuidado de sus niños.

“Esto responde claramente a la división sexual del trabajo. Es un dato que muestra que hay un mandato cultural fuerte en torno a quiénes se hacen cargo del cuidado de los niños en los hogares. Y además no hay suficientes políticas de cuidado. Estas pueden ser categorizadas en tres tipos: políticas de transferencia económica, de servicio (que brindan centros de cuidado públicos) o de tiempo (que refiere a las licencias familiares)”, explicó a El Furgón Gimena de León, investigadora asociada del Programa de Protección Social de CIPPEC.



Las mujeres que están al cuidado de los niños en el hogar se encargan de la crianza y gracias a eso “sostienen” la participación de otros miembros de la familia en sus oficios. Ese es el caso de Karina: mientras ella se ocupa de sus hijos, su marido lleva el dinero a la casa realizando changas y trabajos de albañilería. Por lo tanto, esta tarea no remunerada es vital para toda la sociedad y es por eso que el Estado debería asumir un papel fuerte y garantizar mecanismos para que la situación cambie de rumbo.

Consultada por El Furgón, Eleonor Faur, socióloga especialista en cuestiones de género y autora del libro “El cuidado infantil en el Siglo XXI: mujeres malabaristas en una sociedad desigual”, coincide en que una solución ideal sería la expansión a gran escala de los centros de cuidado infantil. Esto ayudaría a que, por un lado, las mujeres se inserten en el mercado laboral a través de un empleo público y por otro, a que los chicos tengan un lugar gratuito donde ser cuidados y educados.

Si bien hay algunas redes de servicios de cuidado, su distribución territorial es muy heterogénea. Según la encuesta de Condiciones de Vida de Niños/as en Argentina (ECOVNA), realizada por UNICEF y SENNAF en 2012, el 32 por ciento de los niños y niñas de entre 0 y 4 años de todo el país asisten a un centro de cuidados. Cuando se analiza el dato por región, se ve que en CABA este porcentaje sube a un 61,7 por ciento, en el NEA a un 15 por ciento y en el NOA a un 19,2 por ciento, lo que muestra una disparidad enorme a nivel regional.



Estas diferencias también aparecen según el ingreso económico de las familias: mientras que en los hogares más pobres sólo el 20.7 por ciento de los niños asisten a centros de cuidado, en las familias de mayores ingreso el 52.1 por ciento tiene la posibilidad de acudir a estos lugares.

“En la infancia, que es una parte importantísima de nuestra sociedad, hay unas desigualdades enormes según uno nazca en una familia que no tiene la posibilidad de externalizar los cuidados (y eso hace que sus mamás se queden en la casa, con una menor calidad de vida) frente a otros niños que van a escuelas bilingües y tienen todas las posibilidades de desarrollo a su alcance – opinó Eleonor Faur – Entonces hay cuestiones estructurales muy fuertes que generan un impacto económico, social y cultural muy grande para la sociedad. Realmente degrada el bienestar y el ideal de igualdad y democrático”.

Apoyar a las mujeres para que se inserten más favorablemente en el empleo contribuye al desarrollo económico de toda la población y, en especial, a que tengan una mayor sociabilización. Gimena de León explica que “muchas mujeres manifiestan que el reclutamiento en el ámbito doméstico no les es favorable, sienten una liberación y una gratitud enorme de poder tener un tiempo fuera de la casa para trabajar por ellas, hacer un curso o una actividad que las relacione con los otros”.

Fotos: Lina Etchesuri




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