OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- Comienza el nuevo a帽o y el humo procedente de todo lo que tiene que ver con Catalu帽a no podr谩 ocultar, no del todo al menos, la que se le avecina al Partido Popular, cada vez m谩s empantanado en el fango de su corrupci贸n sist茅mica. Si el PP fuera cualquier otro tipo de entidad social hace tiempo que se habr铆a disuelto, y sus componentes ocultar铆an en su historia de vida el haber formado parte de tan ominosa cofrad铆a.
Pero es un partido pol铆tico, que son agrupaciones que parecen gozar de patente de corso para muchas cosas, demasiadas. Adem谩s, en la medida que esa organizaci贸n pol铆tica es la que recoge mayor n煤mero de votos y est谩 sobre representada en esca帽os, lejos de avergonzarse y pedir perd贸n y clemencia a la ciudadan铆a, sus dirigentes –encabezados, ni m谩s ni menos, por el se帽or M punto Rajoy- todav铆a sacan pecho e imparten lecciones de lo que es o no legal, de lo que cabe y lo que no cabe dentro del ordenamiento jur铆dico vigente, de lo que es simple circunstancia y lo que es categor铆a en el escenario pol铆tico de las Espa帽as.
Mientras todo lo que tiene que ver con la crisis de Estado relativa a Catalu帽a lo permita, la corrupci贸n sist茅mica del Partido Popular quedar谩 en un lamentable segundo plano. No obstante, a poco que el escenario catal谩n se aclare, cosa dif铆cil pero no imposible, la opini贸n p煤blica volver谩 a verse anegada por las noticias de la corrupci贸n end茅mica del Partido Popular.
Madrid y Valencia, muy especialmente, van a vivir en 2018 un rosario de v茅rtigo de juicios, imputaciones y sentencias que van a ser torpedos en la l铆nea de flotaci贸n del partido de M punto Rajoy. Leer uno detr谩s de otro la ristra de casos que han de sustanciarse judicialmente durante el a帽o que ahora se inicia, marea. Repasar la lista de alt铆simos dirigentes que han de pasar por el banquillo de los acusados o est谩n en riesgo de ser imputados, enmudece a quien lo hace. En Madrid, los nombres de Ignacio Gonz谩lez, Francisco Granados o Rodrigo Rato ya est谩n sustanci谩ndose, pero suenan los de otros posibles implicados como son Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallard贸n, por citar solo los m谩s connotados. En Valencia, por su parte, Francisco Camps, Rafael Blasco, Vicente Rambla, Ricardo Costa, Sonia Castedo o Alfonso Grau son solo una parte de los dirigentes encausados. A ellos, adem谩s, podr铆a sumarse Eduardo Zaplana, si bien en su caso por asuntos relacionados con Madrid.
Ya sabemos que desde el PP se rob贸 [¿conjugamos solo en pasado?] a cuatro manos, que se repartieron contratos y granjer铆as a los amigos pol铆ticos del partido, y que se falsearon cuentas y auditorias que permitieron a 茅ste concurrir dopado a cuanta campa帽a electoral se present贸. La contabilidad del partido que dirige M punto Rajoy ha sido turbia hasta el delito desde los albores de la organizaci贸n, es decir desde los tiempos del inefable Manuel Fraga, y por ello todos sus tesoreros tienen cuentas abiertas con la Justicia.
Por pura higiene democr谩tica tenemos que esperar que estos criminales de yate y buenos modales, educados todos ellos en piadosos colegios de 茅lite, gente de vicios privados y virtudes p煤blicas, paguen por sus delitos. Que paguen por las dos v铆as posibles: una, ante la Justicia, con las penas de c谩rcel que les correspondan; otra, con la p茅rdida definitiva del apoyo electoral que utilizan como exculpatorio de sus fechor铆as. Esper茅moslo del 2018.
Pero es un partido pol铆tico, que son agrupaciones que parecen gozar de patente de corso para muchas cosas, demasiadas. Adem谩s, en la medida que esa organizaci贸n pol铆tica es la que recoge mayor n煤mero de votos y est谩 sobre representada en esca帽os, lejos de avergonzarse y pedir perd贸n y clemencia a la ciudadan铆a, sus dirigentes –encabezados, ni m谩s ni menos, por el se帽or M punto Rajoy- todav铆a sacan pecho e imparten lecciones de lo que es o no legal, de lo que cabe y lo que no cabe dentro del ordenamiento jur铆dico vigente, de lo que es simple circunstancia y lo que es categor铆a en el escenario pol铆tico de las Espa帽as.
Mientras todo lo que tiene que ver con la crisis de Estado relativa a Catalu帽a lo permita, la corrupci贸n sist茅mica del Partido Popular quedar谩 en un lamentable segundo plano. No obstante, a poco que el escenario catal谩n se aclare, cosa dif铆cil pero no imposible, la opini贸n p煤blica volver谩 a verse anegada por las noticias de la corrupci贸n end茅mica del Partido Popular.
Madrid y Valencia, muy especialmente, van a vivir en 2018 un rosario de v茅rtigo de juicios, imputaciones y sentencias que van a ser torpedos en la l铆nea de flotaci贸n del partido de M punto Rajoy. Leer uno detr谩s de otro la ristra de casos que han de sustanciarse judicialmente durante el a帽o que ahora se inicia, marea. Repasar la lista de alt铆simos dirigentes que han de pasar por el banquillo de los acusados o est谩n en riesgo de ser imputados, enmudece a quien lo hace. En Madrid, los nombres de Ignacio Gonz谩lez, Francisco Granados o Rodrigo Rato ya est谩n sustanci谩ndose, pero suenan los de otros posibles implicados como son Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallard贸n, por citar solo los m谩s connotados. En Valencia, por su parte, Francisco Camps, Rafael Blasco, Vicente Rambla, Ricardo Costa, Sonia Castedo o Alfonso Grau son solo una parte de los dirigentes encausados. A ellos, adem谩s, podr铆a sumarse Eduardo Zaplana, si bien en su caso por asuntos relacionados con Madrid.
Ya sabemos que desde el PP se rob贸 [¿conjugamos solo en pasado?] a cuatro manos, que se repartieron contratos y granjer铆as a los amigos pol铆ticos del partido, y que se falsearon cuentas y auditorias que permitieron a 茅ste concurrir dopado a cuanta campa帽a electoral se present贸. La contabilidad del partido que dirige M punto Rajoy ha sido turbia hasta el delito desde los albores de la organizaci贸n, es decir desde los tiempos del inefable Manuel Fraga, y por ello todos sus tesoreros tienen cuentas abiertas con la Justicia.
Por pura higiene democr谩tica tenemos que esperar que estos criminales de yate y buenos modales, educados todos ellos en piadosos colegios de 茅lite, gente de vicios privados y virtudes p煤blicas, paguen por sus delitos. Que paguen por las dos v铆as posibles: una, ante la Justicia, con las penas de c谩rcel que les correspondan; otra, con la p茅rdida definitiva del apoyo electoral que utilizan como exculpatorio de sus fechor铆as. Esper茅moslo del 2018.